Actas del IV Congreso Internacional de Etnohistoria. Tomo II Copyright © por Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Av. Universitaria, Cuadra 18 s/n., San Mi­ guel. Lima, Perú. Tlfs. 460-0872 y 460-2291 - 460-2870 Anexos 220 y 356. Derechos reservados ISBN - 9972-42-133-3 Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. Impreso en el Perú - Printed in Perú. El Tucumán colonial y charcas. Nuevos aportes Ana María Lorandi Universidad de Buenos Aires Pretendemos aquí ofrecer una síntesis de los desafíos metodológicos que enfrentaron los investigadores del Progra­ ma de Etnohistoria Andina, del Instituto de Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Estos forman parte de una experiencia colectiva que, con sus aciertos y sus dudas, deseo compartir con los colegas. Por cierto que esta no ha sido una experiencia en soledad, sino que nos hemos beneficiado de los trabajos de otros especialistas, sobre todo de aquellos que investigan las poblaciones que ocupaban el actual territorio bo­ liviano. Para el caso de los estudios del noroeste argentino, en -cambio, podemos reconocer sin falsa modestia que dimos el puntapié inicial de una visión renovada, debido a que en el momento que comenzamos no existían investigaciones con el mismo enfoque etnohistórico y estas circunstancias nos obliga­ ron a aplicar mucho más esfuerzo e imaginación. En este senti­ do, hemos trabajado en casi todos los casos con lo que Carlo Ginzburg (1994) ha llamado el método "indicial": buscar las evidencias en los datos secundarios tanto o más que en los pri­ marios. Y debemos reconocer que lo hicimos mucho antes de haber leído el artículo del notable italiano. Y no fue sólo una aventura teórica, sino fundamentalmente metodológica, apre­ miados por el imperio de las circunstancias. O hacíamos esto o no hacíamos nada y decidimos avanzar, tal vez con una cierta cuota de inconsciencia, a veces teniendo la sensación de que nos arrojábamos al vacío. 184 1.- El problema teórico Antes de entrar de lleno al tema propuesto, conviene ha­ cer algunas referencias teóricas que sustentan y justifican los enfoques metodológicos que hemos adoptado. Uno de los pri­ meros problemas que nos planteamos se refiere al espacio teó­ rico que se puede otorgar a nuestro noroeste dentro de la macroárea andina meridional. Este es un concepto elaborado por los arqueólogos, con base en el reconocimiento de los vín­ culos culturales que se observan entre las diversas sociedades que habitaban esta región, al menos desde Tiwanaku. En el pe­ ríodo subsiguiente, las comunidades altiplánicas continuaron manteniendo colonias en la costa o en los valles, o relaciones de intercambio con las comunidades que habitaban esos espa­ cios ecológicamente diferenciados. Esta práctica de control ver­ tical de recursos (Murra, 1975) o de intercambios (Browman, 1980; Assadourian, 1987) fue más intensa y visible entre las po­ blaciones del altiplano, las cuales necesitaban productos que no se podían obtener en las condiciones extremas donde resi­ dían sus núcleos. Pero éste no fue el único mecanismo utiliza­ do para resolver los problemas de control de recursos. Por el contrario, nuestros estudios (del Río, 1989) mostraron que exis­ tieron otras formas de "diversificación de riesgos" que opera­ ban en distintos niveles de complejidad política. Por ejemplo, en la nación Qharaqhara del repartimiento de Chaqui, los dis­ tintos grupos étnicos que la integraban, como los visisas, los macha, los chaqui, los caquina, los picachuri, etc., interdi­ gitaban tierras y recursos entre sí, o sea que~en muchos casos un grupo tenía suyus agrícolas o pasturas en las proximidades de las cabeceras de otro. Ana María Presta (1995) ha constatado ejemplos similares para la zona de Tarija, donde la ocupación de algunas de estas parcelas, ubicadas en territorios ajenos, se originó en los desplazamientos incaicos, pero otras pueden muy bien responder a un modelo de "diversificación de ries­ gos" mucho más antiguo. Aún se da el caso de distintos ayllus de un mismo grupo étnico que explotaban recursos en ámbitos discontinuos. Según Mercedes del Río estas prácticas muestran que la variedad de estrategias para maximizar el control de re­ cursos se encuentra en la base del éxito de las comunidades 185 altiplánicas para enfrentar posteriormente la coacción colonial y simultáneamente favorecieron la construcción de redes socia­ les más complejas y estratificadas que aseguraron la estabili­ dad de la complementaridad económica por medio de la regu­ lación política y ritual. En los estrechos valles del norte argentino el acceso a dis­ tintos pisos ecológicos y a sus correspondientes recursos podía lograrse mediante un control territorial