Representación de la figura materna en niños cuya madre falleció a causa de una enfermedad
Acceso a Texto completo
Abstract
La vida de toda persona está fuertemente marcada por las experiencias de su
infancia. En los primeros años se establecen las bases para el desarrollo de la
personalidad, siendo los vínculos con los cuidadores principales, sobre todo las
representaciones mentales de los mismos, los ejes fundamentales sobre los que se
construirá el mundo psíquico. Es así que experiencias relativamente satisfactorias
con personas significativas en la infancia conducirán a representaciones
afectivamente positivas, instaurando las bases para un desarrollo saludable de la
personalidad (Blatt, 2003).
Es de esperar que un niño que se desarrolla en un ambiente facilitador, con
padres suficientemente buenos, sea un individuo con un desarrollo mental saludable
(Winnicott, 1994). Cuando los padres están presentes le brindan amor y cuidado, se
ofrecen como figuras identificatorias, y a la vez frustran adecuadamente a sus hijos,
promueven su salud mental. (Hoffman, Paris & Hall, 1995).
Lamentablemente, en la realidad existen diversas circunstancias que pueden
interferir con este ambiente facilitador, generando obstáculos e impedimentos en el
desarrollo del aparato psíquico del niño (Winnicott, 1994). Entre estas circunstancias
es posible señalar la muerte de uno de los padres como una de las experiencias más
difíciles por las que puede pasar un niño (Blatt, 1995). De estas muertes, podemos
pensar que la de la figura materna será especialmente difícil por la importancia del
vínculo temprano entre el niño y su madre (Bowlby, 1958; Stern, 1997; Winnicott,
1962).