dc.description.abstract | El carácter perenne de la discusión en tomo a la definición de identidad, y en el caso peruano, de la búsqueda de la identidad, implica que éste es un problema actual que aún no encuentra solución. Si definimos identidad como conciencia histórica, como percepción del origen y tradición relativos. a una sociedad étnica, política e ideológicamente unida (Müller-Karpe 1982: 2), vemos que esta postulada unidad en el caso del Perú es en sí problemática. Si bien una parte de la población se identifica con algún país occidental y sigue consciente de sus raíces fuera del Perú, la gran mayoría tiene que identificarse con orígenes propios. Muchos de ellos, sin embargo, carecen de una tradición consciente, su memoria se desvanece rápidamente y se pierde en el mito. Si bien sería conveniente establecer un puente hasta los incas históricos de unos quinientos años atrás, este vínculo no es directo ya que la distancia temporal excede largamente su capacidad histórica disponible. Podríamos preguntamos si este defecto se debe a lo que el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss ha llamado sociedades frías, sociedades sin historia (Lévi-Strauss 1966: 234). El indigenismo trata de resolver este problema al percibir una especie de modelo del "hombre andino" que se origina en un substrato de gran antigüedad no precisada, caracterizado por una unidad primordial de raza, lengua y religión. Estos componentes contienen, casi genéticamente programados, todos los elementos que lo caracterizan en la actualidad y le permiten mantenerlos inafectados por el tiempo. Su conciencia, por tanto, es casi genéticamente preestablecida, no es un fruto cultural ni histórico; es más bien, una hipotética construcción sintética de espacios y tiempos supuestamente inalterados que le niega al individuo su afán de cambio ya que le convierte en parte de su medioambiente, el cual igualmente parece mantenerse inalterado a pesar de los milenios. | es_ES |