Este libro corresponde al tomo 161 de la colección Travaux de l'Institut Frans:ais d'Études Andines (ISSN 0768-424X) © Por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú Plaza Francia 1164, Lima-Perú Teléfonos: 330-74 10, 330-74 11 Telefax: 330-7405 Correo electrónico: feditor@pucp.edu.pe Derechos reservados Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN: 9972-42-512-6 (rústica) No. de Depósito Legal: 1501052002-5220 (rústica) ISBN: 9972-42-513-4 (tela) No. de Depósito Legal: 1501052002-5221 (tela) Impreso en el Perú - Printed in Peru Primera edición, diciembre de 2002 Fotografía de solapa Franklin Pease García Yrigoyen en el decanato de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú, en noviembre de 1998. Archivo Franklin y Mariana Pease. Fotografías de cardtula Peruviae Auriferae Regionis Typus (1574), Diego Méndez. Biblioteca Nacional del Perú Don Felipe Túpac Amaru I (siglo XIX), Anónimo. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú El Inicio de la Procesión (siglo XVII), Anónimo La Procesión del Corpus Christi en el Cuzco. Arzobispado del Cuzco (Fotografía: Daniel Giannoni) Chaco de vicuñas (detalle). Trujillo del Perú (siglo XVIII), Baltasar Jaime Martínez Compañón (Fotografía: Daniel Giannoni) Descención de la virgen al lugar sagrado del Sunturhuasi, Anónimo. Iglesia del Triunfo, Catedral del Cuzco (Fotografía: Colección Privada) FLORES ESPINOZA, Javier F., ed. El hombre y los Andes. Homenaje a Franklin Pease G.Y./ Javier Flores Espinoza y Rafael Varón Gabai, eds.-- Lima: PUCP, 2002. /PEASE GARCÍA YRYGOYEN, FRANKLIN/BIOGRAFÍAS/BIBLIOGRAFÍAS/ POBLACIÓN INDÍGENNINDÍGENAS/ CONQUISTNCOLONIN ETNOHISTORIA/HISTORIOGRAFÍA/ICONOGRAFÍA/ETNOGRAFÍA/ ARQUEOLOGÍA/ANTROPOLOGÍA/HISTORIA/PERÚ/COSTNSIERRA/ HISTORIA DEL ARTE/HISTORIA ECONÓMICNHISTORIA DEMOGRÁFICA/ LIN GÜÍSTI CNCRÓNI CASI Rafael Varón Gabai Fundación Telefónfra A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos importados (Cuzco, 1538)1 LA VIDA COTIDIANA de las ciudades durante la etapa temprana de la colonización española es un tema escasamente explorado. 2 La finalidad de este artículo es abor­ dar algunos aspectos que han despertado el interés durante esa época inicial, como el abastecimiento de productos importados, sus precios y las rutas y los medios que se emplearon para trasladarlos al interior del país. Asimismo, se observará la mane­ ra de administrar justicia y la fluidez de las relaciones entre las instancias del poder establecidas en el Cuzco con las de Lima, sede de la gobernación de la Nueva Cas­ tilla, y Madrid, sede de la corte metropolitana y del Real Consejo de las Indias. Las fuentes principales que se utilizarán son un interesante expediente existente en el Archivo General de Indias y algunas crónicas tempranas de la conquista.3 En el transporte terrestre, en Europa y Asia, eran los bueyes, caballos y mulas los que llevaban la carga, ya sea sobre sus lomos o jalando carros que dependían de la rueda, elemento inexistente en América. En Mesoamérica, en contraste, donde no existió un animal de carga, la totalidad del transporte dependía del ser humano. En el antiguo Perú, por último, se hacía por dos medios: los hombres y los caméli­ dos; la presencia de estos últimos se ha documentado no solamente en el altiplano y en la sierra, sino también a lo largo de toda la costa (Rostworowski 1988: 254-57). A través de los siglos ha causado gran admiración la movilización de las grandes piedras que se utilizaron en la época incaica para las construcciones megalíticas, 1 Deseo agradecer la colaboración de Laura Gutiérrez Arbulú por la transcripción que realizó del documento, así como la de José Carlos de la Puente por el fichado de las crónicas que aquí se citan. 2 Una excepción es el trabajo de James Lockhart (1968), que estudia la vida peruana durante las tres primeras décadas de la colonización española. 3 Las referencias al expediente las haré como "El fiscal con Juan de Valdivieso". El hombre y los Andes 2002, t . II, pp. 719-40 720 Rafael Varón Gabai pero por entonces también se trasladaban provisiones, alimentos y hasta persona­ jes de alto rango que eran llevados en literas o hamacas. El trabajo para realizar es­ tas labores era suministrado por la población de acuerdo a una compleja organiza­ ción que abarcaba desde la esfera comunal hasta la estatal. Esta organización tenía como fundamento que todas las personas aptas contribuían con su fuerza laboral de manera rotativa, por mitas, de acuerdo a sus posibilidades, y los señores étnicos supervisaban las tareas de sus súbditos. 4 Una de las modalidades del trabajo que se aportaba era la de servir como cargadores, que parecen haber sido divididos en dos categorías: de largo y de corto recorrido (véase Murra 1978: 135-75, 1975: 36-37; Rostworowski 1988: 237-38). Sin embargo, las grandes obras emprendidas por el estado requirieron no solamente de muchos trabajadores sino, sobre todo, de una administración eficiente de la fuerza laboral. Las mujeres serranas cargaban igual que los hombres, en la paz y en la guerra, al decir del cronista Pedro Pizarro. Si les llegaba el momento de parir, resolvían el asunto al lado del camino "y tomauan la criatura y echáuanla encima de la carga que lleuauan, y tornaban a caminar" (Pizarro 1986: 239). En cuanto a las indias casadas que iban a la guerra, "lleuauan aquestas la comida de sus maridos, las ollas, y aun algunas la chicha ... Llegauan estas yndias cargadas tan presto como sus ma­ ridos, y entendían luego en guisalles de comer" (Pizarro 1986: 239). Diversos cronistas afirman que los requerimientos del estado incaico contrasta­ ban con las exigencias personales extremas que luego impondrían los conquistado­ res. Es en ese tono comparativo que según un testimonio que recogió el soldado e historiador Pedro de Cieza de León, cuando se dirigió Túpac Inca Yupanqui a la conquista de Quito," [l]os naturales llevavan las cargas y hazían otros servic;ios per­ sonales ... y como lo hazían con boluntad y les guardavan tanta verdad y justic;ia no sentían el trabajo" (Cieza 1985a: 161 ). Por su parte, Pedro Pizarro cuenta que co­ noció a un indígena que hacía el viaje de Cajamarca al Cuzco llevando "dos cargas de maíz en dos bezes, que es media hanega cada carga". 5 La carga que se enviaba se pesaba y debía llegar completa a su destino; si faltaba, le costaba la vida al portea­ dor, pero la comida que consumía en el camino no la llevaba sobre sus espaldas sino que se la daban "en los pueblos por donde pasauan" (Pizarro 1986: 97-98). La carga tenía una expresión simbólica de sujeción a la autoridad en la sociedad andina. Es por ello que quienes se presentaban ante el Inca acudían descalzos y con un pequeño peso sobre los hombros, "en lo qual no se tenía quenta que fuese gran­ de ni pequeña porque no . era por más porque supiesen el reconoc;imiento que avían de tener a los señores suyos (Cieza 1985a: 35-36). Pedro Pizarro dice que cuando Atahualpa llamaba a alguno de los caciques de su entorno "abía de entrar descalc;o y cargado con una carga". Eso mismo sucedió cuando su capitán Challi­ cuchima (Calcuchímac) llegó con Hernando Pizarro y lo fue a ver, ocasión en la 4 Cabe destacar que el principal tributo que pagaban los indígenas durante la época incaica era por medio del aporte de su propia fuerza de trabajo y no de productos . Una hanega (o fanega) de peso "es la quarta parte de lo que en Castilla llaman una carga de trigo, porque cabiendo en ella cerca de quatro arrobas de trigo, puede llevar un macho quatro fanegas" (Real Academia Española 1732: 719). A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 721 que "entró descals;o con una carga y se echó a sus pies, y llorando se los besó" (Piza­ rro 1986: 66). 