El ensayo se centra en tres tradiciones de Ricardo Palma: “Una elección de abadesa”, “Los tres motivos del oidor” y “El robo de las calaveras”, en las que se desmitifica el poder religioso, legal y real a través de diversas estrategias discursivas y narrativas. La elección de las tradiciones parte del hecho de que ninguna de ellas reestablece el orden último colonial, sino que culminan en la impunidad manifiesta. Una impunidad, a través de la cual, se resiste la preservación del orden social y el de sus poderes implícitos, lo que refleja la debilidad de las instituciones coloniales. No obstante, que las tradiciones no son fuentes históricas, sino interpretaciones que parten de la visión particular del autor, quien construye una óptica de viveza y de criollada, reforzada por el lenguaje popular.
El trabajo aborda la autobiografía en verso “Invenciones del recuerdo” (2006) de Silvana Ocampo. El yo autobiográfico desafía las concepciones individualistas del género y propone, por el contrario, una construcción relacional del yo. En ese sentido, se propone que la infancia en Ocampo no aparece como un signo de lo privado, como recuerdos personales que marcan las pautas de una autobiografía individualista, sino como bloques de “devenires-niño” en la perspectiva de Deleuze y Guattari, para quienes el concepto del devenir-niño articula la capacidad de desterritorializar la infancia. A partir de una aprehensión de los modos minoritarios en los que opera el recuerdo en el espacio, el tiempo y el lenguaje, este trabajo plantea que el devenir-niño, en Ocampo, corresponde a una infancia capaz de ofrecer un nuevo lexicón para reimaginar la compleja relación que existe entre la subjetividad, la escritura autobiográfica y los mecanismos del recuerdo.
(Revista Espinela, 2018-09-07) Mestanza, Julio César
El trabajo hace un análisis del proceso con el que el sujeto poético intenta articularse una identidad coherente y estable en el libro-poema La palabra de los muertos o Ayacucho hora nona (1989) de Marcial Molina Richter. Se apela al concepto de “discurso esquizoide” de José Antonio Mazzotti, para examinar la dislocación identitaria del sujeto poético que se manifiesta en la configuración de dos voces y que, al disputarse la hegemonía sobre la representación discursiva de la realidad y la identidad, terminan por anularse. Se utiliza asimismo el concepto de Fredric Jameson de efecto de identidad como resultado de una articulación coherente de pasado, presente y futuro para analizar el proyecto identitario. Por último, sobre las similitudes con que la psiquiatría define el cuadro fronterizo de personalidad (borderline personality disorder), se conceptualiza la escritura de Molina como un discurso borderline, el cual, como versión más moderada de una “escritura esquizofrénica”, problematiza la heterogeneidad y la naturaleza fluctuante de la identidad.
Los cuentos de Leopoldo Lugones estudiados en el trabajo forman parte de Las fuerzas extrañas (1906). En todos ellos la hibridez se propone como una tensión de opuestos que se revelan aparentes: el afán del progreso y la potencia nunca arcaizante del pasado y la tradición; los procedimientos institucionalizados de la ciencia y los saberes que, por comodidad, se llaman “alternativos”; el éxito del descubrimiento científico, enraizado en la posibilidad de hacerlo público, propiedad de la humanidad. El trabajo presupone que una de las condiciones de esta hibridez, como realidad conceptual o histórica, es el diálogo. La manera como Lugones dispuso una matriz finita de variables narratológicas y temáticas, que brinda la oportunidad de analizar la forma cómo estos cuentos establecen puentes y cómo la ciencia interroga a la literatura.
Mariana de Althaus (Lima, 1974), es dramaturga y escritora, y una de las jóvenes directoras de teatro que cuenta con una obra sólida y en ascenso. Ha dirigido, entre otras: En el borde (1998), Los charcos sucios de la ciudad (2001), Tres historias de mar (2003), La puerta invisible (2005), Ruido (2006), Criadero, instrucciones para (no) crecer (2011), El sistema solar (2012), Todos los sueños del mundo (2018). En esta entrevista habla de su proceso creativo y de las claves para entender qué es y cómo construye y concibe el teatro testimonial que ha venido explorando en los últimos años.
Diario de una loca (1875) del escritor chileno José Lastarria (1817-1888) pone en evidencia las consignas disciplinarias del lenguaje médico que defiende la élite intelectual sudamericana y que utiliza, desde la ficción, el cuerpo de la mujer para refundar un organismo social constantemente amenazado por el caudillismo. La toma de la palabra de un sujeto marginado en tanto mujer, loca y extranjera, permite pensar en algún mecanismo de subversión, a pesar de que el proyecto liberal que lidera Lastarria busca imponer nuevos límites al cuerpo femenino, metonimia del cuerpo social. El trabajo se ocupa de verificar los cambios que ha sufrido el texto, para luego contextualizarlo dentro del romanticismo chileno. Asimismo, analiza la construcción de la voz solitaria de su protagonista.
El trabajo analiza el libro Poderes secretos (1995) de Miguel Gutiérrez ―híbrido entre ensayo y novela―, que se estructura como un palimpsesto de manuscritos; es decir, como la superposición de textos o actos de escritura cuya producción está condicionada a procesos hermenéuticos particulares. La estructura permite que el narrador postule la escritura literaria como un “archivo alternativo” y, en ese sentido, como un acto de resistencia. La escritura entendida de este modo es el mecanismo por el cual el autor cumple su objetivo de consolidar la superioridad del discurso literario frente al histórico. Se estudia así la identificación y puesta en práctica del “estilo” de contra-escritura como el código que engendra un proceso de imitación ―en términos de Gérard Genette―, un número de hipertextos constituidos como actos de resistencia. Se analiza también la disolución de las fronteras entre ficción y realidad, lo que supone el reconocimiento de la literatura como el espacio que permite la emergencia de verdades “alternativas”, desechadas o silenciadas por la versión oficial de la historia.
¿Por qué una persona que escribe debería sumar a la pérdida de un ser amado, la pérdida del lenguaje? Es una de las preguntas que propone el trabajo, para acercarse a Lo que no tiene nombre (2013) de la escritora y poeta colombiana Piedad Bonnett. Un libro que puede ser leído como una forma de testimonio narrativo a la vez que poético ante la pérdida del hijo enfermo. Se propone que este libro es la prueba de que lo que no tiene nombre debe tenerlo; de que lo que no tiene nombre debe tener una forma clara para pelear, argumentar y asumir el duelo. Esa forma clara que dan las palabras claras. Palabras que se buscan con coraje y con los ojos abiertos. El estudio encuentra similitudes con otros libros y versos de autores como Federico García Lorca y Blanca Varela.
Víctor Frankenstein era para Mary Shelley el nuevo Prometeo. ¿Es Rolland Poe, el protagonista de la novela XYZ de Clemente Palma, un nuevo Frankenstein? Si bien, ambos comparten la desgracia final que los lleva a su destrucción, ¿es esta de la misma naturaleza? El trabajo se centra en el posible poder destructor de la ciencia: fuente de vida y de aniquilación al mismo tiempo. Se plantea como hipótesis que en XYZ hay una visión escéptica y desesperanzadora de la ciencia, puesto que es el ejercicio de la ciencia lo que finalmente destruye al científico, algo que no ocurre en Frankenstein, pues la tragedia del estudiante de Ingolstadt se origina no en el éxito de su experimento, sino en la actitud hacia su criatura.