continuo o en ambien­ tes que se encontraban a una o dos jornadas de distancia, al menos en algunas zonas. Por ejemplo, esto era posible en los valles Calchaquíes, desde donde se accedía fácilmente a la Puna por las quebradas del oeste o a los yungas de los cerros que delimitaban sus territorios por el este (Lorandi y Boixadós, 1987-88 y Lorandi et al, 1995; Lorandi y de Hoyos, 1994). Sin embargo, en la zona de la actual frontera argentino-boliviana, la obtención de los recursos de yunta exigía que los puneños y aun los atacameños tuviesen que instalar colonias o utilizar in­ termediarios para salvar las grandes distancias que los separa­ ban de las maderas, de las plumas o de los alucinógenos. En una reciente reunión de arqueólogos de Chile y Argentina, (Tilcara 1994), se discutieron las evidencias sobre estos inter­ cambios a grandes distancias. En qué medida estas prácticas de control a grandes distancias que observa la arqueología pue­ den ser probadas por la etnohistoria es harina de otro costal. En estos casos, el etnohistoriador necesita hacer una fina inter­ pretación de los datos para distinguir las colonizaciones en el nivel de las jefaturas, de aquellas que fueron promovidas por la intervención incaica. Puesto que ésta última no queda siem­ pre incuestionablemente aclarada en nuestras fuentes, obliga a la construcción de hipótesis alternativas, tal como lo hemos visto al estudiar las relaciones entre los omaguacas y los ocloyas (Lorandi, 1984). En este sentido, la "verticalidad", a pesar de las variaciones que la ecología imponía en cada caso, es uno de los rasgos andinos comunes que otorgaban unidad a la región. Pero debemos decir que, en general, hubo menor ne­ cesidad o capacidad política de instalar colonias o de realizar intercambios a largas distancias, excepto en el caso de las po­ blaciones puneñas, aunque debemos aceptar que en tiempos 186 prehispánicos se hayan producido con mayor intensidad o am­ plitud que en los coloniales. A su vez, esto pudo limitar la ne­ cesidad de organizar estructuras políticas más complejas y, consecuentemente, favorecer la perduración de cacicazgos con base territorial y demográfica más reducida que en el centro del altiplano y sus grandes valles mesotérmicos. Es por eso, entonces, que debimos discutir la problemática que se desprende de la existencia de sociedades complejas, otro de los rasgos que se encuentran en la base de la unidad del área, pero que se manifiestan con distintos grados de jerarquización interna. Es evidente que a medida que se avan­ za hacia el sur se pasa de estructuras políticas mu y estra ti­ ficadas a otras más simples y con menor caudal demográfico. En la zona altiplánica existieron señoríos, reordenados y rejerarquizados por la intervención inca, gobernados por jefa­ turas que se rodeaban de abundantes símbolos de poder. Segu­ ramente todavía hay mucho que hacer en este tema, sobre todo en lo referente al papel de la reorganización inca y el refor­ zamiento de los poderes curacales. Mercedes del Río ha anali­ zado el testamento de un curaca donde se enumera una abun­ dante parafernalia de bienes simbólicos, otorgados por los mo­ narcas cuzqueños, para legitimar las funciones estatales que se le habían asignado a uno de sus ascendientes (del Río, l990a). Es difícil encontrar curacas con similar grado de poder en el noroeste argentino, excepto tal vez en la Quebrada de Humahuaca y en los valles Calchaquíes, pero no tenemos prue­ bas documentales para afirmarlo. Los personajes más conoci­ dos como Viltipoco o Juan Calchaquí ejercieron liderazgos de gran amplitud geográfica, pero esto era evidente sólo en casos de confederaciones guerreras (Lorandi 1984; 1988a y 1988b). No hay pruebas fehacientes de que encabezaran estructuras in­ ternas muy jerarquizadas y es posible que en respuesta a la re­ sistencia que los chichas (Betanzos [1551] 1987; Zanolli 1 1995b) 1 Zanolli dispone de datos que están sugiriendo que los Omahuacas eran parte de los Chichas 187 y los calchaquíes (Lozano 1784-1785) opusieron a los incas, és­ tos hayan modificado las cuotas de poder preexistentes y desestructurado los lazos de éohesión interna, infiltrados por grandes contingentes de mitimaes y autoridades impuestas desde el Cuzco (del Río y Presta 1984 y 1995; Presta 1995; Lorandi y Cremonte 1991). Viendo este problema desde la do­ ble perspectiva: 1) estructuración como capacidad autónoma para organizar jefaturas fuertes y 2) papel del Estado inca para reforzarlas (altiplano) o para fragmentarlas (frontera oriental y valles del NOA), la tarea comparativa aumenta sensiblemente en complejidad si se pretende avanzar hacia atrás y alcanzar los niveles preíncas. También fue necesario ponderar las dife­ rencias cuali-cuantitativas de la documentación que estas situa­ ciones generaron en la posterior colonización de ambas áreas . 