6 A la llegada de la expedición de conquista al Perú, los invasores debieron en­ frentar un problema que ya habían tenido desde el inicio de la aventura americana: la dificultad para el traslado del equipo bélico, hi~rro y provisiones. Ante la insufi­ ciencia de los animales de carga -por el poco peso que podían llevar las llamas y la escasez y alto precio de mulas y caballos- , los españoles utilizaron masivamente a los indígenas peruanos, tanto al inicio de la invasión como más adelante, cuando la construcción de las primeras ciudades impulsó un intenso tráfico que las abaste­ cería de productos de la tierra e importados. Los españoles pronto adoptaron el uso de trasladarse en hamacas, sostenidas so­ bre los hombros de los indígenas. Un ejemplo muy temprano es el de los conquis­ tadores enviados por Pizarro de Cajamarca al Cuzco, con la finalidad de acelerar el acopio de metales preciosos para el rescate de Atahualpa. El contador real Agustín de Zárate menciona en su relato que el Inca dispuso que Hernando de Soto y Pe­ dro del Barco, dos de los tres expedicionarios que hicieron el recorrido, fuesen en hamaca, lo que se realizó a gran velocidad y con un grupo de cincuenta o sesenta cargadores para cada hamaca, de manera que se relevaran con frecuencia (Zárate 1995: 78). A pesar de las prohibiciones expresas de la corona, este medio de loco­ moción se siguió empleando hasta ya entrado el virreinato. Las actividades que más daño físico causaron a los indígenas durante esos pri­ meros años fueron las expediciones de conquista y las guerras civiles entre españo­ les, hechos que marcaron la vida peruana hasta la década de 1560. Fue en ese con­ texto que los indígenas, ya afectados por las epidemias, sufrieron las consecuencias de los desplazamientos de los ejércitos, que sin reparo alguno saqueaban poblados y depósitos, tomaban por la fuerza a hombres y mujeres y, en definitiva, afectaron a los nativos con elevados índices de mortandad. U no de los factores que desgastó a los indígenas fue el abuso al que se les sometió como cargadores. Es frecuente encontrar descripciones en las crónicas del maltrato al que eran so­ metidos los indígenas que actuaban como cargadores de los expedicionarios. Así, durante el traslado del oro y equipaje que llevó Almagro en su viaje de la sierra a la costa, hicieron un alto en el valle de La Nasca, donde, "los soldados proveyeron vien las cosas de los yungas; e de los [indígenas] que avían venido de la syerra, así con el oro del Rey como con el demás vagaje, quedaron por los 6 El mismo cronista afirma que también el poderoso señor de Chincha se presentaba ante Atahual­ pa con una carga y descalzo (Pizarra 1986: 37). Agustín de Zárate, por su parte, asegura que este protocolo se guardaba aún si el convocado acudía numerosas veces ante el soberano (Zárate 1995: 58-59), mientras que Cieza afirma, por el contrario, que "si queda en la Corte por algunos días y es persona que quenta, no entrava más con la carga" (Cieza 1985a: 35-36). Sarmiento de Gamboa dice que " [t]omó tanta hinchazón Atahualpa por sus victorias y púsose en tanta majestad, que no se de­ jaba hablar de los negociantes, ni nadie alzaba los ojos a mirarle. Y para los que algún negocio tenían con él, había hecho un su teniente, que llamaban 'inca apu', que quiere decir 'el señor del inca', el cual estaba apartado del inca, sentado. Con el cual negociaban los que algo tenían que negociar, y entraban con una carga a cuestas y mirando al suelo y hablaban sus negocios con aquel 'apu'. .. " (Sarmiento de Gamboa 1988: 155). 722 Rafael Varón Gabai caminos algunos muertos, y otros tan lastimados de los pies, que para mientras vibie­ ron quedaron syn aprovecharse dellos" ( Cieza 1991: 114). También Francisco Pizarro, en su camino al Cuzco, hizo largas jornadas por la costa que ocasionaron la muerte de muchos cargadores yungas. Los llevaban con pesos excesivos por los arenales pero, además, encadenados. Cieza afirma que "[t]anto los maltratavan que cayan en el suelo muchos dellos, e viéndolos caydos, por no pararse a sacar de la cadena a los que en ella entravan para hecharles fuera, algunos les cortavan las cabec.;:as con poco temor de Dios. Desta suerte fueron muertos muchos yndios ... " (Cieza 1991: 52-53). La cantidad de indígenas que acompañaba a las expediciones españolas era multitudinaria. U na descripción asegura que, luego de haber sido reconocido go­ bernador, Gonzalo Pizarro entró a Lima "con más de seys mil indios que trayan en ombros los cañones (como está dicho) y las municiones dellos, y yualos disparan­ do por las calles" (Zárate 1995: 226). Era, sin duda, una época de gran temor, abu­ so y pocas posibilidades de sustraerse de la dureza que imponían los hechos. Cieza, que como siempre buscaba entender la situación, dice que los indígenas eran necesarios para el transporte debido a la ausencia de bestias y, por ese motivo, a los conquistadores "podremos en alguna manera relevallos de culpa". Sin embar­ go, el cronista era enfático al asegurar que los "malos tratamientos" que se hacían a los indígenas eran excesivos (Cieza 1994: 176). La legislación Juan de Solórzano y Pereyra citaba una provisión de Carlos V, despachada en Toledo el 4 de diciembre de 1528, que mandaba que en adelante "ningún español de ninguna calidad y condición que sea, no sea osado de cargar ni cargue indio al­ guno". Sin embargo, por una provisión general del mismo emperador, dada en Monzón el 13 de septiembre de 1533, "expresamente se permite que queriéndose cargar los indios tamemes de la Nueva España de su voluntad, lo puedan hacer; con tanto que lo que llevaren no exceda de dos arrobas de peso y entre ellas suco­ mida" (Solórzano Pereyra 1736-39, I: 118-19). Más adelante, la Leyes Nuevas de 1542 prohibirían expresamente cargar a los indios, proscripción que se recogería, años después, en la Recopilación de leyes de Indias (1973, II: 242).7 La acusación contra Juan de Valdivieso por haber cargado indios: Cuzco, 1538 Un expediente hallado en el Archivo General de Indias da cuenta de ciertas mercaderías que eran llevadas de Lima al Cuzco por algunos españoles que condu­ cían a cargadores indígenas. Las autoridades ordenaron que los bultos fuesen rete­ nidos y los españoles interrogados debido a que la legislación prohibía o limitaba la posibilidad de cargar a los indígenas. La documentación incluida en el expe- 7 Agradezco a Pedro Guibovich por las referencias de este párrafo. A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 723 diente permite que en esta oportunidad se conozca el contenido de los bultos, el peso de cada carga, su valor y otros aspectos de interés. 