LAS EMPRESAS SOCIALES. Una nueva organización para el desarrollo (Documento para el debate) CUADERNO DE TRABAJO N° 66 Percy Bobadilla Díaz Enero, 2023 CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 1 LAS EMPRESAS SOCIALES Una nueva organización para el desarrollo* (Documento para el debate) AUTOR: Percy Bobadilla Díaz - Pontificia Universidad Católica del Perú https://orcid.org/0000-0003-1769-585x pbobadi@pucp.edu.pe * Este marco conceptual forma parte de una investigación que se viene desarrollando con la Mg. Cintya Carrión en proceso de culminación mailto:pbobadi@pucp.edu.pe LAS EMPRESAS SOCIALES:UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 2 LAS EMPRESAS SOCIALES. Una nueva organización para el desarrollo (Documento para el debate) Percy Bobadilla Díaz, 2023 © Percy Bobadilla Díaz, 2023 Diseño de carátula: Vanessa Sanz Editado por la Pontificia Universidad Católica del Perú Departamento Académico de Ciencias Sociales Av. Universitaria 1801, Lima 32 – Perú Teléfono: (51-1) 626-2000 anexo 4300 dptoccss@pucp.edu.pe Primera edición digital enero 2023 ISBN: 978-612-48321-9-2 Publicación disponible en: http://departamento.pucp.edu.pe/ciencias-sociales/ mailto:dptoccss@pucp.edu.pe http://departamento.pucp.edu.pe/ciencias-sociales/ CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 Sobre el autor Percy Bobadilla Díaz Doctor y Magister en Sociología por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), con estudios de especialización en liderazgo y gobernanza por la George Washington University y en Gerencia Social por el Banco Interamericano de Desarrollo Washington. Con más de 35 años de experiencia en el ejercicio profesional e investigación en el campo de la sociología de las organizaciones y del desarrollo; con especial énfasis en gestión pública y gerencia social; así como consultor senior en el diseño, monitoreo y evaluación de políticas, planes, programas y proyectos a nivel nacional e internacional. Profesor asociado de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP, Escuela de Posgrado y la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la misma universidad. Profesor invitado desde el 2012 hasta la actualidad en la Escuela de Posgrado Maestría en Gerencia de Empresas Sociales para la Innovación Social y Desarrollo Local de la Universidad EAFIT Medellín, Colombia. Cuenta con varias publicaciones en el campo de la gestión, desarrollo y conflictividad. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO Resumen El presente marco conceptual forma parte de una investigación que busca comprender la identidad institucional de las empresas sociales en el Perú y América Latina. Qué son, cuál es su origen, cómo trabajan y con quienes se relacionan para ganar legitimidad y justificar su existencia en la sociedad, son algunas de las preguntas que se responden desde categorías trabajadas por académicos a nivel nacional e internacional. Al ser una organización que aspira al desarrollo social y ambiental de poblaciones en condiciones de exclusión social y pobreza, se presenta una comparación con dos entidades claves que tienen mayor trayectoria institucional en el Perú y en el mundo sobre estas problemáticas: Las Organizaciones no Gubernamentales de Desarrollo (ONG) y las empresas convencionales que incorporan el enfoque de Responsabilidad Social Empresarial o Corporativa (RSE). Con las ONG existen coincidencias a nivel del fin principal, lograr la erradicación de la pobreza y el manejo sostenible del ambiente. Por el lado de las empresas que incorporan el enfoque RSE se asemejan en el uso del mercado como mecanismo o medio de sostenibilidad económica e institucional; especialmente de las propuestas innovadoras que impulsan para enfrentar la exclusión social en sus diversas aristas. El objetivo de identificar las características constitutivas de las empresas sociales y, por lo tanto, su distinción identitaria en relación a lo que son y hacen las ONG y las empresas con enfoque RSE, no se busca oponerlas ni menos valorar más a una en desmedro de las otras. Se examina y analiza más bien el sistema de expectativas que acompaña el quehacer de cada entidad, las relaciones que construyen con los otros significantes y lo que aprenden o están aprendiendo una de la otra en sus prácticas sociales. En ese sentido, dicha comparación y diferenciación, resulta significativa especialmente cuando se desea apoyarla legalmente o económicamente o cuando forma parte de movimientos, plataformas o espacios