(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2017) Siveroni, Viviana
En los Andes, el tema del tráfico caravanero prehispánico ha sido ampliamente estudiado especialmente en el norte de Chile y en el noroeste argentino. En el Perú, en cambio, las investigaciones arqueológicas tradicionalmente llegaron sólo a esbozar aspectos muy generales de los modos de explotación de los rebaños de camélidos. Recientemente, varios investigadores han aportado nuevas propuestas sobre el modo de tenencia de camélidos durante la época prehispánica en la Costa Norte, los que se basan en buena cuenta en estudios isotópicos de colecciones óseas. Este artículo pretende aportar al tema añadiendo detalles sobre otro caso prehispánico diferente de tenencia de camélidos, esta vez de la Costa Sur peruana. El punto de partida de esta reconstrucción son las primeras evidencias arqueológicas de campanas cerámicas de la cuenca norte del río Grande de Nasca, la que se complementa con información de ejemplares adicionales provenientes de otros sitios de la región. Este grupo inicial de campanas proviene del sitio arqueológico Ciudad Perdida de Huayuri, en la quebrada de Santa Cruz, y se asocia particularmente al Horizonte Tardío (1470-1532 AD). Luego de un análisis del contexto en las que se encontró, sostengo que las campanas cerámicas se usaron como campanas de llamas (Lama glama) o cencerros, y a la luz de información etnográfica, su presencia en Huayuri sugiere la participación de las unidades domésticas en la organización del tráfico caravanero. A un nivel interpretativo más general, y a la luz de documentos coloniales tempranos y de la distribución espacial de los ejemplares adicionales, se sugiere la existencia de un eje de circulación norte-sur a lo largo de la costa atravesando el desierto de Nasca e Ica, quizá extendiéndose desde Ica al norte hasta Arequipa al sur.
(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2017) Lane, Kevin; Huaman, Oliver; Coll, Luis; Pullen, Alexander; Beresford-Jones, David; French, Charles
Las investigaciones iniciadas en el año 2014 en el Cerro San Bernardo (ACO3; 2000 metros sobre el nivel del mar) y Challaca (CH1; 2015 metros sobre el nivel del mar) nos han permitido hallar los primeros sitios Nasca (260 a.C a 640 d.C.) en la ecozona yunga de la cuenca alta del río Ica. Los dos sitios también registran la posibilidad de una ocupación aún más temprana que se remonta al Horizonte Temprano (840 a 260 a.C.). Estos dos sitios se ubican sobre cerros pequeños, que están conformados principalmente por granito, y que se localizan al norte y sur sobre los márgenes de la cuenca alta del río Ica. Desde estos sitios, se puede divisar una extensa área de cultivo que se extiende desde los cerros al este, hasta el oeste y el límite del cañón de Challaca-Tiraxi, la cual podría estar bajo su control. Geográficamente, el cañón divide la sierra de Ica del área costera, a partir de lo cual le brinda una ubicación geopolítica importante. Es posible que la localización estratégica de este enclave Nasca en la sierra de Ica haya sido para controlar el acceso desde las sociedades costeras a los sectores de la sierra, mientras se nutría de los recursos de esta rica zona alta. Probablemente, la ocupación de este punto estratégico se inició durante el Horizonte Temprano (840 a 260 a.C.), lo cual significaría una presencia larga por parte de los grupos costeños en la sierra. Ante este contexto, el objetivo del presente trabajo es indagar sobre los patrones de control, interacción y el tipo de frontera entre los Nasca y los grupos culturales serranos, vecinos, sincrónicos, aportando nuevas evidencias sobre la presencia Nasca en la cuenca alta del río Ica.
(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2017) Llanos Jacinto, Oscar Daniel
Salvo raras excepciones, la sociedad paracas del valle de Ica ha sido largamente estudiada a partir de materiales descontextualizados, entre los cuales destaca la cerámica recolectada de excavaciones clandestinas de tumbas en la cuenca deOcucaje. A partir del análisis estilístico de estas piezas, que incluyeron también especímenes nasca, se elaboró una hipótesis que suponía un origen nasca a partir de los paracas, expresado en el conocido axioma «transición paracas-nasca». Los trabajos realizados en Cerro Córdova y aquellos que desde 2009 se realizan en Ánimas Altas en el marco de las investigaciones de los autores son los primeros de carácter sistemático en el valle bajo de Ica. Los contextos arqueológicos recuperados no reflejan ese proceso de transición cultural, sino, más bien, un proceso de paralelismo cultural seguido de una dinámica de readaptación cultural. Desde esta perspectiva, los paracas del valle de Ica se adaptarían a los nuevos esquemas político-religiosos y hegemónicos que comenzaron a configurarse durante los inicios del Intermedio Temprano en la cuenca del río Grande de Nasca, y que caracterizaron a la entidad nasca.