8 Cabe destacar, por otra parte, que el documento representa un modelo de pro­ cedimiento administrativo, debido a que permite ver en la práctica el funciona­ miento del gobierno español temprano . Como era habitual, todo el curso del pro­ ceso fue registrado diligentemente por los escribanos, con la debida participación de los testigos, por lo que se puede apreciar a las instancias del gobierno local del Cuzco (el alguacil y el teniente de gobernador), a las de la gobernación de la Nueva Castilla en Lima (el gobernador Francisco Pizarro y el obispo fray Vicente de Val­ verde) y, finalmente, a la instancia metropolitana por medio del Consejo de las In­ dias en Madrid. Resulta relevante recordar que el proceso se llevó a cabo en un momento en que el Perú no había sido aún sometido al poder invasor, pero en el que las autoridades españolas ejercían su dominio en ciertos espacios que controlaban. Así, es intere­ sante contrastar el caso de uno de los denunciados, el influyente Juan de Valdivie­ so, que optó por llevar su petición en última instancia al Consejo de las Indias, mientras que los otros demandados prefirieron seguir el camino más seguro y bus­ car la solución en la jurisdicción local. El sosiego que trasuntan los documentos revisados oculta la fragilidad militar y política del momento. Es sabido que, en el Perú, todo el año de 1537 se había pa­ sado entre escaramuzas y verdaderas batallas libradas entre los españoles y la resis­ tencia indígena, y también entre las facciones que desangraban intestinamente a los conquistadores. Así, en abril, Almagro había arrebatado la ciudad del Cuzco a Hernando Pizarro y, en julio, Rodrigo Orgóñez venció a Alonso de Alvarado en la batalla de Abancay, mientras que Almagro coronaba Inca a Paullu en la antigua capital imperial. Un año después, en abril de 1538, Hernando Pizarro derrotó a Almagro en la batalla de Las Salinas y al poco tiempo lo ejecutó, mientras que en diciembre de ese año Gonzalo Pizarro fue sitiado en Cochabamba por fuerzas in­ dígenas de las que salvó por un verdadero milagro, según asegura alguna versión de la época. Eran tiempos de guerra, de manera que el Cuzco estaba separado de la sede de la gobernación por mucho más que una larga y fragosa ruta, en la que abundaban las incursiones indígenas. El abastecimiento de los productos de la tierra era irregular y las mercaderías foráneas, a las que estaban habituados los españoles, se recibían de manera esporádica luego de una travesía riesgosa y de costo elevado. El caso que ahora se presenta se originó el 18 de octubre de 1538, en el Cuzco, con la denuncia que formuló Gonzalo Hernández, alguacil de la ciudad, al licen­ ciado Antonio de la Gama, teniente general de gobernador, ante el escribano Alonso de Luque. De la Gama era un antiguo conocido de los Pizarro, de la época en que la expedición que se dirigiría al descubrimiento del Perú pasó por Panamá, en 1531, y él ocupaba entonces el cargo de juez de residencia y gobernador. Las se­ rias acusaciones que hizo sobre irregularidades en las actividades de los expedicio­ narios lo enfrentaron con Hernando Pizarro, pero en 1534 ambos personajes de- 8 "El fiscal con Juan de Valdivieso" . 724 Rafael Varón Gabai bieron de haber conciliado sus diferencias ya que se habían convertido en buenos amigos (Varón 1996: 71-73). La cercanía de De la Gama con los Pizarro llegó al punto de que el licenciado se dirigió al Perú para convertirse en hombre de con­ fianza del gobernador. La mencionada denuncia del alguacil del Cuzco se refería a la noticia que había recibido de que algunos españoles se aproximaban a la ciudad, "los quales trayan muchos yndios en cadenas e atados e cargados de mercaderías todo contra lo que está ordenado e mandado por su Magestad e por los señores Governador e Obispo desta provinc_;:ia". 9 La reacción del licenciado De la Gama consistió en ordenar de inmediato que fuese un alguacil al camino y trajese a los indígenas cargados como venían. Esto aparentemente no se pudo cumplir y sería por ese motivo que las pri­ meras averiguaciones se realizaron en las posadas de los recién llegados. El primero en ser citado a declarar fue Andrés de Burgos, uno de los viajeros. Aseguró que tres españoles y un negro "horro" (libre) partieron de la ciudad de Los Reyes y que en la Nasca se les unieron otros cinco y un "mocito". Los viajeros que llevaban indios cargados fueron identificados como Diego Sánchez de Morales, Cristóbal Martín y Bartolomé de Medina, además del mencionado Andrés de Burgos. Luego de pasar por los Lucanas y Guamani entraron al Cuzco. Acto seguido, el licenciado De la Gama se dirigió a la casa de Juan de Valdivieso en busca de Diego Sánchez de Morales, a quien encontró junto a los bultos que había traído de Lima. Sánchez de Morales transportaba mercadería para Juan de Valdivieso. Éste era un personaje conocido en el país ya que había integrado el pri­ mer contingente de conquistadores del Perú y participó en la captura del Inca en Cajamarca a los 23 o 24 años. Era un hidalgo de linaje reconocido y sabía leer y es­ cribir, lo que le facilitó su ascenso social en el Perú. Valdivieso había formado una compañía con el licenciado Gaspar de Espinosa, en Panamá, y se supone que re­ presentó los intereses del banco de los Espinosa en el Perú, llegando a convertirse en ejecutor testamentario del licenciado. Era considerado "criado" de Francisco Pizarro y el gobernador le otorgó una encomienda en el Cuzco, y lo designó regi­ dor del cabildo de la ciudad en la que ahora era vecino y de la que pronto, en 1539, sería uno de sus alcaldes (Lockhart 1972: 246-48; Varón 1996: 51-52). Además debió de tener influencias en la corte, según se desprende de dos documentos pro­ mulgados por el rey: el primero lo autorizaba a retornar a España cuando quisiese, y el segundo comprendía una recomendación dirigida al gobernador Pizarro. 10 Sánchez de Morales había traído a unos treinta cargadores indígenas, a juzgar por la declaración de Andrés de Burgos. En el momento del interrogatorio los car­ gadores se encontraban en el patio de la casa de Valdivieso y las cargas, que en di­ versidad de bultos se describieron en el listado elaborado por las autoridades, su­ maron diecisiete petacas, siete barriles, siete líos y dos cañones de fragua de hierro y fuelles. El peso varió en cada bulto, desde un mínimo de una arroba, doce libras (17 Kg.) hasta un máximo de dos arrobas menos una libra (22.5 Kg.; ver Apéndice 9 Esta cita y las siguientes proceden de "El fiscal con Juan de Valdivieso", mientras no se indique lo contrario. 10 Ambas fechadas en Madrid el 24 de diciembre de 1534 (Porras 1944-48, II: 67-68). A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 725 l). 11 Evidentemente se había incumplido la ordenanza de no cargar con más de una arroba de peso a cada porteador indígena. El contenido de los bultos es interesante ya que incluye los productos que los es­ pañoles no podían conseguir en el entorno de la ciudad y, en consecuencia, traían de Lima, sin duda todos ellos importados. Ent~e estos productos destacaban las resmas de papel (que costaron 4 pesos cada una), siete arrobas, 17 libras de jabón (a 3Yi pesos la arroba), camisas de ruán (a 2 pesos) y cuatro pares de calzas (a 6V2 pe­ sos). También calzas con terciopelo, camisas de holanda, manteles reales, terciope­ lo de diversos tipos y raso. Asimismo se encontraron tijeras, cuchillos, puñales y peines, al igual que diversas especies como pimienta, clavo, canela y azafrán. Se en­ contró un libro "de epístolas y evangelios", sombreros "turcos de pasamanos" y de otros tipos, cera, "alpargates [sic] para los negros". Había, igualmente, diamantes -presumiblemente para cortar vidrio- que se dice fueron entregados a los indí­ genas como pago por llevar las cargas. Por último se encontró hilo, agujas de coser, guantes, peines, barajas de naipes, azúcar, ajo, mostaza, orégano, una cadena de doce colleras y cinco brazas, con candado y llave, y cincha y espuelas para caballo. Todo fue tasado en 1,785 pesos, 3 tomines (ver Apéndice 2). Luego de realizado el inventario de los bultos de Sánchez de Morales siguió la visita de las autoridades a la posada de Andrés de Burgos y, finalmente, a la de Cris­ tóbal Martín. Las cargas de estos últimos