2.- El problema de las estructuras políticas En realidad, las aparentes diferencias entre los señoríos del norte y las jefaturas menos jerarquizadas del sur encierran todavía sus grandes interrogantes. La mayor dificultad se vin­ cula con las alteraciones que produjo el Cuzco en el mapa étnico y político a lo largo del territorio del Tawantinsuyu. Para identificar estas alteraciones fue necesario instrumentar diversos recursos metodológicos que evitaran incurrir en el error de aceptar como originales las organizaciones políticas que estaban vigentes al momento de la conquista española. Por otro lado, es indudable también que los documentos que el etnohistoriador debe utilizar están "contaminados" por las al­ teraciones coloniales. De modo que, como resultado de estas dos intervenciones, aun para la información más temprana, el investigador que pretende recuperar el estado de las agrupa­ ciones políticas, tal como pudieron estar estructuradas antes de la conquista inca, debe pasar todos los datos por un doble fil­ tro de confiabilidad. Es así que fue necesario comprender que si nos proponía­ mos como objetivo excluyente el de descubrir el estado "prísti­ no" de las agrupaciones étnicas nos encontraríamos rápida- 188 mente en un callejón sin salida. Para el norte argentino, que dispone de documentación más escasa que el Perú o Bolivia, si lo que nos interesaba era estudiar las transformaciones sociales a lo largo del proceso colonial, debíamos aceptar la validez de cualquier "punto cero" para iniciar nuestras investigaciones. O sea, partir de la estructura sociopolítica que podíamos recupe­ rar en el momento más antiguo posible, de acuerdo con lo que nos permitía la documentación, adicionándole un trabajo de in­ terpretación sutil e imaginativo, a la vez que riguroso y pru­ dente, que nos permitiera construir hipótesis sobre el pasado y las identidades que se encontraban ocultas en la maraña de los datos y determinar, sólo cuando era posible, si las unidades so­ cialmente integradas que identificábamos correspondían o no a una identidad étnica, y en este caso si ésta estaba incluida o no en una macroetnía mayor. Este punto exige algunas advertencias adicionales. La pri­ mera es que los recursos metodológicos que se utilizan deben ser adecuados a las características de la documentación con la que se trabaja. Y que ésta, a su vez, responde a una triple reali­ dad: a) la estructura étnica y el grado de cohesión o compleji­ dad de la estratificación política; b) el tipo de relaciones que los grupos étnicos mantuvieron tanto con los incas como con los españoles, (o sea alianzas, incorporaciones con escasa opo­ sición o resistencia prolongada) considerando también las res­ pectivas adaptaciones y/ o transformaciones de acuerdo con las coyunturas históricas que se sucedieron a lo largo del tiempo. Y, c) los intereses europeos en cada subregión, sumados a las modalidades que adoptaron las instituciones coloniales en rela­ ción con los dos puntos anteriores. Nuestra experiencia colecti­ va ha mostrado que los instrumentos conceptuales y metodo­ lógicos que se aplicaron a los estudios sobre el Tucumán colo­ nial debieron ser elaborados específicamente y que hubiese sido erróneo transferir, en forma más o menos automática, los que se utilizan para analizar las estructuras políticas de sector norte del área andina meridional. Por ejemplo, para analizar la estructura étnica Qharaqhara, del Río pudo realizar, sin mayo­ res lagunas, una historia regresiva que partía de la reorganiza­ ción toledana en repartimientos y corregimientos, pasando por 189 las encomiendas, para llegar a la organización inca. Esta histo­ ria regresiva, más o menos continua, no es posible en el norte argentino. La información es demasiado fragmentada y las la­ gunas temporales muy extensas. Salvo en casos excepcionales, ha sido posible vislumbrar algunos aspectos, como en el valle Calchaquí, pero es casi imposible remontarnos con algún grado confiabilidad a los tiempos prehispánicos. Sobre todo porque nuestras preguntas no siempre coinciden con las de los arqueólogos que a veces, yo diría, ejecutan su música en otra tonalidad. Uno de los recursos metodológicos más reciente y que he­ mos utilizado en la medida de lo posible se refiere al análisis del discurso (Pizarra, 1992). En los casos del Tucumán colonial nos hemos visto obligados a una tarea inferencia! muy sutil. Debimos utilizar exclusivamente el análisis del discurso de los papeles administrativos de los europeos, ya que no existen do­ cumentos escritos por los actores indígenas que reflejen