Más allá de la indeterminación estética: Una lectura crítica a la teoría de Rancière sobre el arte y la política
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Abstract
Esta tesis propone una lectura y evaluación crítica de la propuesta de Jacques
Rancière de dar una solución a las tensiones históricas y actuales entre el arte y la política.
Para esto Rancière ofrecerá el concepto de régimen estético del arte, que definirá lo
estético ya no como belleza o sensibilidad, sino como la indeterminación de lo que es
propio del arte que caracteriza a la modernidad. Este concepto servirá para realizar una
relectura de la historia del arte moderno y contemporáneo, así como para entender la
politicidad del arte de tal manera que no implicará ni una renuncia a la calidad y
búsquedas formales de un arte puro, ni tampoco un alejamiento de las contradicciones y
antagonismos sociales. Mi objetivo es evaluar esta “solución” investigando más
precisamente qué se quiere solucionar, cómo se soluciona y si esta solución está a la altura
del problema que se plantea. Para esto divido mi tesis en tres capítulos. El primero es una
reconstrucción del debate moderno sobre las relaciones entre arte y política; que me
servirá para comprender el estado del problema del arte político al que se enfrenta
Rancière. El segundo es una lectura cercana de la obra de Rancière que concluye que su
solución se basa en las relecturas gemelas de los conceptos de la estética y de la política,
que se relacionan a través de una lógica de la indeterminación. El tercer capítulo plantea
una evaluación a este principio de la indeterminación, donde se visibilizan dos problemas
teóricos en el pensamiento de Rancière que lo llevan a generalizar el principio de la
indeterminación tanto en el arte y la política, lo que termina ocluyendo dimensiones de
lo estético y lo político que son importantes para pensar la historia del arte moderno, así
como la transformación social. El primero de estos problemas es la deshistorización de
las temporalidades específicas que operan en el marco temporal e institucional del
régimen estético (la vanguardia, el modernismo y lo contemporáneo) en un solo principio
que es, además, políticamente inocuo respecto a la temporalidad del capitalismo
contemporáneo. El segundo es un sesgo antisociológico que impide una mayor
profundidad sociohistórica a sus conceptos estéticos, así como lo lleva a ignorar la
dimensión estética existente en los proyectos políticos. Finalmente, estos problemas
también lastran la operatividad política del arte político “ranciereano”, así como la
justificación normativa de su teoría de la emancipación.