(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2019-12-10) Cadwallader, Lauren; Arce Torres, Susana; Pullen, Alexander G.; Beresford-Jones, David G.
Hasta hace poco, la transición entre el final de la época Paracas (380-260 a.C.) y la subsiguiente Nasca Inicial (260 a.C.-80 d.C.) de la costa sur del Perú, se ha estudiado principalmente a través de los restos funerarios y los análisis del patrón de asentamiento. Sin embargo, si intentamos entender los mecanismos socio-culturales y políticos que subyacen a estos cambios grandes, necesitamos un mejor conocimiento de los detalles de la vida cotidiana de aquella gente. Con información de recientes investigaciones, aquí pretendemos contribuir al entendimiento de la ocupación semipermanente de un sitio Ocucaje 9/10-Nasca 1, (Samaca 1004) en la Cuenca de Samaca, en la parte baja del valle de Ica. El sitio se encuentra sobre la pampa, en el borde de la cuenca, aproximadamente a 80 metros por encima de la planicie aluvial del actual río Ica y distante de cualquier fuente de agua. El sitio está asociado con una serie de geoglifos trapezoidales marcados en la superficie de esta pampa.
(Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial, 2019-12-05) Peters, Ann H.; Tomasto-Cagigao, Elsa
Paracas apareció en la historia de los estudios arqueológicos luego de las excavaciones de Tello en sitios habitacionales y cementerios intrusivos localizados en la península de Paracas. Tello dividió la cultura material encontrada en estos sitios en dos fases, ambas definidas como Paracas: Cavernas, con sus tumbas en forma de botella, cerámica policroma con decoración de resinas aplicadas poscocción sobre espacios delineados con incisiones, textiles con decoración lineal e iconografía con rasgos similares a Chavín. Luego, Necrópolis, con sus entierros intrusivos de fardos funerarios en estructuras domésticas, cerámica monocroma, generalmente con engobe, textiles bordados con diseños lineales y en bloques de colores, iconografía similar a la de Nasca (Paul 1991; Silverman y Proulx 2002; Tello 1929, 1959; Tello y Mejía Xesspe 1979). Si bien existen muchas diferencias en la cultura material atribuida a estas dos fases, el uso del término Paracas para ambas ha contribuido a la falsa impresión de una fuerte continuidad entre ellas, al punto de ser consideradas expresiones artísticas de sociedades que compartían una tradición cultural común (Menzel et al . 1964). Por otra parte, la cultura material de Nasca, la época subsiguiente, es lo suficientemente distinta como para que Nasca sea considerada como un desarrollo cultural diferente a Paracas. Y aunque existe consenso respecto a la fuerte relación entre Paracas y Nasca, todavía no se han encontrado todas las respuestas referentes a la naturaleza de dicha relación (Paul 1991). De esta manera, aunque los conceptos de «cultura Paracas» o «cultura Nasca» son cómodos para usarlos en los libros de difusión, no se debe permitir que impidan el análisis de la diversidad social y las complejas interacciones dentro y fuera de la costa sur-central. En este contexto, el estudio de la etapa que trascurre entre Paracas y Nasca, la que marcaría la «transformación» de la una hacia la otra, es crucial y ofrece innegables atractivos para la investigación del cambio y la continuidad en los procesos culturales.