Comunicar para desestigmatizar : iniciativas desde la comunicación para promover la inclusión social de personas con afecciones mentales en Lima Metropolitana
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Abstract
En nuestro país, las personas con afecciones mentales constituyen un grupo humano
especialmente vulnerable, debido al fuerte estigma que se presenta hacia ellos y a la falta
de reconocimiento de sus derechos.
En la actualidad, cuatro de cada diez peruanos presentaría problemas relacionados a la
salud mental a lo largo de su vida, según las últimas estadísticas desarrolladas por el
Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado - Hideyo
Noguchi: esto implica a más de once millones de personas. (MINSA, 2012) No obstante,
las políticas públicas en salud mental cuentan con un fuerte carácter de postergación en el
Perú, lo cual ha resultado en las precarias condiciones para su atención y tratamiento en el
país.
Desde el punto de vista financiero, la salud mental en el país cuenta con un presupuesto
insuficiente: se trata de un promedio del 1.5% del presupuesto del Ministerio de Salud, que
a su vez significa una inversión promedio anual de nueve soles per cápita. (Piazza, 2014)
Estos datos se encuentran por debajo de la inversión mínima recomendada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) para países de medianos ingresos, como el Perú
(de 6% a 12% del presupuesto de salud, y de 20 a 26 nuevos soles per cápita). (Piazza,
2014) Además, el 98% del presupuesto de salud mental está dirigido a actividades
asistenciales, concentradas en las instituciones psiquiátricas de Lima; los recursos
destinados a las actividades preventivas, promocionales y de atención comunitaria son
mínimos. (OMS, 2008: 31)
La presente investigación busca evidenciar que el estigma hacia la salud mental contribuye
en gran medida con esta situación, ya que limita la generación de una cultura
sensibilizadora, que fomente la promoción y prevención. Asimismo, se presenta un modo
alternativo de ver a la comunicación en salud mental, la cual la constituya como el eje para
lograr un cambio a nivel de conocimientos, actitudes y prácticas; el fin último es la
desestigmatización de la salud mental, de modo que se dé un paso adelante hacia la
inclusión social de las personas con afecciones mentales en nuestro país.