de gobernanza que articulan a distintas organizaciones que comparten determinados propósitos. Es en ese ámbito de acción que convoca a diversas entidades públicas y privadas en favor del desarrollo social, que resulta imprescindible reconocer la identidad institucional distintiva de las empresas sociales y de esa manera evitar caer en su relativización o invisibilización bajo la categoría “emprendimiento”; convirtiéndola “de facto” en una organización híbrida o identificada por lo que no es. La apuesta teórica de este esfuerzo académico es entender el sentido y significado de su trabajo de manera afirmativa. Palabras Clave: Empresa social, Emprendimiento social, innovación social, identidad institucional. . CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 5 Contenido I. Una nueva organización para el desarrollo desde la competitividad y la generación de riqueza............... 6 II. Origen y contexto de las empresas sociales ....................................................................................10 2.1. Origen de las Empresas sociales en el caso europeo.. ................................................................................................................ 15 2.2. Orígenes de las empresas sociales en el caso norteamericano ............................................................................................. 16 2.3. Orígenes de las empresas sociales en el caso latinoamericano ............................................................................................ 17 III. Como entender y definir a la empresa social: conceptos, enfoques y escuelas. ...................... 19 3.1. La empresa como institución del sistema capitalista ................................................................................................................. 19 3.2. La noción de empresa social ............................................................................................................................................................... 28 3.3. La corriente anglosajona .............................................................................................................................................................................30 3.4. Corriente europea ............................................................................................................................................................................................ 35 3.5. Tipología para clasificar a la empresa social .................................................................................................................................... 37 3.6. Empresas sociales, Empresa con responsabilidad social y Organizaciones no gubernamentales (ONG): Similitudes y diferencias en su identidad y rol institucional. ................................................................................................. 42 3.7. Características centrales que identifican a una empresa social: aportes para una propuesta de definición......60 3.8. Un intento de definición para entender qué son las empresas sociales. ......................................................................... 71 IV. REFERENCIAS ................................................................................................................................... 73 Resumen........................................................................................................................................................................................................ 4 LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 6 El siglo XXI emerge con nuevos desafíos en el campo del desarrollo. Estos se expresan en diversos enfoques teóricos que buscan entender y explicar problemas sociales complejos, la puesta en marcha de estrategias rectoras e innovadoras para incrementar la eficacia de las intervenciones y el uso racional de recursos para alcanzar dicha aspiración. De los actores públicos y privados que tradicionalmente han asumido estos retos, se suma otro actor en la escena organizacional contemporánea: la Empresa Social, cuyo origen, identidad y el sentido de su acción es el objeto de estudio de la presente investigación. En los últimos años, se muestra que la preocupación por el desarrollo no se centra exclusivamente en la clásica contradicción capital-trabajo y sus efectos en la configuración de las clases y la desigualdad social. Las problemáticas vinculadas ahora a la inclusión y la equidad se complejizan y se manifiestan desde