la es­ tructura social ni sus intereses. Con este recurso tratamos de descubrir las voces de los indígenas detrás de la polisemia de las categorías empleadas en la documentación y de las varia­ das capas de mediatización de los actores europeos. Como ejemplo de este esfuerzo, que por otra parte se repitió en cada una de las investigaciones, podemos señalar el examen seriado de las categorías espaciales, étnicas y políticas presentes en los documentos coloniales referidos al valle Calchaquí (Lorandi et al, 1995; Lorandi y Bunster, 1987-88). Sin embargo nos debimos enfrentar a casos aun más oscuros, como en el valle de Catamarca (Schaposchnik, 1991 y 1995) en los que fue necesa­ rio hacer verificaciones minuciosas al interior de un mismo cuerpo documental para descubrir, a partir de la contrastación entre la concesión de la encomienda y los actos de posesión, la naturaleza del sistema político; con el mismo objetivo para las poblaciones de La Rioja, Boixadós (1995) ha analizado con lupa las actitudes frente a las rebeliones. En este punto, no podemos dejar de señalar que, a medida que los españoles profundiza­ ban el contacto con las poblaciones de la región, fueron com­ prendiendo que no podían utilizar las mismas categorías que les resultaban familiares en el norte. Es así que ya no recono- 190 cen mitades y ni siquiera utilizan el concepto de "ayllu". Op­ tan por un término neutro como "parcialidad", y en la mayor parte de los casos, si bien con felices excepciones, se abstienen de indicar si eran parte de una unidad mayor. El resultado es que el término "parcialidad" hace referencia tanto a grandes grupos (internamente subdivididos y jerarquizados) como a pequeñas jefaturas (integradas por uno o dos linajes) mostran­ do que los espafwles usaron esta categoría con mayor flexibili­ dad que en otras zonas periféricas, como en Ecuador por ejem­ plo (Caillavet 1991 ). Las dificultades para reconocer la estruc­ tura política de los grupos que se iban repartiendo se refleja en las fórmulas jurídicas empleadas en las cédulas de encomienda (Boixadós, 1992) y que provocan serios conflictos de interpreta­ ción entre diversos aspirantes a las encomiendas. O sea que los litigantes, amparados en esas ambigüedades, pretendieron de­ rechos sobre los mismos pueblos y esto exige circuiar con mu­ cho cuidado entre los argumentos e informaciones que ofrecen los contendientes. En la mayor parte de los casos la fragmentación de los da­ tos obligó a realizar un cuidadoso "tejido" que permitiera sal­ var las ambigüedades y los silencios, resultado de la falta de interés de los colonizadores locales por conocer a fondo la or­ ganización política regional, puesto que el modelo de enco­ mienda de servicio personal sólo necesitaba asegurar un deter­ minado caudal demográfico. Rodolfo Cruz (1995), por ejemplo, recurrió a cruzar los conceptos de filiación y residencia para circular en la maraña de intereses que desvelaban a los encomenderos de los tafíes y amichas, preocupados por reunir­ los o desmembrarlos. En otro orden metodológico, la generalizada rebelión de casi todas las poblaciones del tronco diaguito-calchaquí de 1630-42, por una parte, y la prolongada resistencia de los habi­ tantes del valle Calchaquí desde la época de las primeras "en­ tradas" en 1543 hasta mediados del siglo XVII por la otra, obli­ garon a adoptar un enfoque interactivo, con el objeto de salvar la escasez de descripciones directas o de participación "comen­ sal" de los indígenas -en el sentido de Aguirre Beltrán (1982)- 191 dentro del sistema colonial (Lorandi y Boixadós, 1987-88; Schaposchnik, 1995). Como consecuencias de las guerras y de los traslados, se constituyeron nuevas comunidades, resultado de segmentaciones o refundición de parcialidades, que debie­ ron estudiarse con padrones incompletos, por lo que hubo que ponderar con mucha atención la calidad de los datos demográ­ ficos (Lorandi y Ferreiro, 1991; Cruz, 1995); o bien trabajar con pleitos, donde la voz de los indígenas estaba mediatizada por el protector de naturales y, por lo tanto, exigían constantemen­ te agudizar el esfuerzo para descubrir los contenidos ocultos en la polisemia de las declaraciones de litigantes y testigos (Sosa Miatello y Lorandi, 1992) . Con las mismas precauciones se consideraron también las presiones chiriguanas y de otros grupos chaqueños sobre la frontera oriental, que fueron una causa constante de estas desestructuraciones y reestructuracio­ nes, tanto en tiempos incaicos cuanto coloniales (Presta, 1995 y Zanolli, 1995; Presta y del Río, 1993 y 1995; Lorandi, 1980). El enfoque metodológico que se utilizó para dar cuenta de cada estructura étnica, en relación con sus respectivas coyunturas