Testimonios de vida en el teatro. TUC 50 años Luis Peirano Falconí y Samuel Adrianzén Merino, editores © Luis Peirano Falconí y Samuel Adrianzén Merino, 2011 De esta edición: © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2011 Avenida Universitaria 1801, Lima 32, Perú Teléfono (51 1) 6262000 feditor@pucp.edu.pe www.pucp.edu.pe/publicaciones Cuidado de la edición: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú Diseño de cubierta y diagramación de interiores: Charo Velásquez Foto de carátula: Francisco Adrianzén Merino. Peligro a 50 metros ( 1970) Todas las fotografías reproducidas en este libro pertenecen al archivo del TUC, salvo indicación en pie de foto. Primera edición: octubre de 2011 Tiraje: 800 ejemplares Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú : 2011-08650 Proyecto editorial: 31501361101432 ISBN: 978-9972-42-968-2 Impreso en Cecosami Pre Prensa e Impresión Digital S.A. Calle Los Plateros 142, Ate. Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. Corazón de teatro Antiguo local del jirón Camaná, calle Amargura, donde se mudó el TUC en 1965 y en el cual permaneció hasta el año 2000, cuando pasó al campus universitario. Cuando hace cincuenta años me dirigía a la Plaza Francia para dar mi primera clase de actuación en el Aula Magna de la Facultad de Letras, no podía ima­ ginar que un día como hoy, medio siglo después, estaría escribiendo estas reflexiones para un libro conmemorativo. Yo simplemente iba a mi trabajo, con mis 27 años a cuestas, con una idea y un sueño por realizar. Pensando solo en hacer bien mi tarea, que consistía básicamente en inocular en los jóvenes estudiantes el gusto por el buen teatro. No intentando formar actores, sino primera y principalmente espectadores enterados, conocedores del teatro por dentro; sensi­ bles a la belleza del arte dramático y a su importancia Ricardo Blume dirigió el TUC entre 1961 y 1968. social. En otras palabras -aunque entonces yo no lo sabía- formando mejores seres humanos. Porque el buen teatro, el que apunta alto y se hace con rigor artístico es siempre, de una u otra forma, escuela de humanidad. Pensaba yo entonces que el teatro se beneficiaría de su trato cotidiano con la universidad, que podía prestarle un soporte intelectual y académico que ayu­ dara a elevar el nivel de la actividad teatral en nuestro país. Y que el beneficio sería mutuo, teniendo la uni­ versidad en el teatro una hermosa forma de volcarse hacia la comunidad, invitándola a la fiesta del espíri­ tu, compartiendo su acción bienhechora. Porque un buen teatro universitario -no está de más recordar­ lo- no es un lujo ni un adorno ni solamente una contribución al desarrollo del arte. Es también un excepcional medio de difusión de los valores espiritua­ les de la universidad. Pero, en fin, me gusta vivir para adelante, en un presente lo más lleno que se pueda de futuro inme­ diato, sin estar a cada rato mirando hacia atrás. Ya quedará tiempo para eso, me digo. Y para jugar con los nietos y sacar a pasear al perro, que no tengo. Sin embargo, el calendario marca fechas inelu­ dibles, inesquivables y así, por lo menos cada diez años, todo el arsenal de la memoria enfila sus ba­ terías emocionales hacia ese momento fundacional 50~1~ 58-59 • Lo campano, ele Julio 01-tega, di1·ig1da por Ricardo Blume (1965). En la foto, relipe Adrianzén y luis Peirano. La obra pertenece al programa Pasos, voces, alguien. .. , de Julio Ortega. del TUC, en que tan involucrado estuve y que aho­ ra cumple la friolera de cincuenta años; medio siglo como quien dice, que se fue volando. Son palabras y cifras mayores. Merecen un recuerdo , una reflexión, un testimonio. Si quisiera deshilar la madeja desde el presente hacia el pasado tropezaría con el hecho real, irrefuta­ ble de que mis tiempos del TUC fueron sus primeros ocho años . Ni uno más, ni uno menos. Aunque en la pepa del alma se sienta que algo de uno se quedó en esos lares para siempre, o casi. Los otros 42 años corresponden a quienes en al­ gún momento fueron mis alumnos y a los alumnos de esos alumnos, que se cuentan ya por generaciones. El haber conservado la institución incólume por tanto tiempo, sorteando todo tipo de escollos, no es, pues, merecimiento mío sino de los que vinieron después o se quedaron de antes. Hecha esta salvedad, hago esta otra: me tocó ha­ cer teatro con universitarios que estaban estudiando otras carreras, y además tuve la ingenuidad de p e­ dirles que no descuidaran sus estudios profesionales por hacer teatro. Esa es la realidad con que tuve que trabajar, p arte de lo que llamaríamos 11ii circuns­ tancia. Pero apunté siempre - y no quité nunca el dedo del renglón- a que se estableciera en la universi­ dad la carrera de teatro , convencido de que al arte escénico le es útil la universidad y a esta el teatro , como ya lo he dicho. Por eso, entre otras cosas, propuse crear una facultad de arte, juntamente con la escuela de artes plásticas, que por esos años ya funcionaba , y funcionaba muy bien. De una u otra forma , esto se ha ido realizando en la universidad y hoy la realidad es muy otra. Saber que hoy los jóve­ nes pueden entrar a la universidad a estudiar teatro Tristón e !solda, de León Felipe, el primer montaje que dirigió Blume en el TUC ( 1961 ). En la foto se aprecia a Humberto Medrana, Alicia Saco, Hernán Romero y José Luis Paz. 50º11\JC •Z UNTEATRO