eran bastante menores que las del prime­ ro. Sin embargo, resulta interesante destacar que, en sus declaraciones, Martín tra­ zó la ruta que había seguido de Lima al Cuzco e indicó que el cacique de Sangalla le había dado cargadores que llevó en dirección al Cuzco, hasta que en el camino los cambió por otros que venían en sentido contrario. El mismo Martín dijo que "quando salió de la c;:ibdad de los Reys avía ya ynbiado veynte cargas con los yndios de Palomino a Sangalla ques destaparte de Chincha e que desde allí el cac;:ique del dicho Sangalla le dio yndios para traer las dichas veynte cargas e los traxo cargados hasta que topó a Boscán e otros españoles que yban desta c;:ibdad del Cuzco a Lima que fue junto a los pueblos de los Lucanes [sic] que allí trocó los dichos yndios que llevaba con otros yndios que Bac;:án e Gonzalo Gutiérrez por ellos le dieron e traxo sus cargas en ellos hasta esta c;:ibdad del Cuzco". A juzgar por su testimonio, debieron de haber tenido una travesía bastante acci­ dentada ya que manifestó que de los veinte bultos que traía, "los yndios le tomaron en los Lucanas syete petacas de ropa e dos botijas de azeyte e una de vino e un quintal de c_;:era". A pesar de ser una versión verosímil, evidentemente no se descar­ ta la posibilidad de que los viajeros declarasen una menor cantidad de bultos para evitar el pago de derechos, y por eso se los daba por perdidos. Es importante desta­ car que el móvil de la acción de los oficiales de la justicia real del Cuzco fue el trata­ miento que se dio a los indígenas cargadores y no la evasión de impuestos sobre la mercadería que se transportaba. Cristóbal Martín fue preguntado si traía a los indígenas en cadenas. Su respues­ ta, coincidente con las de los otros interrogados, fue que los trajo encadenados "hasta los Lucanas porque le dixeron que se le yrán los traya en cadena e que desde 11 U na arroba es igual a 25 libras y equivale a 11.502 Kg. 726 Rafael Varón Gabai los Lucanes [sic] a esta c.;:ibdad los traxo atados con un hico".12 A Bartolomé de Me­ dina, a su vez, se le inquirió "si sacó de la Nasca cargas en indios", a lo que no tuvo empacho en informar que había pagado por el servicio de los cargadores a su cura­ ca, con baratijas. Juan González llegó con el grupo pero aparentemente no transportaba carga. El licenciado De la Gama le preguntó si había estado con Medina, a lo que respondió que "en un pueblo de yndios del licenciado Pardo estuvo este declarante e el dicho Medi­ na a syete o ocho días e que desde allí vinieron juntos e queste que declara vino ayer a esta c_;:ibdad aunque ha dos o tres días que llegó a casa desta c_;:ibdad pero que no a salido fuera hasta ayer e quel dicho Medina se quedó en unos bohíos de unos indios". Por otra parte informó que Medina, "dende los yndios de Alonso Díaz trae c_;:iertas cargas de mays." Finalmente dijo, en relación al trato dispensado por aquellos que traían cargadores, que "a ratos los trae en cadena e otras bezes en cuerda e algunas vezes sueltos e que sien pre de noche los echava en cadena". Bias de Bastos reiteró el testimonio de Medina, según el cual había recibido car­ gadores del cacique de la Nasca a cambio de baratijas y luego habían enviado a los siete indígenas de regreso con unos españoles que hacían el viaje en sentido contra­ rio. Aquí se indicaba claramente que cada uno de los barriles y una petaca eran car­ gados por un indígena y que otros dos barriles los traía en una llama, pero fueron tomados por los indios de guerra. El testigo declaró que "Medina traya los c.;:inco barriles en c.;:inco yndios e la petaquilla en otro yndio e que sabe e vido questos dos barriles quel dicho Medina traya los traya en un carnero e los yndios de guerra se los llevaron". A medida que avanza el proceso, las partes invocan legislación de diversa proce­ dencia. La primera es una real cédula que fue vista en la sesión del acuerdo de go­ bierno en Lima en la que participaron, como era habitual, el obispo fray Vicente de Valverde y el gobernador Francisco Pizarro, con la presencia de su secretario Antonio Picado. La real cédula, que seguía la tónica del emperador Carlos V, ha­ bía sido emitida por la reina en Valladolid el 7 de julio de 1536, y prohibía que se cargasen los indios del Perú porque "si a esto se diese lugar sería en gran daño de los dichos yndios espec.;:ialmente aviendo como ay en esa tierra ovejas e carneros de carga donde podían llevar las dichas cosas" .13 En respuesta, Valverde y Pizarro escribieron a la reina pidiendo "moderar" la cédula anterior para lo cual adjuntaron las ordenanzas que ellos habían promulga­ do. 14 Esto motivó que la autoridad regia suscribiese una nueva cédula en Vallado­ lid, el 3 de noviembre de 1536, en la que hacía notar que se podrían tomar indios para carga debido a la falta de bestias, por lo cual se permitía que los españoles de a caballo pudiesen llevar hasta cuatro indígenas para carga y, los de a pie, dos, siem- 12 La voz "hico" no se encuentra en los diccionarios más antiguos, pero sí aparece en el de la Acade­ mia de 1927: "Cuba. Cada uno de los cordeles que sostienen la hamaca en el aire" (Real Acade­ mia Española 1927: 1049) . Es clara la analogía. 13 Publicada por Porras (1944-48, II: 171) . Véase también Zavala (1978, I: 4-7). 14 Las ordenanzas han sido publicadas por Lohmann (1986: 155-56). A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 727 pre que no se les cargase más de una arroba y medía de peso y no se los llevase a más de una jornada de distancia o, si fuese despoblado, hasta el primer pueblo que to­ casen.15 La sesión del acuerdo prosiguió y se hizo un recuento detallado de la orde­ nanza de Valverde y Pizarro sobre el mismo tema, en la que se decía que no se de­ bía cargar a los indígenas con más de una arroba de peso más la comida que ellos consumirían y agregaba que no se les debía atar ni encadenar, ni de día ni de no­ che, y que las cargas no debían ser de mercancías sino de "lo que oviere menester para su persona". Enseguida se hacía constar que estas ordenanzas habían sido pre­ gonadas en el Cuzco el 22 de octubre de 1538. Un mes después los mercaderes, que a pedido de Valdivieso llevaban la carga que motivó la demanda, se dirigieron a la sesión del acuerdo, integrado como era habitual por el obispo Valverde y el gobernador Pizarro, para solicitar se hiciese "moderación" de la pena (es decir, reducción de la condena a la que se sometería a los acusados de cargar en exceso a los indígenas, debido a ciertas condiciones ate­ nuantes). Ellos aducían, fundamentalmente, que la carga era de Valdivieso, quien no era mercader. En el acuerdo se aceptaron los argumentos y se decidió que se de­ bía reducir la pena, por lo cual se ordenó a De la Gama "que modere la pena como a él le parec_;:iere por manera que se use de toda equidad con los dichos mercaderes ... ". De la Gama, sin embargo, no quedó satisfecho con el mandamiento preceden­ te, por lo cual respondió que "él no es parte para hazer moderac_;:ión alguna salvo executar las penas" y que debieran ser el obispo y el gobernador quienes las mode­ rasen, si lo consideraban conveniente. Así lo hicieron, en efecto, y ordenaron a De la Gama que se aminorase la pena y se pusiesen tasadores de parte del acusador y de los acusados para calcular el valor de las mercaderías. Mientras tanto, se exigía que estos últimos exhibiesen a fiadores para asegurar que se cumpliría con lo que dis­ pondría la justicia. Productos, pesos y precios La d iligencia ordenada por el teniente de gobernador De la Gama fue