Solar, Salvador del2023-03-092023-03-092017https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/190330Páginas 279-287La sensación que tengo ahora es que el país no ha dejado de cambiar. Nací en 1970 y recuerdo la imagen del general Velasco Alvarado hablando por la televisión en blanco y negro, y el encendido de la televisión y la despedida en quechua. En 1980 vi una foto del presidente mexicano de entonces y pregunté a mi mamá: «¿Por qué el presidente mexicano no tiene uniforme?». En mi cabeza eso era lo normal, así como era normal en esa época pensar que el Perú iba a los mundiales. El país cambió y, al crecer yo un poco más, supe que el país había cambiado radicalmente a partir del año 68. Con Fernando Belaunde en su segundo gobierno, vi cómo el Perú volvió a cambiar de manera radical, apenas iniciado ese regreso democrático, con la violencia y posteriormente con la hiperinflación del primer gobierno de García. Luego vino esa especie de promesa, la ilusión de un cambio propuesto por la candidatura de Mario Vargas Llosa. Y fue otro el cambio que nos llegó, bastante abrupto también, que otra vez acabó quitándole opciones a la democracia, discontinua hasta ese momento. Esa discontinuidad me habla de un cambio que no deja de suceder, lo cual no quiere decir que no haya un cambio que podamos desear.spainfo:eu-repo/semantics/openAccesshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/pe/Realidad nacional--Perú--Siglo XX-XXIDemocracia--Perú«Quisiera un Perú que dé un salto al nivel de civilización democrática, donde haya espacio para discrepancia y que esto lo cuidemos porque es para los que conviven con nosotros, pero también para los que vienen después»info:eu-repo/semantics/bookParthttps://purl.org/pe-repo/ocde/ford#6.01.01https://doi.org/10.18800/9786123172749.024