Circunstancias morales : tolerar y aceptar
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Tolerancia : sobre el fanatismo, la libertad y la comunicación entre culturasAbstract
La filosofía suele situar el discurso moral, sin cuestionarlo, en los actos de las personas, esto es, en las conductas atribuibles a sujetos individuales. Este enfoque familiar, determinado por el interés en la responsabilidad, tiene una innegable justificación. Lo hemos heredado de la tradición y está incorporado al sentido común de la civilización cristiana. Tal punto de vista sobre el asunto de lo moral admite que se lo extienda a las actitudes y costumbres de los agentes. Pero ha solido excluir la consideración de circunstancias que por diversos motivos adquieren para nosotros un sentido específicamente moral. Nuestra condición cismundana, por ejemplo, uno de los contextos amplios de toda conducta posible, no es nunca examinada desde el punto de vista de su relevancia moral. Que los sujetos morales tengamos una sola existencia y que ella habrá de desarrollarse precisamente aquí en la tierra, tal circunstancia, por inesquivable, parece no necesitar escrutinio de ninguna clase. Sin embargo, tanto nuestra mortalidad como nuestra existencia terrena son el horizonte1 constante del sentido que posee el ejercicio de la libertad implicado por la acción moral. Cuando en el siglo pasado se dijo «estamos condenados a ser libres» se mencionaba un rasgo decisivo de nuestra condición. Muy pocos vivimos esta vida como preparación para otra o como antecedente para ganar la eternidad. Declaramos que sería sensato mirar más allá de la oportunidad singular y situada aquí de que disponemos, pero no asumimos esta perspectiva debido a las urgencias y las sorpresas del vivir sin ensayo previo. Una moral centrada en la responsabilidad por los actos ocurre en el marco de condiciones generales de la acción que la teoría pasa por alto.
Descripción
Páginas 65-72