motiva­ da, como se indicó anteriormente, porque las ordenanzas en vigencia prohibían traer indígenas cargados. Por ello, lo primero que hicieron las autoridades fue ela­ borar para cada uno de los viajeros un inventario de los bultos y su peso, así como un listado del contenido y su costo unitario. Al revisar los documentos, todo pare­ ce indicar que cada cargador llevaba un solo bulto, que en los listados se detallan 15 La cédula está publicada en Porras (1944-48, II: 264-65) . Cuatro años después, el 19 de junio de 1540, una real cédula reiteraba los términos de la anterior. Sin embargo, no debieron de tener mayor efecto ya que en las ordenanzas sobre tambos, suscritas por Cristóbal Vaca de Castro en Cuzco el 31 de mayo de 1543, se decía que la causa principal por la cual los indios sufrían "daño, muertes y disminución" al cargarlos era porque los tambos antiguos no tenían alimentos y ahora los indígenas debían llevarlos además de sus cargas (Zavala 1978, 1: 7). Medio siglo después el problema seguía vigente, como se desprende de la instrucción al virrey don Luis de V elasco, fe­ chada en San Lorenzo el 22 de julio de 1595, que consignaba, en la glosa de Silvia Zavala, "que los indios han recibido perjuicios por las inmoderadas cargas; se ha mandado que haya caminos y puentes para que pasen las recuas; algo se ha hecho, pero no todo lo que se desea y conviene; acá­ bense esas obras y el virrey quite entonces las cargas" (Zavala 1978, 1: 200). 728 Rafael Varón Gabai como líos, barriles o petacas. 16 Sin embargo, en ningún caso se hizo un listado del número exacto de cargadores que llevaba cada español. Aún así, es de interés men­ cionar la información contenida en la documentación ya que son extremadamente escasas las oportunidades en que se pueden encontrar los productos que los prime­ ros vecinos españoles consideraban necesarios para el desempeño de sus activida­ des cotidianas, así como sus precios. La mercadería de los viajeros se detalla a con­ tinuación. Andrés de Burgos Andrés de Burgos dijo que no trajo "más de dos cargas de yndios", que pesadas resultaron cada una en una arroba, tres libras. Cuando le preguntaron en qué trajo los cuatro líos "dixo que en una azémila e que desde Guamani los traxo en quatro yndios por los malos pasos". Los bultos pesaron entre un máximo de 16 libras, una arroba y un mínimo de 24 libras (ver Apéndice 3). El contenido de los bultos com­ prendía ropa, papel y algunos puñales (Ver Apéndice 4). De los bultos se separó lo que correspondía a la "ropa de vestir" del propietario, de la que se hizo una rela­ ción que no se valorizó (ver Apéndice 5). Cristóbal Martín Cristóbal Martín aseguró que envió veinte cargas de Lima a Cuzco, y "que metió en ella doze cargas que fueron diez cargas de ropa e dos cargas otras de su cama e toldo ... dixo que los yndios le tomaron en los Lucanas syete petacas de ropa e dos botijas de azeyte e una de vino e un quintal de crera". Los bultos y barriles que llevó Cristóbal Martín pesaron entre un mínimo de una arroba, 4 libras hasta un máximo de una arroba, 12 libras (ver Apéndice 6). El con­ tenido era de ropa, especies, cuero, papel y tijeras, lo que fue tasado en 455 pesos de oro (ver Apéndice 7). Se separó de esta relación su ropa de vestir (ver Apéndice 8). Bartolomé de Medina Este viajero trajo seis cargas: cinco barriles con azúcar y una petaca con su ropa. Cuando le preguntaron para qué traía tanta azúcar respondió "que para hazer fru­ ta de confites". La petaca pesó una arroba, 1 O libras. Los barriles pesaron entre un mínimo de 20 libras y un máximo de una arroba, siete libras (ver Apéndice 9). Todo ello, excepto su ropa de vestir, fue tasado en 65 pesos (ver Apéndice 10). Otro testigo, el viajero Blas de Bastos, declaró "quel dicho Medina traya los crinco barriles en crinco yndios e la petaquilla en otro yn­ dio e que sabe e vido questos dos barriles quel dicho Medina traya los traya en un car­ nero e los yndios de guerra se los llevaron. 16 En un caso se indicó explícitamente que el cargador llevaba sólo un bulto. A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 729 "Preguntado que si sacó de la Nasca cargas en yndios dixo que sacó todas las dichas cargas en carneros con otros dos barriles que le tomaron los yndios todo lo qual traxo hasta la Nasca y en la Nasca le dio el cas:ique syete yndios e le dio por ellos una baraja de naypes e unas tijeras e una sarta de margaritas e un par de s:apatos de tercriopelo e que llegados a los Lucanas topó con Felipe Boscán que yba desta cribdad e el dicho Boscán le dio yndios que llebaba de acá e este que declara le dio los yndios de la Nasca e allí trocaron. "Preguntado que diga qué tantas cargas traya este declarante en yndios atados dixo que traxo seys cargas que son crinco barriles e una petaca de su ropa e que dos solos yn­ dios que tomó en los Lucanas los traxo en cadena e a los demás de noche los echava en cadena. "Preguntado que diga qué traya en los dichos barriles dixo que as:úcar. "Preguntado para qué trae tanto as:úcar dixo que para hazer fruta de confites". Sin duda en respuesta a una solicitud de Valdivieso, en el Cuzco, el 20 de di­ ciembre de 1538, Pizarro promulgó un mandamiento, que dirigió a De la Gama, en el que se le ordenaba que la causa de Valdivieso fuese remitida al Consejo de In­ dias. U na vez tasados los bienes y con las debidas fianzas, el teniente de gobernador De la Gama mandó alzar el embargo, al igual que en los casos de los otros viajeros. Acto seguido, Valdivieso pidió una copia del expediente para enviarlo a España. Éste fue entregado el 5 de febrero de 1540, cerrado y sellado, al Consejo de las Indias, en Madrid, por Sebastián Rodríguez, prestigioso solicitador acreditado ante la audiencia y Consejo de las Indias, quien a lo largo de su carrera asumiría las causas de numerosos conquistadores de América. El expediente se iniciaba con el poder que otorgó Juan de Val divieso, vecino y entonces alcalde ordinario del Cuz­ co, al licenciado Hernando Caldera, vecino de Sevilla, fechado en el Cuzco el 7 de marzo de 1539; Caldera sustituyó el poder a favor de Sebastián Rodríguez. El lega­ jo incluía, además, una información de los méritos de Valdivieso, quien en el Cuz­ co había invitado a testigos que declarasen a su favor sobre la destacada actuación que había cumplido durante la conquista. La primera sentencia que falló el Consejo de Indias fue pronunciada el 1 O de marzo de 1540 y condenó a Valdivieso al pago de 300 pesos de oro de minas de a 450 maravedíes. De inmediato ambas partes, es decir, el fiscal Villalobos y el soli­ citador Rodríguez, apelaron la sentencia. Sin embargo, poco después debieron de ponerse de acuerdo ya que el 21 de abril presentaron una petición conjunta para que se confirmase la sentencia, lo que finalmente hicieron los señores consejeros el día 26. Así se cerró el caso y concluyó el expediente. Es probable que el caso relatado en este artículo represente la primera aplica­ ción de la legislación a favor de los indígenas en el Perú, en particular en lo referen­ te a evitar los severos daños ocasionados debido a su empleo como cargadores. 17 Sin embargo, la riqueza del expediente permite indagar en una variedad de temas, como el exceso de carga al que fueron forzados los porteadores o la ruta seguida de Lima al Cuzco por la vía de Huamanga, atravesando el hostil territorio de los luca­ nas. Además, encontramos una cantidad apreciable de productos importados, en­ tre los que destacan las prendas de vestir y las herramientas, con los precios decla- 17 Agradezco este comentario a Héctor López Martínez. 