nuevas aristas como son: la perspectiva de género, los derechos indígenas, amazónicos y afroperuanos, lo generacional, lo ambiental, la orientación sexual, la discapacidad, la niñez, entre otros. Todas generadoras de tensiones en diversos sistemas sociales tradicionales que no las visibilizan, no las reconocen o toleran de manera implícita o explícita. El reto de por qué y cómo hacer para lograr una sociedad más justa e inclusiva aparece – en las actuales circunstancias- con mayor o menor énfasis en las agendas políticas y propuestas de diversas entidades del sector público, del empresariado y la sociedad civil organizada; todas preocupadas por conocer y buscar las mejores alternativas a dichos desafíos1. Este nuevo contexto ha traído como consecuencia una serie de cambios a nivel del discurso político, incidencia en políticas públicas y el esfuerzo por construir una base mínima de acuerdos para ejecutar propuestas de reforma o transformación social entre actores con distintas posiciones ideológicas y medios para luchar contra la pobreza, la vulnerabilidad y la exclusión en sus diversas niveles y alcances. En sociedades como la peruana con instituciones y capital social débiles, pasar de una lógica de confrontación y desconfianza entre los actores involucrados a una de colaboración y búsqueda de consensos, se convierte en uno de los mayores retos del presente siglo, luego de las lecciones aprendidas en materia de desarrollo en el siglo pasado y sin pretender afirmar que el conflicto, las luchas de poder y los intereses en juego hayan disminuido en los más mínimo, pues estas dimensiones forman parte de la vida social cotidiana y de la historia humana. Lo importante al respecto es conocer cómo -en el actual contexto- se gestionan y mitigan sus efectos perversos o negativos no deseados en la convivencia y tolerancia necesarias en toda relación social, especialmente en entornos democráticos con libertad de expresión y de asociación. Las razones de estos cambios y especialmente el fenómeno que prioriza la problemática social como preocupación central de diversas organizaciones empresariales pues las gubernamentales y las que ejecutan diversos proyectos en esa perspectiva ya la incorporaban en su derrotero institucional (ONG, Centros de investigación, Fundaciones, entre otras)- podrían rastrearse con mayor claridad en la década de los 80 y 90 del siglo XX, tanto desde el ámbito internacional como el nacional. 1 Los Objetivos del Milenio, ahora denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible son una clara expresión de estas nuevas tendencias y sensibilidades alrededor de dichas problemáticas que involucran a todos los sectores del país sin distinción alguna. Las finalidades parecieran ahora estar más claras que en otras épocas, el problema más bien radica en los medios para alcanzarlos, ahí se concentran las mayores discrepancias. I. Una nueva organización para el desarrollo desde la competitividad y la generación de riqueza. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 7 A nivel internacional destaca el fin de la guerra fría, la universalización del fenómeno de la globalización y la consolidación de las democracias liberales en diversos países tanto de la ex órbita soviética (simbólicamente expresado con la caída del muro de Berlín) como de aquellas naciones que fueron colonias de potencias occidentales (Hobsbawm, 1999). América Latina recobra su democracia en ese período, luego de vivir bajo el dominio de dictaduras militares por varios años. Es importante destacar que a fines de los 80s e inicios de los 90s la mayoría de los gobiernos de esta región aplicaron políticas de ajuste estructural recomendadas desde el llamado “Consenso de Washington” para supuestamente enfrentar con mayor eficacia la hiperinflación que los azotó y puso en peligro sus sistemas políticos incipientes y la gobernabilidad del continente, emergiendo así las llamadas políticas económicas neo liberales (Thorp, 1998). El Perú es parte de este proceso. Iniciada la década de los 80s y luego de doce años de régimen militar se retorna a la democracia con el triunfo del partido Acción Popular liderado por el Arquitecto Fernando Belaunde Terry. Paradójicamente en ese mismo período grupos políticos (considerados terroristas) como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru se levantan en armas e irrumpen en la escena local dando inicio a la lucha armada que puso en jaque la estabilidad social, política y económica del