Izurieta, Clara2023-04-052023-04-052011https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/191479Páginas 102-105La artista de la familia era mi hermana Ana María. Salía siempre a recitar en el colegio y en las reuniones familiares. Cuando ingresó a la Universidad Católica se inscribió de inmediato en el TUC. En agosto de 1962, Ricardo Blume estaba por estrenar el auto sacramental La siega, de Lope de Vega, en el patio de la casona de Riva-Agüero y le pidió reemplazar a la actriz que hacía el papel de la Fe. Ana aceptó encantada (y asustada). Los ensayos eran de noche, cuando concluían las actividades del Instituto Riva Agüero y de la Facultad de Derecho, donde yo estudiaba. Escuchar a oscuras, bajo el cielo, los versos de Lope, fue una revelación maravillosa por la dulzura del diálogo entre el Señor y la Esposa, interpretados por los jóvenes y bellos Hernán Romero y Lucila Ferrand, y por la interpretación de la Soberbia y la Envidia, a manos de Violeta Cáceres y Madeleine Zúñiga.spainfo:eu-repo/semantics/openAccesshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/pe/Teatro de la Universidad Católica (Pontificia Universidad Católica del Perú)--Historia--1961-2010Tocada por la magiainfo:eu-repo/semantics/bookParthttps://purl.org/pe-repo/ocde/ford#6.04.01https://doi.org/10.18800/9789972429682.011