Orlando Plaza editor PERÚ. ACTORES v ESCENARIOS ALJNICIO DELNUEVO MILENIO ............................................. Pontificia Universidad Católica del Perú f'ONDO EDITOIUAL 2001 Primera edición: noviembre de 2001 Perú: actores y escenarios al inicio del nuevo milenio Copyright 2001 por Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católi­ ca del Perú. Plaza Francia 1164 - Lima - Perú Teléfonos: 330-741O/330-7411. Telefax 330-7405. E-mail: feclitor@pucp.edu.pe Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. Hecho el Depósito Legal: 1501052001 -4328 Derechos Reservados ISBN: 9972-42-448-0 Impreso en Perú - Printecl in Peru Balance de la Especialidad de E conomía Máximo Vega-Centeno 1. Propósitos y Objetivos de la Fundación de la Facultad Para ubicar correctamente los orígenes de la Facultad, así como para explicar las características que tomó inicialmente y las que se han ido consolidando a lo largo de estos 35 años, es conveniente recuperar algunos antecedentes. En efecto, en la segunda mitad de los años cincuenta se produjo en nuestro país un despertar y un renovado interés por las cuestiones sociales, algo adormecidos desde los tiempos de los movimientos indígenas de las primeras décadas del siglo, de los tiempos de Mariátegui, del APRA naciente y aún del Frente Democrático Nacional del 45. Por una parte, personas esclarecidas, grupos e instituciones, se plantearon problemas y ensayaron formas de acercamiento y de acción concreta sobre ciertas manifestaciones de los problemas sociales. Por otra parte, a un nivel más global, corresponde a esta etapa el nacimiento de nuevos partidos políticos con programas renovadores y con una visión de los problemas del Perú profundo. La Reforma Agraria y la Justicia Social dejaron de ser slogan o patrimonio de grupos extremos y pasaron a ubicarse en el centro de la discusión y de los proyectos políticos. Parecía comenzar a quedar atrás la lista de obras públicas de ocasión como programa de gobierno y como promesa electoral; y, parecían quedar atrás la dádiva como método de reclutamiento de adherentes y el caudillismo mesiánico como propuesta. Parecía. MÁXIMO VEGA-CENTENO Corresponde también a esta etapa una presencia orientadora algo dife­ rente y bastante vigorosa de la Iglesia, la misma que podemos resumir en la publicación de una importante y bastante avanzada Carta Pastoral del episcopado sobre los problemas sociales (19 58) y la convocatoria a la primera Semana Social del Perú, realizada en 1959, que realmente movili­ zaron a los cristianos en torno a su compromiso, a sus responsabilidades y a bs iniciativas que debían tornar en la sociedad. Corresponde igualmente a esta etapa la percepción bastante general en las elites sociales, de que el afrontar problemas de fondo en el país re­ quería información precisa y segura, así como competencias específicas para interpretar esa información y para proponer respuestas adecuadas. Hasta el momento, la intuición y la improvisación eran la norma y, si bien la enfermedad no se curó definitivamente, algún requisito nuevo había aparecido y esto es importante recordar cuando nos referimos a la creación de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Católica. En efecto, en este marco se pueden comprender las razones por las que tuvo tanta resonancia la presencia y el estudio realizado por la Misión Lebret (del grupo francés Economía y Humanismo) en Colombia y por ello el reclamo insistente de que algo similar se hiciera en el Perú. El gobierno no quiso tomar el riesgo de afrontar conclusiones, presumiblemente o demasiado cuestionadoras; no dió pase a la Misión Lebret, pero encargó un estudio a una institución privada norteamericana, la Misión Arthur D. Little que produjo como informe final «Un Programa de Desarrollo Industrial Regional para el Perú» (1960), documento que podemos decir es el primer estudio económico de conjunto y de alto nivel profesional en nuestro país. El gestor de este estudio y quien intentó aplicar sus conclusiones en lo que denominó el Plan Peruvia, fue el Ministro de Fomento Alfonso Rizo Patrón que, sin embargo, no pudo ejecutarlo por limitaciones de enfoque y de estilo del gobierno de que formaba parte. En todo caso, tenemos pues, en este episodio, b percepción del requerimiento de estudios técnicos p!