país. Esta situación se agrava aún más debido a que las medidas implementadas por el gobierno de Belaunde y en particular por el de Alan García no reducen el desempleo, ni la pobreza y más bien generan el fenómeno de la informalidad que marca profundamente el desarrollo socioeconómico y cultural del país, dando origen a lo que el antropólogo Matos Mar llamó “El desborde popular y crisis del Estado” y economista Hernando De Soto denominó “El Otro Sendero” (Matos Mar, 1984; De Soto, 1986). En los 90 se inicia la crisis de los partidos tradicionales con el triunfo de Alberto Fujimori como presidente y Ricardo Belmont como alcalde de Lima. Posteriormente con la caída de los líderes más prominentes de la subversión entre los cuales destacan Abimael Guzmán y Víctor Polay Campos y el cumplimiento del objetivo económico de detener la hiperinflación y la inserción exitosa del Perú en la economía mundial luego de años de exclusión, gatilla la popularidad de Fujimori y lo incentiva a cambiar la constitución y modificar la ley para reelegirse y ocultar una serie de abusos de poder, corrupción y violación de los Derechos Humanos de la mano de su asesor Vladimiro Montesinos. Este régimen finaliza con “La marcha de los cuatro suyos”, liderado por Alejandro Toledo y el escándalo de los “vladivideos” que obligan a Fujimori a renunciar vía fax. Se designa un gobierno de transición que tuvo como presidente a Valentín Paniagua quien convoca a elecciones resultando como ganador el partido Perú Posible liderado por Alejandro Toledo (Contreras y Cueto, 2013). En este nuevo contexto es que se inaugura el siglo XXI, donde inician un conjunto de transformaciones socioeconómicas y políticas que modifican la acción tradicional de las ONG y las empresas convencionales con fines de lucro, incluyendo al aparato público. Por el lado de las ONG, la salida paulatina de la cooperación internacional de América Latina y del Perú en particular merma su estabilidad económica. Esto debido a que varios países del continente latinoamericano –donde venían interviniendo dichas ONG- son considerados de renta media por el crecimiento económico y la reducción de la pobreza monetaria. Esto llevó a que sus fondos fueran direccionados a otros países que necesitaban mayor apoyo financiero, en especial países del África, Centro América y de la ex órbita soviética. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 8 Estas mejoras en la situación de determinaros sectores sociales interpelan los enfoques que fundaron su identidad y las formas de intervenir a través de proyectos, obligando a las ONG a relacionarse con nuevos actores sociales como los microempresarios, mujeres, infancia entre otros. En consecuencia, las ONG buscan nuevas formas de sobrevivencia económica bajo las reglas en el mercado cuya racionalidad no formó parte de su derrotero institucional como un mecanismo de sostenibilidad financiera, debido a la protección (e inclusive sobreprotección) que les proporcionada las fundaciones internacionales y sus redes de soporte a nivel regional y global (Bobadilla, 2016; Bobadilla y Barreto, 2001; Bebbington, 1998; Valderrama y Pérez, 1998). Desde el lado de la empresa privada convencional (especialmente la extractiva y la vinculada a la construcción de gran infraestructura) y su expansión bajo las políticas neoliberales se mostraron los límites para generar equidad e inclusión económica que fortalezca la gobernabilidad de los territorios donde incursionaba; perdiendo legitimidad y aceptación social que a la larga significaba poner en peligro sus inversiones, rentabilidad y continuidad como modelo económico y societal. Es así que aparecen con fuerza diversas miradas académicas para “salvar al capitalismo” (Porter, 2011; Mackey y Sisodia, 2014; Reich, 2016; Rajan y Zingales, 2003; Reygadas, 2021; De Soto, 1987) y estrategias como la responsabilidad social corporativa, y últimamente la responsabilidad territorial empresarial (Calvo y Carvallo; 2015; Quiroz, 2009; Martínez, 2016) con el fin de contribuir al desarrollo y a la inclusión social en el país y el mundo. Diversos tratados internacionales así lo demuestran2. Por el lado del aparato gubernamental y especialmente a partir de las medidas económicas para detener la hiperinflación conocida también como “políticas de shock” a inicios de los 90, trajo como contraparte la creación de fondos sociales de compensación (FONCODES) que buscaban paliar el impacto de dichas medidas especialmente en las familias más