730 Rafael Varón Gabai rados por sus propietarios y tasados por expertos, que podrán servir de referencia para trabajos futuros sobre una diversidad de aspectos referentes a la vida tempra­ na del Cuzco y de la gobernación de la Nueva Castilla. Apéndices Apéndice 1 [Peso de los bultos de Diego Sánchez de Morales] - U na petaca pesó dos arrobas menos una libra. Lo que pesaron las cargas que traxo Morales Otra petaca pesó dos arrobas Otra petaca pesó dos arrobas e nueve libras Otra petaca pesó dos arrobas e catorze libras Otra petaca pesó una arroba e veynte e una libras Otra petaca pesó una arroba e diez e syete libras Otra petaca pesó una arroba e diez e siete libras Otra petaca pesó dos arrobas e c;:inco libras Otra petaca pesó dos arrobas e nueve libras Otra petaca pesó una arroba e veynte libras Otra petaca pesó dos arrobas y seys libras Otra petaca pesó dos arrobas e doze libras Otra petaca pesó dos arrobas e catorze libras Otra petaca pesó dos arrobas e quinze libras Otra petaca pesó dos arrobas e quinze libras Otra petaca pesó dos arrobas e onze libras Otra petaca pesó dos arrobas e nueve libras Quatro barriles pesó lo syguiente Un barril pesó dos arrobas e c;:inco libras Otro barril pesó dos arrobas e diez e nueve libras Otro barril pesó dos arrobas e nueve libras Otro barril pesó dos arrobas e nueve libras Pesáronse dos barriles pequeños dos arrobas e catorze libras Un barril pequeño e la carga de xabón pequeña pesó una arroba e veynte e dos libras Otro lío de xabón pesó una arroba e veynte e dos libras Uno de los dichos líos de hierro pesó una arroba e veynte e una libra Otro lío pesó una arroba e doze libras Otro lío de tenazas e herramientas de hierro pesó dos arrobas e tres libras Otro lío que tenia una bigornia pesó una arroba e veynte e quatro libras Un lío de hierro pesó dos arrobas e tres libras Otro lío de hierro pesó dos arrobas e siete libras Dos cañones de fragua de hierro una arroba e diez e ocho libras Los fuelles pesaron dos arrobas e diez e nueve libras A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 731 Apéndice 2 [Tasación de la mercadería que llevó Diego Sánchez de Morales para Juan de Valdivieso] ---- [Al margen: de Valdevieso]. Lo que yo Diego Sanches de Morales llevo para dar en la s:ibdad del [testado: los Reys] Cuzco a Juan de Baldevieso quel mandó por su carta se le traxese e me entregase a mí Pedro Bezerra estante en Lima es lo syguiente: Primeramente en una petaca que yo el dicho Diego Sanches res:ibí e llevo a cargo lo syguiente: Seys resmas de papel quel dicho Pedro Bezerra tenía en su poder del dicho Juan de Valdivieso que costaron a quatro pesos la resma montan veynte e quatro pesos Y ten llevo más siete arrobas e diez e siete libras de xabón que tenía el dicho Pedro Bezerra del dicho Juan de Valdevieso e costaron a tres pesos y medio la arroba que montan veynte e seys pesos Lo que va en otra petaca e yo res:ibí es lo siguiente: Ocho camisas de ruán que costaron a dos pesos montan diez e seys pesos Y ten más quatro pares de cals:as que costaron a seys pesos y medio que montan veynte e seys pesos Yten un par de cals:as aforradas en ters:iopelo morado que costaron treze pesos Yten quatro pares de cals:as de muslos de ters:iopelo que costaron a treze pesos montan s:inquenta e dos pesos Yten más una mochilla de [ilegible] que costó seys pesos Yten diez camisas de olanda que costaron a quatro pesos montan quarenta pesos Yten doze varas de manteles reales que costaron a dos pesos e tomín la vara montan veynte e s:inco pesos e quatro tomines Todo esto dexó el dicho Juan de Valdevieso apartado por ropa de su persona en pode1' del dicho Pedro Bezerra Lo que va en otra petaca e yo res:ibí e llevo a cargo es lo siguiente: Treynta e una camisas de olanda que dexó el dicho Valdievieso [sic] en poder del dicho Bezerra costaron a quatro pesos montan s:iento e veynte e quatro pesos Yten más vara e media de ters:iopelo negro al sesgo que costó a ocho pesos la vara monta doze pesos Y ten más seys varas e media de ters:iopelo verde que costó a s:inco pesos e medio la vara que monta treynta e seys pesos Y ten más doze varas e ters:ia de ters:iopelo leonado costó a quatro pesos e medio la vara monta Y ten más otras seys varas de ters:iopelo leonado que costó a quatro pesos e medio monta xxiiij ps XXV) ps xvj ps xxvj ps XUJ ps Lij ps vj ps xL ps XXV ps iiij ts CXXlllJ ps xij ps xxxvj ps Lv ps Xxvij ps 732 Rafael Varón Gabai Yten más otra pie<;:a de ter<;:iopelo de grana de diez varas menos quarta que costó a <;:inca pesos y medio que monta <;:inquenta e tres pesos quatro tomines Yten otro peda<;:o de ter<;:iopelo verde que tuvo tres baras e una ter<;:ia que costó a <;:inca pesos e medio monta diez e ocho pesos Yten llevo otro peda<;:o de ter<;:iopelo encarnado que tuvo tres varas que costó a <;:inca pesos la vara monta quinze pesos Y ten otro peda<;:o de ter<;:iopelo negro al sesgo de seys varas costó a ocho pesos monta Yten más otro peda<;:o de raso negro que tuvo onze varas costó a tres pesos monta - Yten llevo más otro peda<;:o de raso negro que tuvo dos varas menos ochava costó al mesmo pre<;:io que monta <;:inca pesos e <;:inca tomines Yten llevo más otro peda<;:o de brocado que tuvo vara y media costó a syete pesos la vara Lo que va en otra petaca e yo re<;:ibí e llevo a cargo es lo syguiente: Veynte e nueve pares de <;:apatos e pantuflos de ter<;:iopelo que costaron a dos pesos que montan <;:inquenta e [testado: quatro] [entre renglones: ocho] pesos Yten dos pares de pantufos de cuero que estavan con ellos costaron a peso Y ten más una caxa pequeña de palo en que van dos copas de vidro la una con sobrecopa costaron a tres pesos vinieron quebradas Llevaron más dos pares de borzeguíes que costaron a quatro pesos montan ocho pesos [Al margen: Bezerra lxxx ps] - Yten más veynte camisas de olanda que costaron a quatro pesos son de Bezerra Lo que va en otra petaca e yo receví es U na dozena de cuchillos de quatro en caxa que costaron cada una a peso montan Yten otras dos dozenas de caxas de dos en vayna costaron a medio peso montan Yten más dos dozenas de tiseras comunes de <;:inca tomines montan quinze pesos Llevo más una caxa de peynes con su llave que hera del dicho Valdevieso e le costó ocho pesos Llevo más dos espuertas de pimienta e otra de clavos e canela e una olla de a<;:afrán que en todo falta que comyó Juan de Valdevieso estando aquí en Lima - Llevo más diez e nueve pares de borzeguíes de lazo que costó cada par a tres pesos y medio que montan sesenta e seys pesos e medio Yten llevo más dos caxas grandes de cuchillos de aparador que costaron a tres pesos y medio montan Lo que va en otra petaca e yo re<;:iví es Liij ps iiij ts Xviij ps Xvps Xlviij ps XXXllJ ps Vps V tS X ps iiij ts Lviij ps IJ ps viij ps xij ps XIJ ps XV ps Lxvj ps iiij ts VIJ ps A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 733 Dos pedacros de ruán de sesenta e quatro varas es la mitad de Bezerra costaron a medio peso monta la parte de Baldevieso diez e seys pesos Yten más en tres enboltorios diez bonetes los crinco dobles e crinco crenzillos costaron a peso montan diez pesos Yten dos puñales dorados con sus borlas costaron a quatro pesos montan ocho pesos Yten llevo más media dozena de crapatos de cuero costaron a medio peso montan tres pesos Yten un libro de epístolas y evangelíos que hera del dicho Baldevieso Lo que va en otra petaca e yo recribí es [Al margen: Morales vij ps] - Dos pares de borzeguies de lazo son de Morales [Al margen: Morales xxxiij