Abstract
La sociedad criolla se caracterizó por una marcada inclinación a desafiar y subvertir el orden establecido, a menudo a través de lo que popularmente se conoce como la "pendejada". Este término describe una forma de resistencia encubierta y persistente frente a un sistema legal ampliamente percibido como abusivo, ilegítimo y profundamente corrupto. Esta percepción negativa del sistema genera una cultura en la que la corrupción y el abuso hacia los más vulnerables no solo se toleran, sino que se consideran prácticas "normales". En consecuencia, estas conductas son vistas como fenómenos naturales e inevitables.