De profeta a criminal y de bestia a persona: las contribuciones de la desmitificación de Abimael Guzmán
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Abstract
Hay un hacha dentro de todas las personas. Tal y como la dignidad es aquello que,
desde el centro, irradia sentido a la defensa de los derechos de todos y todas, lo es
también el hacha, porque esa capacidad para la violencia indica un rasgo inherente
del ser humano. En demasiadas ocasiones, tal capacidad encuentra su concreción
en la destrucción del otro.
Al ser humano también se le puede comprender a través del hacha. En otras palabras,
es posible entender al ser humano a través del uso que hace de su violencia. Esta vía
de comprensión abre la posibilidad de incorporar a la reflexión esa dimensión del ser
humano que transgrede al otro. Pero ¿por qué es pertinente esa incorporación?
La historia peruana reciente ha sido marcada por un hecho traumático: el baño de
sangre que sufrimos durante la sublevación del proyecto sanguinario de Sendero
Luminoso. A partir de ello, se hace evidente que tales abusos -asesinatos, masacres,
arrasamiento de comunidades, violencia sexual contra mujeres y niñas, torturas,
tratos crueles, inhumanos y degradantes, reclutamiento forzado de menores de edad,
secuestros- constitiuyen crímenes de lesa humanidad y no únicamente actos de
terrorismo que fueron provocados y ejecutados sostenidamente por Abimael Guzmán.
Ellos aún influyen en la experiencia de la actualidad. De esa manera, el tema de esta tesis es el siguiente: cómo la desmitificación de
Abimael Guzmán funciona como mecanismo de Reparación Simbólica, en tanto
alumbra la verdadera dimensión del victimario. La intención es atravesar el mito del
híbrido para recoger componentes de veracidad, y así coadyuvar a un duelo que
reconozca la verdadera dimensión del perpetrador. Este movimiento impide dejar en
el olvido la realidad común del victimario.