históricas, así como la adaptación de las investigaciones a los desafíos de los documentos disponibles, puede encontrarse también en otras publicaciones del equipo (Palermo y Boixadós, 1991; del Río 1989b y 1990a; Gordillo y del Río, 1993). De más está señalar las dificultades que surgieron por la presencia de un gran número de mitmaqkuna, y la minuciosi­ dad con que deben considerarse los datos para identificar el ori­ gen étnico de algunos de estos grupos y hacer un seguimiento del proceso de etnogésis cuando permanecieron en sus nuevos asientos (para este tema, desde la metodología arqueológica, ver Willians y Cremonte, 1995) Estos traslados, que fueron muy nu­ merosos en toda el área, se acrecentaron en la frontera chiriguana y en el norte argentino (del Río y Presta, 1984; Presta y del Río, 1993; Lorandi, 1980, 1988a y 1992; Lorandi, Cremonte y Williams, 1991; Lorandi y Cremonte, 1991; Doucet, 1993). Para remontar estos problemas fue necesario inventar una meto­ dología ad hoc y echar mano de recursos conceptuales que pu­ dieran adaptarse a las necesidades de cada situación local. L92 3.- El problema de las transformaciones coloniales La experiencia compartida permitió desarrollar mayor fle­ xibilidad en la adopción de modelos y de métodos. En este sentido, privilegiamos la naturaleza de la información empírica como punto de partida para tomar las decisiones teórico­ metodológicas que mejor se adecuaran a nuestros objetivos. Con respecto a las relaciones de los indígenas con el resto de los miembros e instituciones de la sociedad colonial, las di­ ferencias en cuanto al sector boliviano, son similares a las tra­ tadas anteriormente. En esa zona, las investigaciones se centra­ lizan en las estrategias colectivas (del Río, 1989 y 1990) o indi­ viduales respecto a la hacienda (Presta, l990a), en el rol de curaca (del Río, l990a) y los modelos que adoptaron las nuevas comunidades. En el NOA se debieron localizar en la progresiva desestructuración por efecto de las guerras y la resistencia a la conquista (Boixadós, 1995.; Lorandi y Boixadós, 1987-88; Schaposchnik, 1992; López de Albornoz, 1991), en la mayor in­ cidencia del mestizaje (con españoles, con negros, o entre dife- - -rentes grupos étnicos; Lorandi, 1992), en las relaciones de los indígenas con sus encomenderos (Ferreiro, 1995; Lorandi, 1988b; Lorandi y Ferreiro, 1991, Lorandi y Sosa Miatello, 1991 y Sosa Miatello y Lorandi, 1992; Sosa Miatello, Lorandi y Bunster, 1995; Zanolli, 1995), o en el papel de la Iglesia en el proceso de dominación (Lorandi y Schaposchnik, 1990). En suma, a partir del siglo XVIII algunas comunidades indígenas persistieron bajo un modelo prehispánico en la Puna (Zanolli y Lorandi, 1995), y en forma decreciente en la Quebrada de Humahuaca y en algunos valles del oeste de Catamarca y de La Rioja. El resto inicia un acelerado proceso de integración -culturalmente muy limitado- pero donde los rasgos sincréticos y la pérdida de la identidad se constituyen en el foco de aten­ ción. Tampoco han estado ausentes, muy por el contrario, la discusión sobre las consecuencias del modo de producción im­ puesto en el Tucumán y su comparación con el que prevalecía en el Altiplano. En este tema las opiniones dentro del equipo 193 no han sido unánimes. Personalmente (Lorandi, 1988b) he enfatizado los efectos de la desestructuración provocada por el -servicio personal, los traslado-s por viajes comerciales, el abuso sobre el trabajo femenino, el avance de los hacendados españo­ les sobre las tierras indígenas, el uso de la religión para obligar a los indios al trabajo forzado y simultáneamente legitimarlo y otras arbitrariedades que contribuyeron a desmembrar a los grupos étnicos. Todo esto sin ignorar la notable importancia, en el plano de las estrategias positivas, que tuvo la resistencia de las poblaciones del valle Calchaquí que se prolongó durante 130 años, ni la rebelión generalizada de 1630-43. Cruz, por su parte (1990-92), ha entablado el debate admitiendo que, sin ne­ gar la existencia de estos factores negativos, la sociedad indíge­ na estuvo en condiciones de defenderse de las presiones colo­ niales, filtrándose en los intersticios del sistema y consideran­ do que las nuevas comunidades pudieron conservar muchos de los rasgos de su matriz prehispánica. Actualmente, disponemos de mejor información para comprender que es posible un ba­ lance entre ambas posiciones, si consideramos las diferencias locales, resultado de los procesos históricos subregionales (Zanolli y Lorandi, 1995). Aún así, mi opinión personal es que, en la mayor parte de la región, las transformaciones coloniales le ganaron la batalla a las fuerzas conservativas de las identi­ dades y tradiciones prehispánicas, pero sin dejar de reconocer que se implementaron tácticas de evasión, considerada una de las modalidades de la resistencia (Urton 1991), rebelión o resis­ tencia armada y búsqueda del amparo judicial. 