El Inka histórico es el Enqa contemporáneo
Fuente
El hombre y los Andes : homenaje a Franklin Pease G.Y.Abstract
Como se ha hecho notar en diferentes oportunidades, el avance de los estudios andinos se enriqueció de manera significativa los últimos tres o cuatro decenios. Es el resultado de las investigaciones de arqueólogos, historiadores y etnólogos, y también producto de nuevas técnicas de investigación como la etnohistoria, que combina el uso de fuentes históricas "leídas etnológicamente" con las evidencias arqueológicas y la información etnográfica, y que tiene el propósito especial, entre otras cosas, de verificar continuidades, tan importantes en la investigación andina. La táctica ha mostrado su eficiencia. Así ocurrió con el control vertical de un máximo de pisos ecológicos, que estableció John V. Murra (1975). La información de las fuentes documentales, entre ellas las pródigas visitas, se combinó con la información etnológica ya publicada, como la que describe la ahora muy conocida región quechua de los q'ero del Cuzco (Núñez del Prado 1958). Siguiendo este camino, animado y estimulado por Murra, realicé una corta investigación en la parte occidental del altiplano del Titicaca, la misma región que ocuparon los lupacas aimara-hablantes del siglo XVI. Fue fácil comprobar la continuidad de la visión vertical del espacio. Existían comunidades que mantenían el control de tierras de cultivo de maíz en los valles costeños de Moquegua. En otras comunidades que las habían perdido, todavía se hallaban propietarios individuales que residían de manera permanente en el altiplano y que poseían chacras de maíz en los valles occidentales de los Andes, e incluso en la misma costa. En otros casos habían creado relaciones personales para intercambiar productos de altura por los que venían de los valles costeños. Estos arreglos eran parte de las modificaciones y cambios producidos por el sistema de mercado: la formación de mercados campesinos, con el uso cada vez mayor de dinero. A pesar de todo era interesante comprobar la continuidad de la verticalidad expresada de varias formas, pese a los casi cuatro siglos y medio de influencia externa (Flores Ochoa 1973).
Descripción
Tomo 2. Páginas 611-616