El trabajo analiza el libro Poderes secretos (1995) de Miguel Gutiérrez ―híbrido entre ensayo y novela―, que se estructura como un palimpsesto de manuscritos; es decir, como la superposición de textos o actos de escritura cuya producción está condicionada a procesos hermenéuticos particulares. La estructura permite que el narrador postule la escritura literaria como un “archivo alternativo” y, en ese sentido, como un acto de resistencia. La escritura entendida de este modo es el mecanismo por el cual el autor cumple su objetivo de consolidar la superioridad del discurso literario frente al histórico. Se estudia así la identificación y puesta en práctica del “estilo” de contra-escritura como el código que engendra un proceso de imitación ―en términos de Gérard Genette―, un número de hipertextos constituidos como actos de resistencia. Se analiza también la disolución de las fronteras entre ficción y realidad, lo que supone el reconocimiento de la literatura como el espacio que permite la emergencia de verdades “alternativas”, desechadas o silenciadas por la versión oficial de la historia.
Los cuentos de Leopoldo Lugones estudiados en el trabajo forman parte de Las fuerzas extrañas (1906). En todos ellos la hibridez se propone como una tensión de opuestos que se revelan aparentes: el afán del progreso y la potencia nunca arcaizante del pasado y la tradición; los procedimientos institucionalizados de la ciencia y los saberes que, por comodidad, se llaman “alternativos”; el éxito del descubrimiento científico, enraizado en la posibilidad de hacerlo público, propiedad de la humanidad. El trabajo presupone que una de las condiciones de esta hibridez, como realidad conceptual o histórica, es el diálogo. La manera como Lugones dispuso una matriz finita de variables narratológicas y temáticas, que brinda la oportunidad de analizar la forma cómo estos cuentos establecen puentes y cómo la ciencia interroga a la literatura.