ps] - Yten crinco pares de caleras llanas son de Morales Y ten llevo quatro sonbreros turcos de pasamanos costaron a crinco pesos montan veynte pesos Yten otros dos sonbreros sin franjas que costaron al mesmo precrio montan diez pesos Yten más otros quatro sonbreros de color dos de grana e dos pardillos costaron al dicho precrio montan veynte pesos - Otro sonbrero de muger raydo que lo traya Juanico costó quando nuevo crinco pesos Yten más onze gorras de tercriopelo que costaron a tres pesos y medio la una monta [Al margen: Bezerra xxj ps] - Yten otras seys gorras de las mesmas costaron al mesmo precrio son de Bezerra Yten van treynta e quatro varas de franjas de sargón costó cada vara a tres tomines son de Bezerra Yten más onze camisas de ruán que son de Diego Sanches Morales Llevo más fuera de petaca es lo syguiente: Tres barriles de conseva de dos arrobas costó cada arroba a syete pesos monta quarenta e dos pesos Llevo más otros crine.o barriles de conserva de arroba costaron al mesmo precrio montan treynta e crinco pesos Lo que va en otra petaca e recribí yo es Una arroba de diamantes e más veynte libras que conpró el dicho Baldevieso a Antonio Alvarez a peso y medio la libra montan sesenta e siete pesos y medio son blancos e negros Lo que va en otra petaca que yo recribí es Otra arroba e veynte libras de diamantes que se conpraron ansimesmo del dicho Antonio Alvarez blancos e negros costaron al mesmo precrio las libras que destos faltaron se dieron a los yndios porque llevasen las cargas montan sesenta e siete pesos y medio XV) ps X ps viij ps iij ps VlJ ps XXXllJ ps XX ps X ps XX ps V ps XXXVllJ ps XX) ps xij ps vj ts xxij ps xlij ps XXXV ps lxvij ps iiij ts lxvij ps iiij ts 734 Rafael Varón Gabai Yten llevó Morales para el camino unos cochillos e un par de librillos de s:era tres pares de alpargates para los negros - Yten más treynta pares de xervillas de muger costaron a tres tomines montan Y ten más veynte e quatro pares de s:apatos de niños costó cada par dos tomines monta Yten más veynte e seys pares de s:apatos y pantuflos de ters:iopelo costó cada par dos pesos Lo que va en otra petaca e yo res:ibí es Diez e seys pares de cals:as llanas con bivos de raso costaron a seys pesos y medio el par montan Lo que va en otra petaca e yo res:ibí es [Al margen: Bezerra xxviij ps] - Dos pares de cals:as de muslos de ters:iopelo costaron a catorze pesos son de Bezerra [Al margen: Bezerra lx ps] - Yten más treynta camisas de ruán que costaron a dos pesos son de Bezerra Lo que va en otra petaca que yo res:ibí es U na pies:a de olanda de treynta e seys varas por la señal costó la vara a tres tomines montan Yten más seys almohadas de ruán que costaron a syete tomines montan Yten más un paño de manos de ruán costó medio peso Yten más veynte e tres paños de cabes:a costó cada uno dos tomines montan Yten más nueve paños de nariz costaron tres al peso montan Lo que va en otra petaca e yo res:ibí es Doze pares de cals:as aforradas en raso e tafetán algunas costaron cada par diez pesos Yten una pies:a de colonia que va en la petaca de arriba de s:inquenta e s:inco varas costó a tres tomines cada vara monta - Yten más veynte e quatro pares de medias cals:as de liens:o costaron tres tomines montan Yten más sesenta e s:inco dozenas de s:intas de colonia costaron a tres tomines montan Yten veynte talabartes de ters:iopelo y tegillo costaron a dos pesos y medio Llevo más dos pedas:os de colonia de s:inquenta e tantas varas e no pares:ió anse perdido Lo que va en otra petaca que yo res:ibí es Veynte e una camisas de olanda costaron a quatro pesos montan Y ten veynte e quatro escobillas costaron a s:inco tomines montan Yten s:inco pares de cals:as de muslos de ters:iopelo las quatro costaron a treze pesos e unas onze que montan Yten más quatro libras de hilo blanco e negro costó la libra a tres pesos y medio montan catorze pesos Yten dozientas agujas de coser a peso el s:iento xj ps vj ps Lij ps ciiij ps xxviij ps lx ps )X ps V ps ps V ps llJ ps cxx ps XX ps VJ ps xxiiij ps L ps lxxxiiij ps XV ps lxiij ps XlllJ ps 1) ps ij ts ij ts iiij ts vj ts A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 735 Lo que va en otra petaca e yo w¡:ibí es Veynte e seys pares de borzeguíes del Cuzco costaron a tres pesos y medio montan [Al margen: Bezerra xLij p J - Y ten otra dozena de los mesmos borzeguíes costaron al mesmo prec;:io son de Bezerra Yten más catorze pares de guantes costaron a tres tomines montan Yten una dozena de caxas de peynes y costó cada caxa medio peso montan seys pesos Lo que va en otra petaca e yo rec;:ibí es Quarenta e seys barajas de naypes costaron a tres tomines montan Dos dozenas de peynes finos costaron a dos pesos la dozena montan [Al margen: Bezerra vj ps] - Llevo otras tres dozenas de los mesmos peynes costaron al mesmo [entre renglones: prec;:io] e son de Bezerra Y ten más dos arrobas de ac;:úcar e dos libras costaron veynte pesos Lo que va en otra petaca e yo rec;:ibí es Tres ristras de ajos costaron quatro pesos Yten dos almudez de mostaza costaron tres pesos U na talega de orégano que está en poder del dicho Pedro Bezerra un peso [Al margen: Morales] - Y ten quatro pares de pan tufos e c;:apatos de terc;:iopelo e unos c;:apatos de niño son de Morales [Al margen: Morales] - Yten dos bonetes de grana uno doblado e otro senzillo son de Morales [Al margen: Morales] - Yten más una dozena de peynes son de Morales [Al margen: Morales] - Yten dos gorras de terc;:iopelo son de Morales [Al margen: Morales] - Yten tres camisas de olanda e una de ruán son de Morales - Yten costaron las petacas en que viene todo esto diez e ocho pesos [Al margen: Bezerra] - Yten más una cadena de doze colleras e c;:inco brac;:as e su candado e llave es de Bezerra Y ten más me dio a mí el dicho Bezerra seys pesos para una c;:incha e unas espuelas para mi cavallo e otras cosas para el camino Costó el barril para el ac;:úcar quatro tomines Llevo más otros dos pares de pantufos de terc;:iopelo e unas xerevillas de muger lxxxj ps xlij ps V ps ij ts vj ps xvij ps ij ts iiij ps VJ ps XX ps iiij ps llJ ps J ps VllJ ps llJ ps vj ps vj ps XlllJ ps xviij ps XXV ps ps iiij ts 736 Rafael Varón Gabai Yten más erinco dozenas de peynes que costaron a peso y medio cada dozena diéronse a los yndios que truxeron las cargas Montan estas tres hojas e media e toda la ropa de Baldevieso que en ellas se contiene como pareere por la suma de cada plana mil e seteerientos e ochenta e erinco pesos e tres tomines jU dcclxxxv ps iij ts Apéndice 3 [Peso de la carga de Andrés de Burgos] Pesó una carga una arroba e tres libras Otra carga que pesó otra arroba e tres libras Fue preguntado que quatro líos que traxo que en que los traxo dixo que en una azémila e que desde Guamani los traxo en quatro yndios por los malos pasos e pesaron lo syguiente. Pesó un lío una arroba e quinze libras Otro lío una arroba e seys libras Otro lío que pesó veynte e quatro libras Otro lío que pesó una arroba e dies e seys libras Apéndice 4 [Tasación de la ropa de Andrés de Burgos] Dos gorras de tereriopelo en erinco pesos Tres pares de guantes en tres pesos Tres camisas a quatro pesos Tres bonetes de grana en erinco pesos Dos pares de caleras de tereriopelo en quinze pesos Tres manos de papel seys pesos Seys pañezuelos de narizes en tres pesos Quatro paños de manos caylerados Siete paños de cabeera en tres pesos Una gorra de tereriopelo tres pesos Dos puñales en ocho pesos Dos pares de caleras de muslos de tereriopelo en veynte pesos Media libra de seda quatro pesos Siete varas de grana menos