4.- La sociedad hispano-criolla Sólo un breve párrafo sobre este tema, que hace poco tiempo hemos iniciado. No es posible estudiar los pueblos in­ dígenas del siglo XVII en adelante sin abordar también el seg­ mento hispano-criollo y sus propias transformaciones tanto so­ ciales como ideológicas. Por un lado, hemos analizado la gesta de Pedro Bohorquez (Lorandi, 1992b) considerando al mismo tiempo su interacción con los indígenas y con las autoridades coloniales por una parte, y la confluencia del imaginario de 194 restauración del Tawantinsuyu y la búsqueda del Paytiti, por el otro. Esto ha exigido un abordaje metodológico múltiple. En primer lugar, la reconstrucción histórica de los hechos desde diversas perspectivas, utilizando fuentes y bibliografía de muy diverso origen. Además, es necesario hacer un minucioso análi­ sis de los discursos de todos los actores que intervinieron di­ recta o indirectamente en este proceso2 • Por su parte, Roxana Boixadós (1995), Juan Pablo Ferreiro, y Ana María Presta (1993) han iniciado estudios sobre las gran­ des familias de La Rioja, Jujuy y Charcas respectivamente. Esto exige echar mano, simultáneamente, de la teoría del parentes­ co, de los estudios genealógicos, de las teorías sobre conflictos familiares y constitución de las élites y sus redes de poder. En todos estos temas, tal vez con mayor intensidad que en los es­ tudios sobre poblaciones indígenas, el abordaje del pasado exi­ ge ese doble enfoque: el histórico social y el antropológico, que han sido también utilizados por Boixadós (1994) y Ana María Presta (1993 ). Aquí no pudo estar ausente el análisis sobre la construcción del imaginario del conquistador, de los nuevos espacios de acción política, de la figura del héroe y la hidal­ guía. En todos estos trabajos estamos en una etapa relativa­ mente inicial, explorando los límites teóricos y metodológicos de la interdisciplinariedad, intercambiando y discutiendo expe­ riencias. 2 El trabajo citado es una breve sintesís de un libro en curso de prepara­ ción 195 BIBLIOGRAFÍA Aguirre Beltrán, Gonzalo 1982. El Proceso de Aculturación. México, Ediciones. de La Casa Chata . Albeck, María Ester (ed.) 1994. De Costa a Selva. Producción e intercambio entre los pueblos agroalfareros de los Andes Centro Sur. Til cara, Instituto Interdisciplinario Tilcara. Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Assadourian, C. Sempat 1987. "Intercambios en los territorios étnicos entre 1530 y 1667, según las visitas de Huánuco y Chucuito". En Harris, O. et al (comp.) La Participación Indígena en los Mercados Surandinos. Estrategias y Reproducción Social. Si­ glos XVI a XX. La Paz, CERES. Betanzos, Juan de [1551] 1987. Suma y Narración de los Incas. Edición de María del Carmen Martín Rubio. Barcelona, Atlas. Boixadós, Roxana 1992. "Informe a UBACYT". MS 1992. "Pleitos por derechos a tierras, agua y mano de obra in­ dígena en La Rioja colonial (1693-1712)". MS 1995 "Indios rebeldes - Indios leales. El pueblo de Famatina en la sociedad colonial (La Rioja, siglo XVII). En: Lorandi, A.N. (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas. Buenos Aires, Fac. Filosofía y Letras, UBA (en prensa). 1994 "Fundaciones de ciudades como rituales. Análisis de tres casos en el contexto de la conquista del Tucumán colonial". En Anuario Antropológico, 92: 145-178. Univer­ sidad de Brasilia, Departamento de Antropología. Brasi­ lia. D.F. 196 1995 "Notas y reflexiones sobre la genealogía de un conquis­ tador del Tucumán: Don Juan Ramírez de Velasco". En: Lorandi, A.M. (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas .... op. cit. Browman, David L. 1980. "Tiwanaku expansión and Altiplano economic pa tterns". En Es tu dios Arqueológic os, 5: 107-120. An tofagas ta. Cailla vet, Chan tal 1991. "La estructura básica de las sociedades autóctonas de la sierra norte de Ecuador en el siglo XVI (Las parcialida­ des indígenas, unidades étnicas mínimas)". En S. More­ no y F. Saloman (comp.) Reproducción y Transformaciones de las Sociedades Andinas, Siglos XVI-XX. Quito, Eds . ABYAYALA/MLAL Cremonte, Beatriz 1991. "Análisis de muestreo cerámico de la Quebrada de Humahuaca." En Avances en Arqueología, 1:7-42. Tilcara, Instituto Interdisciplinario de Tilcara, Fac. Filosofía y Letras, UBA. Cruz, Rodolfo 1990-1992. "La "construcción" de identidades étnicas en el Tucumán colonial: los amaichas y los tafíes en el debate sobre su "verdadera estructuración étnica". En Relacio­ nes de la Sociedad Argentina de Antropología, 18: 65-92. Buenos Aires. 