vulnerables y pobres del país. A partir de la creación de este fondo y la incorporación de estrategias de lucha contra la pobreza en todo el sector público nacen las llamadas políticas sociales (Parodi, 2002). Estas generaban las condiciones para incorporar innovaciones sociales que influyeron en el diseño y ejecución de programas y proyectos de desarrollo donde los mecanismos de participación de la población afectada eran fundamentales para la gestión de dichas propuestas (en espacios de gobernanza). Esto sentó las bases para la aparición de la estrategia de articulación intersectorial o también conocida como el enfoque de gerencia social para la resolución de problemas complejos de origen multicausal (Kliksberg, 1997, 1995; Licha, 2002; Bobadilla, 2004). Es en ese proceso que irrumpe la figura del premio Nobel de la Paz 2006, Muhammad Yunus, quien con su iniciativa de un banco para los pobres (Grameen Bank) genera una nueva forma de intervención que tuvo como referente organizacional a la empresa social. Nombre que el propio Yunus acuñó para identificarlas y distinguirlas de otras organizaciones que hacían un trabajo similar con objetivos similares: luchar contra la pobreza (Yunus, 2008). 2 Algunos convenios y acuerdos internacionales relacionados a la minería socialmente responsable. Principios Voluntarios en Seguridad y Derechos Humanos surgen del diálogo tripartito entre gobiernos, compañías y ONG. Son promovidos por los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido, Noruega y Holanda, así como por empresas de los sectores extractivos y de energía, y algunas organizaciones no gubernamentales incluyendo a Oxfam Internacional y Social Capital Group, 2007. Pacto Mundial (Global Compact), iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas tiene como objetivo que las empresas se comprometan con diez principios de desarrollo sustentable. Iniciativa para el Reporte Global / Global Reporting Initiative- GRI, es una iniciativa multiactores fundada en 1999 por el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) y la Coalición de Economías Responsables del Medio Ambiente (CERES). El GRI (por sus siglas en inglés) es una herramienta para desarrollar y difundir directivas aplicables mundialmente. Principios ICMM para el Desarrollo Sustentable 2003, el Consejo Internacional para los Minerales y Metales —ICMM— organización que agrupa a las principales compañías mineras del mundo, aprobó diez principios para promover el desarrollo sustentable y comprometió a sus miembros corporativos a medir su desempeño en este campo. 6En el 2008 se creó el Ministerio del Ambiente, en el 2010 el Ministerio de Cultura y en el 2017 la Presidencia del Consejo de Ministros creo el vice ministerio de Gobernanza Territorial; a partir de ello se han generado instancias, leyes y mecanismos públicos para promover la minería responsable y mitigar los impactos negativos. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 9 El premio Nobel consideraba que “esta lucha” debiera encaminarse de manera sostenible, superando las relaciones de tutelaje, dependencia y asistencia que se reproducían típicamente entre organizaciones de desarrollo a nivel del gobierno, las ONG, las fundaciones (incluyendo a la iglesia), las empresas con enfoques clásicos de responsabilidad social corporativa y la población objetivo o destinataria de los servicios y proyectos. Para ello las empresas sociales tuvieron que apoyarse en propuestas productivas eco amigables y socialmente responsables, generadoras de empleo y el desarrollo de capacidades, reinvirtiendo los excedentes en el fortalecimiento de las propuestas que la misma organización ofrece a los más necesitados. En ese sentido, la estrategia de intervención –innovadora- que utiliza para resolver problemáticas específicas de exclusión y la búsqueda de auto sostenibilidad desde las reglas del mercado, son los dos pilares fundamentales que estructuran su acción. Las empresas sociales van obteniendo -en proceso- un nivel de reconocimiento a nivel nacional e internacional presentándose como un nuevo actor social, que si bien la literatura actual tiende a confundirlas o mimetizarlas con aquellas empresas convencionales que tienen en la responsabilidad social y el valor compartido nuevas formas de buscar aprobación y legitimidad; éstas –desde su perspectiva- buscan ganar su propia identidad distintiva y roles que las institucionalicen como un sector que trabaja por la inclusión y el desarrollo sostenible, aun