Proyectando distancias poéticas en personas y lugares reales
Fuente
Franqueando fronteras : Garcilaso de la Vega y La Florida del IncaAbstract
Durante cuatrocientos cincuenta años la ruta que siguió Hernando de Soto a través del sudeste de Norteamérica ha despertado el interés tanto de colonizadores y académicos como de corredores de bienes raíces. Se han gastado enormes cantidades de tinta argumentando a favor de una u otra ruta. Sin embargo, durante unos cuatrocientos años, los esfuerzos más serios por reconstruirla contaban con una sola fuente, las crónicas de la expedición de De Soto escritas por dos o más de un total de cuatro autores: Hernández de Biedma, el contador de la expedición (1544); un desconocido hidalgo de Elvas (1557); el Inca Garcilaso de la Vega (1605); Rodrigo Rangel, el secretario de Hernando de Soto, cuyo relato contó al cronista Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés y se publicó por primera vez en el siglo XIX. Existe una vasta literatura moderna —a la cual se suma evidencia arqueológica y de otros tipos— que explica de qué manera cada una de estas fuentes utilizó los nombres de los lugares, las distancias y las direcciones para establecer la ruta.1 Los esfuerzos más recientes, sin embargo, no constituyen mi preocupación principal. Más me interesa el problema de la construcción y la transmisión del conocimiento: cómo y por qué la ruta fue reconstruida en una época en la que existían razones muy diferentes para preguntarse por dónde había pasado De Soto. Me propongo mostrar que, en particular, la crónica del Inca Garcilaso —irónicamente considerada imprecisa en lo que respecta a la geografía y a otros muchos aspectos— ha tenido, durante más de trescientos años, una marcada —aunque poco reconocida— influencia en las ideas acerca de esta ruta.
Descripción
Páginas [99]-120