media quarta Un par de borzeguíes quatro pesos Dos sábanas en ocho pesos Otras quatro manos de papel en ocho pesos Dos pares de chinelas en tres pesos Quatro pares de erapatos de tereriopelo en seys pesos <:;inco dozenas de erintas de colonia dos pesos Media libra de ylo negro dos pesos - Veynte e dos varas de manteles en quarenta pesos - Quatro bonetes negros en seys pesos V ps HJ ps xij ps V ps XV ps vj ps llJ ps j ps llJ ps iij ps VllJ ps XX ps HIJ ps lx ps ll1J ps viij ps VllJ ps iij ps vj ps ij ps ij ps xl ps vj ps A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 737 - Otra gorra de terc;iopelo en dos pesos - Otras calc;as negras en seys pesos - Otra escobilla en un peso Dos manos de papel en quatro pesos Dos pares de chinelas en quatro pesos Seys dozenas de c;intas en tres pesos Un jubón de coleta en dos pesos Un corpezuelo e dos pares de medias calc;as e un bonete de grana en c;inco pesos U na capa e una chamarra de paño negro en veynte e c;inco pesos Doze varas e media de terc;iopelo a quatro pesos la vara Diez varas de raso a tres pesos son treynta pesos Treynta e nueve varas de ruán en Seys varas de treynten a diez pesos Apéndice 5 [Relación de la ropa de vestir de Andrés de Burgos] ij ps VJ ps J ps lllJ ps iiij ps HJ ps ij ps V ps XXV ps xlvj ps XXX ps xl ps lx ps ccccLv ps E asy declarado lo susodicho sacaron por ropa de su bestir quatro camisas e una gorra de terc;iopelo un bonete e un par de calc;as con muslos de terc;:iopelo e una escubilla quatro pañezuelos de narizes una capa guarnec;ida de raso e una chamarra negra e otra chamarra de perpetuam e un par de borzeguíes e dos pares de chinelas e un par de c;apatos de terc;iopelo dos dozenas de c;intas de Colonia e media libra de hilo negro e una cuera de raso e una almilla de grana e unos c;apatos e unas chinelas traydos una gorra de paño otras calc;as raydas con muslos de terc;iopelo una chamarra de damasco e una capa rayda una sábana de ruán e una camisa rayda unos manteles traydos unos cynogiles e una gorra rayda de terc;iopelo todo lo qual los dichos terc;ios dexaron syn aprec;iar para el susodicho por ropas de su bestir conforme a la dicha sentencia. Juan Rodrigues. Domingo de Olagorta. Apéndice 6 [Cargas de Cristóbal Martín] Tres barriles que pesaron entre 1 arroba y siete libras y una arroba y nueve libras cada uno . Cuatro líos que pesaron entre 30 libras y una arroba y 8 libras. Cuatro petacas que pesaron entre una arroba siete libras y una arroba doce libras cada una. lo que pesaron es lo syguiente. Un barril que dixo el dicho Cristóval Martín que hera de conserva que pesó una arroba e siete libras 1 @ vij Is Otro barril que dixo ser de conserva que pesó una arroba e nueve libras_ 1 @ jx Is Otro barril pesó una arroba e nueve libras Un lío de espadas que pesó treynta libras Un lío de ropa que dixo ser paño en piec;a que pesó una arroba siete libras Un lío que dixo ser tanbién de paño en piec;a que pesó una arroba e ocho libras Una petaca liada que pesó una arroba e siete libras Otra petaca liada que pesó una arroba e nueve libras [entre renglones: Otra petaca que pesó una arroba e siete libras] Otra petaca que dixo ser de toc;inos que pesó una arroba e siete libras 738 Rafael Varón Gabai Otra petaca que pesó una arroba e doze libras Un lío que dixo ser de xabón que pesó una arroba e quatro libras Apéndice 7 [Tasación de las cargas de Cristóbal Martín] Primeramente treynta e una camisas digo veynte e c;:inco porque las seys quedaron para su vestir a dos pesos y medio montan sesenta e dos pesos y medio Más seys bonetes de grana a peso y medio montan nueve pesos Más diez e siete pares de rolletes de c;:era en ocho pesos Más veynte pares de medias calc;:as de lienc;:o en diez pesos E más c;:inco sonbreros a dos pesos cada sonbrero Quatro pares de alcorques de terc;:iopelo a peso y medio Más de un par de borzeguíes en quatro pesos Más dos peynes en un peso Más seys pares de tijeras a medio peso cada par Más media libra de espec;:ias en tres pesos Más nueve dozenas de c;:intas en quatro pesos e medio Más seys talabartes de cuero en tres pesos Más onze varas e quarta de veynte e ses en c;:ien pesos Más un pedac;:o de paño de veynte e quatreno que tuvo doze varas e media en ochenta e siete pesos e medio Más tres barriles de conserva en quarenta e c;:inco pesos - E más nueve espadas en quarenta e c;:inco pesos - Más diez e nueve libras de xabón en quinze pesos - Más una resma de papel en quarenta pesos lxij ps jx ps viij ps X ps X ps vj ps lllJ ps j ps llJ ps iij ps lllJ ps llJ ps e ps Lxxxvij ps xlv ps xlv ps XV ps xl ps iiij ts iiij ts iiij ts iiij ts Por manera que monta la ropa de suso declarada quatroc;:ientos e c;:inquenta e c;:inco pesos de oro segund lo declararon e juraron los dichos terc;:ios ccccLv ps Juan Rodrigues. Martín Sanches. Apéndice 8 [Ropa de vestir de Cristóbal Martín] Más se sacó por los dichos terc;:ios por ropa de su bestir del dicho Cristóval Martín lo syguiente Seys camisas Un bonete de grana Más unas xervillas Un machete, seys pares de medias calc;:as de lienc;:o Dos capas viejas e otra nueva U nas calc;:as acuchilladas Dos gorras de terc;:iopelo Un sonbrero A lomo de indios: los cargadores indígenas y el abastecimiento de productos 739 Un par de alcorques de ten;:iopelo Un par de borzeguíes Un peyne Un par de tijeras Una libra de espes;ias Un poco de orégano Tres dozenas de s;intas Dos jubones de coleta Una espada Seys libras de xabón Un bonete de grana U nos s;apatos U na almilla de grana Todo lo qual de suso declarado los dichos ters;ios dixeron que se sacaba del dicho ynventario e ropas de su bestir e cosas nes;esarias para su persona del dicho Cristóval Martín porque juró ser nes;esario. Juan Rodrigues. Martín Sanches. Apéndice 9 [Peso de las cargas de Bartolomé de Medina] Yten pesó la petaca una arroba e diez libras e ovo en ella lo syguiente: Diez barajas de naypes Ocho camisas de olanda Unas naguas Un ynboltorio de alunbre e de otras cosas U nas balasycas k ?] syn mástel Un barril que pesó una arroba e siete libras Otro barril que pesó una arroba e dos libras Otro barril que pesó una arroba menos una libra Otro barril que pesó veynte libras Otro barril que pesó veynte e dos libras Apéndice 10 [Tasación de las cargas de Bartolomé de Medina] Tasaron s;inco barriles de as;úcar que pares;e que ovo quatro arrobas e s;iertas libras en quarenta pesos Más tasaron diez barajas de naypes en Más quatro camisas de olanda en quinze pesos Que monta la dicha ropa sesenta e s;inco pesos xl ps X ps XV ps lxv ps Que presentósele por ropas de su bestir quatro camisas de olanda e un poco de alunbre lo qual se le dexó porque estava enfermo e firmáronlo de sus nonbres. El bachiller Marín. Juan Rodrigues. 7 40 Rafael Varón Gabai Fuentes consultadas Manuscritos "El fiscal con Juan de Valdivieso". Archivo General de Indias, Sevilla. Justicia 1065, núm. 4, ramo 2. "Consexo: Año de 1540. El Fiscal de su Magestad con Juan de Baldibieso, vecino de la ciudad del Cuzco, sobre cierta denuncia que contra el se hizo por haber cargado unos yndios." El documento original y su transcripción pueden consultarse en internet en http://documentos histori­ cos. perucultural.org. pe. Bibliografía Fuentes impresas Cieza de León 1985a, 1991, 1994. Real Academia Española 1732, 1927. Lohmann Villena 1986. Pizarra 1986. Porras Barrenechea, ed., 1944-48. Recopilación 1973. Sarmiento de Gamboa 1988. Solórzano y Pereyra 1736-39. Zárate 1995. Fuentes secundarias Lockhart 1968, 1972. Murra 1975, 1978. Rostworowski de Diez Canseco 1988. Varón Gabai 1996. Zavala 1978.