_:evios para el diseño y la irnplernentáción de políticas y, al mismo tiempo, la n~cesidad de recurrir a entidades o personas del exterior, a11te la ausencia de capacidad propia, de personas y equipos en el país en con­ diciones de hacerlo. Igualmente hay que señalar, corno problema serio y 44 BALANCE DE LA ESPECIALIDAD DE ECONOMÍA que persiste hasta hoy, la falta de una voluntad política para operar y para apoyar transformaciones de fondo. Es en este contexto o frente a estas exigencias que las universidades del país van a intentar ofrecer una respuesta. Anotemos que el desafío era de modernización en enfoques e instrumentos de análisis en algunas disciplinas, como la Economía, tan ligada y limitada a la Contabilidad que obligaba a recurrir a Abogados e Ingenieros para desempeñarse en las funciones de Economista. El desafío era de transformación bastante radi­ cal en disciplinas como la Ciencia Política, muy ligada a cuestiones doctri­ narias y formales, dentro de las Facultades de Derecho; y que era de cubrir una ausencia o un vacío completo en lo que toca a la Sociología. Nuestra Universidad asumió el reto tempranamente, creando el Instituto de Estudios Sociales, por iniciativa del Decano de la Facultad de Teología, P. Ulpiano López S.J. en 1959. El Instituto no conducía a diplomas profe~ sionales y tenía más bien el carácter de un centro de iniciación y sensibi­ lización, así como difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, que hizo aun más evidente y urgente el que la Universidad afrontara en un nivel propiamente universitario, la formación de personas y la investigación en materias sociales. Así lo entendieron, dentro de la Universidad, diversas personas principalmente ligadas a lo que entonces era el Departamento del Estu­ diante, a la Facultad de Letras y al propio Instituto de Estudios Sociales que estudiaron las posibilidades, fundamentaron la urgencia y pertinencia y presentaron algunas propuestas. Ellos fueron, César Delgado, Gustavo Gutierrez, Luis Velaochaga, Helan Jaworski y Frederic Debuyst y fue el Rector, recién nombrado, el P. Felipe Mac Gregor S.J. que, frente a las tímidas alternativas que planteaban algunos, al conservadurismo de otros y aún más allá de las expectativas más optimistas, así como con una visión audaz y de futuro amplio, propuso y obtuvo que el entonces Consejo Superior de la Universidad creara la Facultad de Ciencias Sociales incluyendo tres «departamentos», a saber, Sociología, Ciencia Política y Desarrollo Económico, en marzo de 1964. Los considerandos del acuerdo de creación se refieren, justamente, a la necesidad que tiene el país de 45 MÁXIMO VEGA-CENTENO profesionales adecuadamente formados para encarar los problemas sociales del momento y al imperativo de que la Universidad, como institución, estaba llamada y debía proporcionarlos. La Facultad comenzó a funcionar, a impartir enseñanza, ese mismo año, bajo la dirección de una Junta Administrativa presidida por el entonces Director del Instituto de Estudios Sociales. P. Ulpiano López S.J. e integrada por los profesores Frederic Debuyst, César Delgado, Helan Jaworski y Manuel Román de Silgado como Secretario. _Al iniciar su funcionamiento, la Facultad debió recibir alumnos que habían completado los dos primeros años de Letras, el equivalente de los actuales Estudios Generales, y selectivamente a estudiantes del Instituto de Estudios Sociales, ya que no todos cumplían el requisito de tener el in­ greso a la Universidad. En cuanto a profesores, el equipo inicial lo confor­ maron Frederic Debuyst y Manuel Roman de Silgado del I.E.S. y se incorporaron Luis Velaochaga, Violeta Sara-Lafosse y Máximo Vega­ Centeno. Tres sociólogos, de los cuales