(Pontificia Universidad Católica del Perú. Departamento de Ingeniería, 2022-07-12) Muñoz, Alejandro; Tinman, Marcos
Esta es una grata historia de cooperación entre dos de las actividades más antiguas y nobles: la
medicina y la ingeniería.
En 1909, tres años después del terremoto de San Francisco, el médico inglés J.A. Calentarients
escribió una carta al director del Servicio Sismológico de Chile. En una muestra de que las grandes
ideas no son siempre producto del rigor matemático y los estudios científicos, el médico
Calentarients sugería construir edificios sobre capas de arena fina o talco para permitir que las
edificaciones puedan deslizarse y esquivar los rigores del movimiento del suelo en un terremoto.
Calentarients creía que este sistema de construcción podía usarse para proteger las “edificaciones
sustanciales”, ya que “la severidad de un sismo perdía significancia” al permitir su
deslizamiento.
Lo que el visionario médico inglés imaginó hace más de 100 años es hoy realidad, y los ingenieros
civiles diseñan y construyen racionalmente hospitales con aislamiento sísmico en las zonas
de alta sismicidad. La capa de arena o talco de Calentarients es hoy un conjunto de dispositivos
denominado “la interfaz de aislamiento” sobre los cuales se construye el edificio aislado.