1995 "El fin de la 'ociosa libertad : calchaquíes desnaturali­ zados a la jurisdicción de San Miguel de Tucumán en la segunda mitad del siglo XVII". En: Lorandi, A.M. (comp .) El Tucumán Colonial y Charcas ... . op. cit. D' Altroy, T; A.M. Lorandi y V. Williams 1994. "Producción y uso de cerámica en la economía política 197 Inka". En Arqueología, 4: 73-132. Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Letras, UBA. del Río, Mercedes 1989.a "Estructuración étnica Qhara-Qhara y su desarticula­ ción colonial". En Historia y Cultura, 15: 35-73. La Paz, Sociedad Boliviana de Historia. 1989b. "Estrategias andinas de supervivencia; el control de re­ cursos en Chaqui (siglos XVI-XVII)". En Anuario del Inti­ tulo de Estudios Histórico Sociales, 4: 49-88 . Tandil. 1990a. "Simbolismo y poder en Tapacarí". En Revista Andina, año 8 (1): 77-113. Cusca. Centro Bartolomé de Las Ca­ sas. 1990b. "La tributación indígena en el repartimiento de Paria (siglo XVI)". En Revista de Indias, 50 (189) 397-429. Ma­ drid. del Río, M. y A. M. Presta 1984. "Un estudio etnohistórico en los corregimientos de Tomina y Amparaez: casos de multietnicidad". En Runa, 14: 220-246. Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Le­ tras, UBA. 1995 "Reflexiones sobre los churumatas del sur de Bolivia, si­ glos XV - XVII". En: A.M. Presta (ed.) Espacios, Etnias, Frontera. Atenuaciones políticas en el sur del Tm.uantinsuyu, siglos XV-XVIII. Sucre, Asar. Ferreiro, Juan Pablo 1995 "Encomienda, tributos y sociedad. El caso de Maquijata 1600-1603. En: LorandC A.M. (comp.) El Tucumán Colo­ nial y Charcas ... op. cit. Ginzburg, Carla 1994. Mitos, Emblemas, Indicios. M01fología e Historia. Barcelo­ na, Gedisa. 198 Gordillo J. y M. del Río 1993. La Visita de Tiquipaya (1573). Análisis etnodemográfico de un padrón toledano. Cochabarnba, CERES. López de Albornoz, Cristina 1988. Las desnaturalizaciones Calclrnquíes y sus efectos en las po­ blaciones extrafíadas al Valle de Clwromoros. Ms. 1989. El derecho a las tierras en San Miguel de Tucumán a la luz de la documen tación de los siglos XVI y XVII. Ms. 1990. Pueblos indios de Colalao y Tolombón: identidad colectiva y articulación étnica y social. Ms. 1995 "Productores rurales de San Miguel de Tucurnán, fines del siglo XVIII ." En: Lorandi, A .M . (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas ... op. cit. Lorandi, Ana María 1980. "La frontera oriental del Tawantinsuyu: el Urnasuyu y el Tucurnán". En Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, 14 (1): 147-165. Buenos Aires. 1984. "Pleito de Juan Ochoa de Zárate por la posesión de In­ dios Ocloyas. ¿Un caso de verticalidad étnica o un relicto de archipiélago estatal?. En Runa, 14: 124-144. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. 1988a. "Los diaquitas y el Tawantinsuyu. Una hipótesis de conflicto". Proccedings 45 Congreso Internacional de Americanistas, Bogotá 1985. BAR International Series 442. Oxford. 1988b. "El servicio personal corno agente de desestructuración en el Tucurnán colonial". En Revista Andina, 6 (1): 135- 173. Cuzco. Centro Bartolorné de Las Casas 1992a. "El mestizaje interétnico en el Noroeste argentino". En: Tarnoeda, H y L. Millones (eds .) 500 Afias de Mestizaje 199 en los Andes. National Museum of Ethnology. Senri Ethnological Studies, 33: 133-167. Osaka. 1992b "La utopía euroamericana en las fronteras del Imperio". En: Arce, S., R. Barragán, L. Escobari y X. Medinacelli (eds.). Etnicidad, Economía y Simbolismo en los Andes: 15- 35. II CIE. La Paz, Hisbol/IFEA/SBH/ Asur. 1990-92. "Ni tradición ni modernidad. El mestizaje en contex­ tos sociales desestructurados". En Relaciones de la Socie­ dad Argentina de Antropología, 18: 93-120. Buenos Aires. Lorandi, Ana María y Roxana Boixadós 1987-88. "Etnohistoria de los valles Calchaquíes en los siglos XVI y XVII". En Runa, 17-18: 263-420. Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Letras, UBA. Lorandi, A.M., R. Boixadós; C. Bunster; M. A. Palermo 1995. "El valle Calchaquí". En: Lorandi, A. M. (comp) El Tucumán Colonial y Charcas ... op. cit. Lorandi, A. M. y Cora Bunster 1987-88. "Reflexiones sobre las categorías semánticas en el Tucumán Colonial. Los valles Calchaquíes". En Runa, 17-18: 221-262. Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Letras, UBA. Lorandi, A. M. y B. Cramonte 1991. "Evidencias en torno a los mitmaqkuna incaicos en el N.O. argentino". En Anthropologica, 9: 212-243. Lima. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lorandi, Ana María, B. Cremonte y V. Williams 1991 "Identificación étnica de los mitimaes instalados en el establecimiento incaico Potrero-Chaquiago", En XI Con­ greso Nacional de Arqueología Chilena. Santiago (octubre 1988), II: 195-200. 