un visitante que permanecería sólo un semestre, un politicólogo y un economista y, todos con poca experiencia. Cumplido el primer semestre se consideró también cumplida la fase de organización y, como era la norma en esa entonces, El Consejo Superior nombró como primer Decano a Luis Velaochaga y, al haber retornado a Bélgica Frederic Debuyst, se incorporó al Consejo de Facultad, Máximo Vega Centeno, como Director de Estudios. La iniciativa tomada, de creación y puesta en marcha de una Facultad autónoma, con las características y objetivos de la de Ciencias Sociales en la Universidad Católica, era interesante pero ciertamente estaba cargada de exigencias y era, por tanto, riesgosa. Era necesario crear condiciones para que la Facultad desarrollara en _ forma que hiciera honor a los fundamentos de su creación y a las expectativas que se había generado y es aquí donde juegan un papel muy importante dos personajes, amigos entre ellos y con la voluntad común de apoyar el desarrollo de la Facultad: el Rector P. Felipe Mac Gregor y el P. Leonard Janssen de la Universidad de Tilburgo, ambos de la Compañía de Jesús. 46 BALANCE DE LA ESPECIALIDAD DE ECONOMÍA Con la misma amplitud de miras con que tomó los riesgos de la crea­ ción, así como con el sentido previsor que ahora se le reconoce sin difi­ cultad, el Rector Mac Gregor buscó apoyos externos, ya que por una u otra razón, no era posible pensar en soluciones basadas en recursos internos. La historia seria y documentada, así como la tradición oral, matizada con anécdotas, nos cuenta que algo comenzó en ocasión y en curso de su par­ ticipación en una Asamblea de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), a fines de 1963. Allí tomó contacto con autoridades de la Universidad Católica de Lille (Francia) y solicitó apoyo para la espe­ cialidad de Economía; con las de la Universidad Católica de Lovaina (Belgica) para lograr apoyo en el campo de la Ciencia Política; y, finalmente, con las de Nimega y Tilburgo (Holanda) para brindar ayuda en el campo de la Sociología. El resultado de estas gestiones es interesante y muy ilustrativo. La Uni­ versidad de Lille envió al Profesor Michel Falisse (economista) en setiembre de 1964 y con él se pudo discutir y esbozar los primeros planes de estudio en Economía; pero, ante la gran dificultad o la imposibilidad de obtener el apoyo financiero del gobierno francés, no se pudo ir más adelante. La Universidad Católica de Lovaina, luego de una visita de los profesores Maurice Chaumont (sociólogo) y Philippe De Woot (economista), a comienzos de 1965 ofreció y concretó la presencia de un joven cientista político, Philippe Spaey que estuvo tres años en nuestra Facultad. En cambio, por el lado holandés, quien asumió el proyecto de ayuda lo hizo en una forma mucho más integral y sostenida. Nos estamos refiriendo, al P. LeonardJanssen S.J. de las Universidades Católicas de Nimega yTilburgo, que puso al servicio de este proyecto sus competencias académicas y profesionales, así como su bien ganado prestigio frente al gobierno y las instituciones holandesas. En conclusión, el apoyo concretado fue amplio en términos de profesores visitantes, de fondos destinados y también de duración, pues se extendió desde 1965 hasta 1973. Como era normal, en razón del objetivo específico, la ayuda se concentró en la especialidad de Sociología, pero no en forma exclusiva y eso es importante en relación con el Departamento de Economía. En 47 MÁXIMO VEGA-CENTENO efecto, luego de sus visitas iniciales, el P. Janssen envió a un sociólogo de Tilburgo, Kornelius Vermunth y un semestre después a los restantes miem­ bros del primer equipo, Christian Bertholet que lo coordinaba, Bernardus Van Heck y Fritz Wills ; pero, con el ingenioso argumento de que los estudiantes de Sociología debían llevar algún o algunos cursos de Economía, logró incluir a un economista, Marinus Boenders y el propio P. Janssen, también economista, estuvo un semestre completo, enseñando Economía. La presencia