«Cada uno de nosotros pensaba si se iba a morir. Ese era el horizonte... estás involucrada en una lucha que te puede costar la vida y eso puede pasar en cualquier momento»
Fuente
La ilusión de un país distinto: cambiar el Perú: de una generación a otraAbstract
El compromiso de vida que he tenido con la idea de que el mundo se puede cambiar se da en un contexto de fines de los años sesenta, comienzos de los años setenta, de luchas sociales muy fuertes, sobre todo obreras y campesinas. Había una gran convulsión y una realidad, muy extendida, de violencia e injusticia. Influyó mucho mi abuela, que provenía de Arequipa, analfabeta, obrera y vivió como madre soltera la mayor parte de su vida. Aprendí de ella a luchar y la persistencia. En el momento en que empiezo a tener algún tipo de compromiso político —que a veces no es fácil que lo acepten en las familias—, ella fue quien le dijo a mi mamá: «Déjala, que ella sabe lo que hace». Fue cuando yo todavía estaba en la Escuela Normal; tendría diecinueve años. Ella influyó mucho en que el ambiente familiar no fuera desfavorable a eso. Soy parte de una generación donde muchos de los jóvenes de esa época salíamos de familias donde las ideas de transformación, de revolución, no eran aceptadas. Fue una intervención relevante la de ella. Al comienzo mis tíos concordaron: «Déjala, que se le va a pasar». Pero con los años se dieron cuenta de que no era así. Y, sobre todo después, mi madre y mi hermana se convirtieron realmente en un apoyo muy grande.
Descripción
Páginas 145-159