200 Lorandi, A. M. y Juan Pablo Ferreiro 1991. "De la crisis a la estabilidad. La sociedad nativa de Tucumán a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII". En Memoria Americana, 1: 57-101. Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Lorandi, A. M y Na ría de Hoyos 1994. Complementaridad económica en los valles Calchaquíes y del Cajón. Siglos XVII. Ponencia presentada al 48 Congreso Intenacional de Americanistas. Stocolm, Suecia. Lorandi, Ana María y Ana Schaposchnik, 1990. "El culto de la Virgen del Valle de Catamarca y la in­ corporación de lo indígenas al sistema colonial", En fournal de la Société des Américanistes, 76: 177-198. París. Lorandi, A.M. y Sara Sosa Miatello, 1991. "El precio de la libertad. Traslado y avatares de los malfines y andalgalá en el siglo XVII", En Memoria Ame­ ricana, 1: 7-28. Buenos Aires, Fac. de Filosofía y Letras, UBA. Lozano, Pedro S. J. 1784-85. Historia de la Conquista del Paraguay, el Río de la Plata y el Tucumán. Buenos Aires, Imprenta Popular. Murra, John 1975. "El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en las sociedades andinas". En Murra, J. Formaciones Económicas y Políticas del Mundo Andino, Lima, IEP. Palermo, M. Ángel y R. Boixadós 1991. "Transformaciones en una comunidad desnaturalizada: los Quilmes, del valle Calchaquí a Buenos Aires." En Anuario IEHS, 6: 13-42. Tandil. Pizarro, Cyn thia 1991. "Coacción colonial: ¿desestructuración o estrategias? Testimonio de un curaca: Don Felipe Guarnan Poma de 201 Ayala. En Historia y Cultura, 20: 121-178. La Paz. Socie­ dad Boliviana de Historia, ed. Don Bosco. Número es­ pecial dedicado al II Congreso Internacional de Etnohistoria, Coroico. Presta, Ana María 1988. "Una hacienda tarijeña en el siglo XVII: La Viña de 'La Angostura"'. En Historia y Cultura, 14:35-50. La Paz. So­ ciedad Boliviana de Historia. 1989. "Mano de obra en una Hacienda Tarijeña en el siglo XVII: la Viña de La Angostura". En Izquierdo G. ( ed.) Agricultura, Sociedad y Trabajo en América Hispana. Serie Nuevo Mundo: 5 Siglos. (3): 43-60. Santiago de Chile, Universidades de Chile, Católica de Valparaíso y Me­ tropolitana; Embajada de España. 1990a. "Hacienda y comunidad. Un estudio en la provincia de Pilaya y Paspaya, siglos XVI-XVII". En Andes,1:31-45. Salta. 1990b. "Ingresos y gastos de una hacienda jesuítica altoperuana: Jesús de Trigo Pampa (Pilaya y Paspaya) 1734-1767". En Anuario IEHS, 4: 85-114. Tandil. America­ na, 2: 41-50. Buenos Aires, Fac. de Fil. y Letras, UBA. Pres ta, Ana María 1994. "Towars wealth and status but with honor. Juan Ortiz de Zárate, an entrepreneur of sixteenth century. La Pla­ ta, Charcas". Tesis Master of Arts, Ohio University. MS. 1995 "La población de los valles de Tarija, siglo XVI. Aportes para la solución de un enigma etnohistórico en una frontera incaica". En: Presta, A. M. (comp.) Espacio, Etnias, Frontera ... op. cit. Presta, A.M. y M. M. del Río 1993. Reflexiones sobre los churumatas del sur de Bolivia (siglos XVI-XVII). Memoria 202 Schaposchnik, Ana 1991. "¿Cómo trabajamos con fuentes de escasos datos? Re­ flexión metodológica" .-En Historia y Cultura, 20:19-41. La Paz, op. cit. 1995 "Aliados y parientes. Los diaquitas rebeldes de Catamarca durante el Gran Alzamiento". En: Lorandi, A. M. (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas ... Op. cit. Sosa Miatello, Sara y A. M. Lorandi 1991. "Tierras y elites en Catamarca, siglos XVII y XVIII". En Historia y Cultura, 20: 179-194. La Paz, op. cit. Sosa Miatello, Sara; A .M. Lorandi y C. Bunster 1995. "Cambios económicos y conflictos en la élite de Tucumán colonial". En: Lorandi, A. M. (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas ... op. cit. Urton, Gary 1991. "Las unidades de análisis en el estudio de la reproduc­ ción y transformación de las sociedades andinas". En S. Moreno y F. Salomon (comp.) Reproducción y transfor­ mación de las sociedades andinas, siglos XVI-XX. Tomo 1: 29-46. Quito, Ed. ABYA-YALA/MLAL. Williams, Verónica y Beatriz Cramonte 1995. "¿Mitmaqkuna o circulación de bienes? Indicadores de la producción cerámica como identificadores étnicos. Un caso de estudio en el noroeste argentino". En: Lorandi, A. M. (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas ... op. cit. Zanolli, Carlos 1995a. "En busca de los Omaguacas". En: Lorandi, A. M. (comp.) El Tucumán Colonial y Charcas ... op. cit. Zanolli, Carlos 1995b "Omaguaca: la tierra y su gente. Presencia chicha hacia el sur de Talina. Siglo XVI". En: A. M. Presta (ed.) Espa­ cio, Etnias, Frontera ... op. cit. 203 Zanolli, Carlos y A.M. Lorandi 1995. "Tributo y servicio personal en el Tucumán Colonial". En Memoria Americana, 4-(en prensa). 204