de Marinus Boenders, como veremos más adelante, fue muy importante para el inicio de los trabajos de investigación en Economía. Algo fundamental en el fu?cionarniento inicial de la Facultad, inherente a la amplitud de objetivos de su fundación, fue la creación de un Centro de Investigaciones, pues se consideraba indisoluble ese trabajo y el de la docencia y ambos definían el patrón de dedicación de los profesores, es decir, a tiempo completo, en contraste con lo que en ese tiempo era lo común en nuestra Universidad y en general en todas en el país, es decir de profesores a tiempo parcial o por asignaturas. El CISEP, al cual se le aña­ diría la A final al incluirse más tarde la Antropología en virtud del traslado de la correspondiente sección que existía en la Facultad de Letras, inició sus actividades en abril de 1965 con una investigación sobre El Valor Social del Tiempo en el Desarrollo, por convenio con el profesor Rudolf Rezsohazy- de la Universidad Católica de Lovaina y con un apoyo finan­ ciero de la UNESCO. La Dirección del naciente Centro fue encargada a Máximo Vega-Centeno y esa investigación, que involucró la participación de los estudiantes, como encuestadores, a Violeta Sara-Lafosse. En el curso de ese año, 1965, se pudo concretar un convenio con la Universidad de Notre Dame de Indiana, para realizar un estudio sobre la Dinámica Familiar que se inició el año siguiente y, sobre todo, se obtuvo un apoyo substancial de la fundación alemana Zentrallstelle, para solventar las actividades del CISEPA; esta vez no sólo por la iniciativa y los contactos del Rector Mac Gregor, sino también por la intervención promotora, no muy corriente en funcionarios de ese nivel, del Embajador del Perú en Alemania, el maestro universitario Walter Peñaloza. Gracias a todo esto, CISEPA pudo comenzar a funcionar con mayor formalidad, en condicio- 48 BALANCE DE LA ESPECIALIDAD DE ECONOMÍA nes financieras muy auspiciosas y bajo la figura de Instituto Afiliado a la PUCP, figura que existía entonces y que acordaba autonomía administrativa y financiera al instituto en referencia. El Director elegido esta vez fue Bernardus Van Heck y el Secretario General, Enrique Bernales. Por último, una preocupación mareante desde el inicio fue la parti­ cipación estudiantil en diversos trabajos y su presencia institucional a través del «trabajo de campo» o la proyección social, esfuerzo que ha mantenido y que se ha ido consolidando y reformulando. Hacia 1966 ya se había configurado pues la unidad de Ciencias Sociales en la Universidad Católica, asumiendo las indisolubles tareas de formación profesional, de investigación y de proyección social. Esas tareas ya eran reconocidas como típicas del quehacer universitario, pero muchas veces sólo en el discurso, entre otras cosas por el tipo de dedicación de los profeso­ res y la falta de reconocimiento y también de tradición de investigación en las disciplinas llamadas humanísticas. En este sentido, en la historia concreta de nuestra Universidad, la estructura, estilo de trabajo y dedicación típica de los profesores, fue un aporte de la naciente Facultad de Ciencias Sociales a la Universidad Católica y fue posible por el marco que ésta le ofreció. Una anotación adicional es que inicialmente sólo se abrieron dos especia­ lidades, Sociología y Ciencia Política, tanto por la demanda de los estudian­ tes candidatos, como por la disponibilidad de profesores especialistas en cada sección. Por esa razón, Economía, bajo la denominación de Desarrollo Económico comenzó a funcionar un año después. En todo caso, mientras Sociología recibió un apoyo masivo del equipo holandés, Ciencia Política tuvo el apoyo muy limitado de un profesor visitante y en Economía se debió recurrir, mayormente, a profesores por horas o a visitantes ocasionales. En todo caso, aquí se inician trayectorias algo diferentes dentro de un proyecto común y de una institucionalidad que quería ser unificadora en el campo de las ciencias sociales. La Facultad debía buscar