Caravedo, Baltazar2023-03-092023-03-092017https://repositorio.pucp.edu.pe/index/handle/123456789/190341Páginas 189-200La idea de que el mundo puede cambiarse no vino de pronto sino que fue un proceso gradual. Empezó con las historias que mi padre nos contaba respecto de nuestros antepasados familiares. En su relato, mi tatarabuelo por el lado paterno —que llevaba el mismo nombre que yo— había luchado por la independencia del Perú. Con 16 años se enroló en el ejército de San Martín cuando este desembarcó en Pisco en 1820; estuvo en las batallas de Junín y Ayacucho. En el ejército peruano hizo una dilatada carrera, participando en revueltas y golpes de estado; llegó a general. Cuando integró el consejo de guerra que juzgó a Salaverry, se negó a firmar la sentencia de muerte, lo que le valió que lo deportaran. Fue diputado en la época de Castilla, pero renunció por no estar de acuerdo con lo que venía haciendo el parlamento y tuvo una conducta en favor de los que menos poder tenían. Cuando el general Mariano Ignacio Prado lo envió a Huancané a debelar las acciones en contra de los terratenientes, mi tatarabuelo se declaró a favor de las demandas de los campesinos.spainfo:eu-repo/semantics/openAccesshttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/pe/Realidad nacional--Perú--Siglo XX-XXIPolíticos peruanos--Perú--Relatos personales«La dedicación a la vida partidaria y a la búsqueda del poder puede ser como una adicción que difícilmente se deja. No se es capaz de escuchar; se pierde la conciencia reflexiva; muchas veces, la dignidad»info:eu-repo/semantics/bookParthttps://purl.org/pe-repo/ocde/ford#6.01.01https://doi.org/10.18800/9786123172749.016