(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2016-07-11) Bedoya Garland, Eduardo
Los bosques en el Valle del río Apurímac y Ene (VRAE), la segunda región cocalera del Perú, son recursos comunes públicos que se manejan como privados por los agricultores principalmente cocaleros, sin un control efectivo de tal uso por parte del Estado. La necesidad de sobrevivencia de los agricultores cocaleros, su percepción crematística sobre el bosque, y la mayor o menos disponibilidad de tierras constituyen factores determinantes en el ritmo de deforestación del bosque primario y secundario. Variables tales como la legalidad de tenencia del predio no parecen tener influencia. Sin embargo, otros factores también institucionales facilitan una ocupación del espacio muy desordenada y destructiva, tales como las políticas de Estado en los procesos de titulación y la debilidad o ausencia del mismo. Las organizaciones de base de los agricultores centradas en defender el cultivo de la coca y/o acceder a condiciones crediticias y técnicas para sus productos legales no consideran a la defensa del bosque como un aspecto fundamental de su agenda. Tampoco existían organizaciones de base cuya agenda central fuese el control y la vigilancia del manejo de los recursos forestales. Los agricultores son conscientes del daño ambiental y de salud que provoca la economía de la coca. Todo ello nos induce a argumentar que los productores rurales amazónicos se encuentran atrapados en el “dilema del prisionero”. Por un lado, la presión institucional y mediática los presiona fuertemente a no cultivar coca y por otro lado, si ellos no siembran coca y no deforestan otros seguirán ese camino destructivo y se beneficiaran de manera inmediata de tal decisión.