(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 1993) Terrones, M.; Calderón, César
Se evalúa en este artículo la influencia del nivel de educación formal de la población sobre el crecimiento económico, para el caso de los países de América Latina. El interés de tal evaluación radica en que estos países -que tienen cierta homogeneidad cultural y que durante el período de análisis implementaron similares estrategias de desarrollo han experimentado tasas de crecimiento económico declinantes, a pesar de sus esfuerzos en el campo educativo. Se verifica en el estudio, mediante el control de otras influencias, que hay una importante relación entre educación, formación de capital humano y crecimiento económico: los distintos índices usados como aproximaciones del capital humano (índices de composición del alumnado) muestran un elevado grado de correlación parcial con el crecimiento. Sin embargo, solamente el nivel de matrícula en educación primaria y el porcentaje de personas estudiando ciencias e ingeniería muestran una relación directa con el crecimiento económico. Estos resultados permiten hacer algunas recomendaciones de política educativa que implican, de hecho, una redefinición de la comúnmente aceptada relación entre educación y crecimiento económico.
(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 1993) Enderle, Georges
Al observar la renuencia de muchos practicantes de la actividad empresarial para emplear la palabra ética o tan siquiera para estar dispuestos a discutir sobre ética, en este ensayo se hace un esfuerzo por definir lo que debería ser la ética económica y empresarial. Se sugiere el énfasis sobre una “nueva práctica”, un enfoque que reconoce la prioridad de la practica sobre la teoría. El centro de atención esta en el mejoramiento de la calidad ética al tomar decisiones y al emprender acciones. Debe distinguirse tres niveles: el nivel micro o del individuo, el meso o nivel de las firmas y organizaciones, y el nivel macro de las economías nacionales y transnacionales. También deben considerarse tres grupos de valores: personales, colectivos y generales. Siempre debe tenerse en mente las inter-relaciones entre estos niveles y valores. Se precisa de un modelo de cooperación entre la economía y la ética que pueda superar los problemas del idealismo o de reducir la ética a un aparato instrumental. Un enfoque basado en la toma de decisiones ofrece la mayor de las promesas. Al mismo tiempo, debe enfrentarse el problema del pluralismo, problema que sólo podrá ser resuelto encontrando un consenso superpuesto. Lo simple de la pregunta -¿qué es la ética económica?- va de la mano con la dificultad de dar una respuesta clara y comprehensiva. Es sumamente confuso, colorido y variado lo que hoy se escucha en nombre de la “ética económica y empresarial”. Abundan las expectativas múltiples, e incluso contradictorias en este campo. Si bien soy muy consciente de estos problemas tratare, sin embargo, de dar algunas respuestas provisionales y, con suerte, aclaratorias a nuestra pregunta simple. Ellas tienen el color personal, influenciado por mi experiencia europeo-occidental, e inspiradas por mi esperanza de que los esfuerzos en el campo de la ética económica contribuyan a hacer frente a los grandes retos de nuestro tiempo de manera más inteligente y efectiva. Desde una perspectiva descriptiva y analítica, podríamos preguntar qué es, en realidad, la ética económica y empresarial aquí, en este país o en otros países del mundo. No lo voy a hacer, pues ya hay muchos artículos que resumen la situación de varios países (De George, 1987; Enderle, 1988 y 1991; Mahoney, 1990; Steinmann ylohr, 1991; van Luijk, 1990; y otros). Más bien, discutiré el tema de lo que debe ser la ética económica y empresarial y cómo puede esto justificarse.
(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 1993) Escobal, Javier
La evidencia internacional indica que existe cointegración en el largo plazo entre el producto agrícola y el producto no-agrícola para una serie de países. Este artículo intenta probar la validez de tal afirmación para el caso peruano, empleando para ello series anuales para estas variables desde principios de siglo. La contrastación empírica que se lleva a cabo sugiere la existencia de un vector de cointegración desde 1917 hasta 1959 aproximadamente. A partir de esta fecha la relación de cointegración cambia radicalmente mostrando a un sector agrícola que, en vez de liderar el proceso de crecimiento, se ajusta frente a la evolución de los demás sectores económicos. Esta dinámica es explicable si se toma en cuenta que, durante buena parte de la primera mitad de este siglo, el Perú siguió un modelo primario exportador, tanto de productos agrícolas (algodón y azúcar, principalmente) como de minerales. Dicho modelo generó una relación estable de largo plazo entre el sector agrícola y el resto de la economía. Sin embargo, a principios de la década del cincuenta se empiezan a gestar las bases de un modelo sustitutivo de importaciones, radicalizado hacia principios de la década del sesenta y que entra en crisis a mediados de los setenta. Dicho cambio estructural implicó, en términos del modelo aquí planteado, que la relación de cointegración que primó a partir de la década del cuarenta obligara al sector agrícola y minero a ajustarse a la evolución de los sectores industrial y terciario.