Estudio de caso : Bárbaro Rivas y el rol de la crítica de arte en la valoración de un pintor ingenuo
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Abstract
Se analiza cronológicamente la contribución de diversos autores en la creación de la personalidad artística de Bárbaro Rivas, destacándose entre ellos Francisco Da Antonio, Juan Calzadilla, Alfredo Boulton, José Antonio Rial, Sofía Ímber, María Elena Ramos, José María Salvador, Anita Tapias, Miguel Von Dangel y Rafael Romero. En este proceso de sesenta años de recepción crítica se distinguen cuatro etapas: la primera, de “creación libre”, va de 1923 a 1949, cuando la intención del artista operó bajo la protección natural de su propio anonimato; la segunda, o “descubrimiento”, sigue hasta la primera aparición pública de Rivas en 1956; la tercera, caracterizada por premios oficiales y exposiciones internacionales, es llamada la “época dorada” y se extiende hasta la muerte del artista en 1967; y la última etapa, o “entrada en la historia”, es la que continúa hasta el presente.
Luego de analizar los diferentes horizontes de recepción crítica en torno a Bárbaro Rivas, quedan claras al menos dos cosas: la primera de ellas es que entre las décadas del cincuenta y sesenta pesó mucho la intervención de personajes con los más diversos intereses. En la valoración de los pintores espontáneos convergió el interés de un gobierno autoritario y de arraigo nacionalista, así como también el de nuevos sectores partidistas enfrentados por sus posturas políticas y estéticas. Rivas fue reseñado al mismo tiempo por personajes de franca orientación revolucionaria, promotores de una figuración socialmente comprometida como Da Antonio y Calzadilla; y por representantes de la élite económica, como Boulton y Uslar Pietri, quienes promovieron la apertura hacia un formalismo políticamente alineado con los ideales de modernidad y progreso que caracterizaron el ensayo democrático venezolano.
También queda claro que, en la medida que Rivas ha superado la prueba del tiempo, es necesario descartar que éste sea sólo una elaboración de la crítica y reconocer en él alguna calidad artística particular. Al menos se puede asegurar que su obra tiene la propiedad de permitir múltiples lecturas. Ha sido llamado repentista, autodidacta, espontáneo, primitivo, ingenuo y hasta expresionista, en virtud de cierta diferencia cualitativa que le separa de quienes ensayaron una representación minuciosa y rudimentaria del mundo de los oficios y las tradiciones populares. En última instancia, esa polivalencia de Bárbaro Rivas puede ser, justamente, la calidad artística que le ha permitido mantenerse vigente hasta el presente.