Cisneros, Luis Jaime2023-04-272023-04-271993https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/193039Páginas 17-29En feo día de prefigurado y lluvioso recuerdo (pero no en otoño) iba a morir en París César Vallejo. Morir en París es un accidente previsible para cualquiera. Pero morir en París y continuar viviendo es la materialización feliz de una profecía singular sólo a los vates reservada. Ahora que iniciamos la reflexión sobre lo que para los americanos han significado estos 500 años ya vividos, vemos bien qué profunda ha sido para esta lengua europea nuestra la persistente orfebrería con que la remodelaron y enriquecieron quienes, como Darío y como Vallejo, recrearon con auténtico vigor americano (fruto de tierras ubérrimas y de razas fecundas) el brío que ya en el verso había logrado asegurarle un día el místico San Juan de la Cruz o el genio poético de Quevedo. "Qué extraña manera de estarse muerto" (Trilce, LXXV) el poeta, ahora que lo re vi vimos a cien años del día primero de su historia municipal. A Vallejo se lo siguen disputando quienes reclaman sus restos para alimentar acá, en tierra peruana, las pasiones que le han inventado después de muerto. Sí, es verdad que él había advertido cuánto y muchísimo quedaba por hacer; pero a nadie preocupa hacer las cosas que él habría hecho, y pocos han continuado las que él inauguró. Le han querido copiar el estilo y una que otra muestra de riesgosa sintaxis, y poco se han ocupado de penetrar en sus ideas y en su rico y coruscante mundo interior.spainfo:eu-repo/semantics/openAccesshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/pe/Escritores peruanos (Vallejo)Una lanza por Vallejo, Chroniqueurinfo:eu-repo/semantics/bookParthttps://purl.org/pe-repo/ocde/ford#6.02.00https://doi.org/10.18800/PQ8497.V24.001