dc.description.abstract | El modo en que ha sido planteada la cuestión que nos convoca -¿Por qué leer filosofía hoy?- me obliga a hacer tres observaciones preliminares. La primera es que la pregunta peca de cierta ingenuidad, pero que lo hace en el doble sentido de la palabra: en un sentido negativo, en la medida en que encierra no pocos estereotipos, y en un sentido positivo, en la medida en que sirve de expresión a una pregunta genuina. Entre los estereotipos se hallan, por lo pronto, aquellos que nos inducen a imaginar una supuesta necesidad de leer filosofía, como parte del canon cultivado que imponen las modas y los medios. Ya en exposiciones anteriores se ha dejado en claro que la filosofía está reñida con los estereotipos, por lo que no cabe sino expresar reservas ante una tal interpretación. A lo mejor valdría la pena convertir la pregunta misma en materia de análisis y desconfiar de las pretensiones de actualidad que ella parece querer, ingenuamente, transmitir. Pero, si ese es el sentido negativo de la ingenuidad de la pregunta, esta puede tener también un sentido positivo. En cuestión puede estar simplemente la relevancia de la filosofía para la comprensión de los problemas de la actualidad, o el interés por averiguar si los autores más clásicos pueden tener todavía algo que decirnos. En este segundo sentido, la pregunta ingenua es una invitación franca a dar cuenta de lo que merece la pena saberse, hoy en día, de la filosofía. Mi segunda observación preliminar es que se puede tener razones para leer filosofía hoy, en particular para leer a Hegel hoy, pero no precisamente con la intención de seguirlo, sino de combatirlo. Como veremos, es el caso de más de un autor. Se expresa así un interés que podríamos llamar negativo: una suerte de advertencia sobre los peligros que encerraría la filosofía de Hegel y de los que sería preciso ser conscientes para librarnos de su influencia. Esto ha ocurrido casi desde el momento en que Hegel empezó a escribir. Ocurrió con Marx, marcó también la temprana división entre la «derecha» y la «izquierda» hegelianas, continuó luego con Kierkegaard y con muchos otros filósofos, hasta llegar a los actuales conjuros contra Hegel por parte de los filósofos postmodernos. Hay, incluso, casos extremos y hasta pintorescos, como el de la filósofa italiana Carla Lonzi, que ha escrito un libro con el título Escupamos sobre Hegel, y que lleva por subtítulo La mujer clitórica y la mujer vaginal. Un interés negativo, sin embargo, no deja de ser un interés, y puede ser revelador del ámbito de referencias del que se nutre la discusión filosófica actual. Mi tercera observación preliminar se refiere al modo en que vamos a proceder en esta exposición. En primer lugar, a manera de preámbulo, les propongo visitar el gabinete de estudio de Fausto, en la obra de Goethe, para analizar juntos una escena en la que Mefistófeles se pronuncia sobre el sentido de la filosofía. La escena, que el propio Hegel cita en sus escritos, es muy aleccionadora, pues nos muestra con claridad uno de los propósitos centrales que él se propone perseguir en su filosofía. Del preámbulo vamos a extraer lo que llamaremos la Tesis de Mefistófeles y Hegel. Y dedicaremos luego la exposición a analizar cómo esa tesis se pone en práctica en los diferentes campos de los que se ocupa la obra del filósofo. | es_ES |