sí en ese objetivo pueda coincidir con otros actores que buscan aportar en la misma dirección; aunque con otros medios o estrategias3. Actualmente, las diversas ONG tradicionales que nacieron entre las décadas de los 60s y 80s vienen debatiendo e incorporando –no exento de tensiones por las posibles implicancias en su identidad organizacional- la posibilidad de incorporar las formas de trabajo de las empresas sociales, aunque ello implica necesariamente un cambio sustancial en sus paradigmas fundacionales (Bobadilla, 2022). Varias de las estrategias que las empresas sociales vienen llevando a cabo como los joint venture con grupos en condición de vulnerabilidad, promoción de emprendimientos sociales desde las capacidades de las propias mujeres, varones, jóvenes o familias organizadas, la presentación de renovados proyectos de lucha contra la pobreza y la exclusión social, se construyen mediante mecanismos de cooperación entre organizaciones gubernamentales, empresas privadas y la población objetivo de sus programas y proyectos. Estas propuestas son incentivadas por las recomendaciones de los Objetivos del Milenio, ahora Objetivos de Desarrollo Sostenible que en sus propósitos 8 y 17 respectivamente hacen alusión a la necesidad de alianzas y consensos para alcanzar las diversas metas esperadas. Es en ese contexto que el tema social deja de ser una preocupación exclusiva del Estado y de las ONG para ser también una prioridad de las empresas convencionales con fines de lucro y por supuesto de las empresas sociales. Desde esos antecedentes y el contexto socioeconómico y político descritos surgen las empresas sociales como una reacción y alternativa a la dependencia de las ONG con la cooperación internacional, pero aprendiendo de sus objetivos de transformación social, aunque con menos énfasis en los temas críticos y políticos en relación al modelo económico capitalista. 3 Para mayor información sobre experiencias innovadoras que ponen en marcha y reconocimientos obtenidos por este tipo de organizaciones ver la plataforma KUNAN (https://www.kunan.com.pe/), la Fundación NeSt (https://socialnest.org/es/), el Sistema B (https://www.sistemab.org/) de empresas con propósito y la organización no lucrativa de emprendimientos sociales ASHOKA (https://www.ashoka.org/en-aaw). LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 10 Incorporan el objetivo de rentabilidad económica de las empresas convencionales, pero priorizando el objetivo social que es la razón de su existencia. Utilizan también sus formas de innovación para la productividad y calidad de bienes y servicios, aprendiendo e incorporando las lógicas del mercado y la competitividad; convirtiéndolas en herramientas de inclusión y auto sostenimiento institucional. II. Origen y contexto de las empresas sociales El surgimiento de estas entidades está relacionado, por un lado, como una reacción ante las fallas del mercado y la inacción, ineficiencia e ineficacia del aparato gubernamental para contrarrestar las externalidades negativas de los sistemas de producción y comercialización del modelo económico capitalista en el ámbito social y ambiental, especialmente en los países subdesarrollados. Por otro lado, debido al limitado y difícil acceso al mercado formal de empleo dependiente, pero sobre todo del significativo autoempleo en condiciones de informalidad de amplios sectores urbanos y rurales en países con Estados e instituciones débiles; y, por tanto, incapaces de canalizar dichas energías y demandas en el marco de la ley y reglas de juego que generen condiciones de predictibilidad y seguridad laboral para sus ciudadanos (Defourny: 2001). Grupos organizados, académicos y líderes de opinión vinculados directa o indirectamente con el desarrollo de las llamadas economías sociales de mercado y la responsabilidad social empresarial, ya sea desde el lado corporativo, académico o de la sociedad civil, constituyen el núcleo movilizador de estas iniciativas de emprendimiento basados principalmente en información, conocimiento e innovaciones tecnológicas de bienes y servicios que respondan a los desafíos de la inclusión, la equidad socioeconómica y la sostenibilidad ambiental para las presentes y futuras generaciones4. Dicho de otro modo, la creación de empresas con fines sociales busca satisfacer necesidades de una población excluida que aún no ha sido atendida ni reconocida formalmente por el gobierno en sus políticas públicas o el sector corporativo en sus inversiones (Alvord, 2004; Thompson, 2002). Cabe señalar, que la presencia limitada de las ONG tampoco responde a cubrir las complejas y diversas demandas sociales de la población que vive en exclusión y vulnerabilidad, sobre esto último, se profundizará más adelante. Ahora bien, la empresa social es un fenómeno multidimensional que opera de diversas formas dependiendo de los territorios donde emerge. En el actual proceso de crecimiento y consolidación de este tipo de organizaciones a nivel nacional e internacional, generalmente está se define de acuerdo a los liderazgos de las personas u organizaciones de los países, sus culturas nacionales y locales; y las expectativas de los grupos objetivo en relación a los impactos esperados en su entorno social. A partir de estos impactos se podrán identificar además diversas oportunidades para creación de nuevos bienes y servicios inclusivos y amigables con el ecosistema ambiental (Shane y Venkataraman, 2000). Es evidente que dicho proceso, se encuentra condicionado también por el nivel de desarrollo económico e institucional de los países donde se crean este tipo de entidades y los contextos sociales, 4 Informe de Brundtland definió la sostenibilidad como “el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”. 1987. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 11 políticos y culturales en los que aparecen (Atamer y Torres, 2008). Por lo tanto, los objetivos y los efectos de estas empresas son muy distintas tanto cualitativa como cuantitativamente en aquellos países en vías de desarrollo comparados con los países desarrollados o industrializados. Las empresas sociales al ser una organización que emerge en modelos societales basados en economías de mercado, estas se encuentran sujetas (y amenazadas) por las crisis cíclicas del capitalismo, las cuales tienen entre sus diversas causas: i) el débil control de las corporaciones por parte del Estado (ejemplo la crisis de la burbuja del 2008), 2) las desregulaciones que supuestamente debieran incentivar nuevas inversiones (en cantidad y calidad) aumentan más bien la concentración de riqueza y no su redistribución, aunado a conjunto de externalidades negativas (nuevamente por la incapacidad pública para prevenirlos y controlarlos) y 3) la captura de las instituciones de gobierno ya sea por corrupción u otro mecanismo en favor de los intereses de grupos de poder económico, tanto las tradicionales élites excluyentes, como los emergentes provenientes de las nuevas clases medias y altas, ambas incentivadas por contar con la complicidad del Estado mercantilista (Cortés, 2016). Para los países en vías de desarrollo y dependiendo de su marco institucional, la afectación económica también es generada por la expansión demográfica y especialmente por los fenómenos migratorios del campo a la ciudad, pues el nivel de inversiones y el desarrollo del mercado (de empleo, de seguros, de créditos, etc.) son insuficientes y en consecuencia no generan una oferta laboral con las condiciones legales mínimas para la creciente población demandante, dando como resultado mayor cantidad de personas pobres y reproducción de la desigualdad social. Todas estas amenazas a nivel económico aumentan, pues el planeta se ve afectado por el calentamiento global, la deforestación y la contaminación. Por lo tanto, la continuidad del modelo productivista, rentista basado en el crecimiento económico indiscriminado, sin una presencia eficaz del Estado para controlarlo y regularlo hacia una economía circular y verde podría causar daños considerables al ecosistema. "Si se mantuviera de manera indefinida -suponiendo que esto fuera posible- una tasa de crecimiento económico como la habida en la segunda mitad del “siglo XX”, las consecuencias para el entorno natural de este planeta incluyendo a la especie humana como parte de él, serían irreversibles y catastróficas" (Hobsbawm: 1995). Las alternativas a estas amenazas son motivos de debate y disputas, pues si bien existen consensos sobre la necesidad de modificar todas estas condiciones que no permiten el desarrollo humano y un ambiente sostenible, los medios para alcanzarlos van desde las miradas polarizadas Estado o mercado5, hasta las posiciones políticas y académicas por encontrar una tercera vía; es decir un modelo político y económico que cuente con un Estado, un mercado y una sociedad civil fuertes y con contrapesos de poder legales e institucionales. (Giddens, 1998; 2001). 5 Debate que diversas corrientes del mundo académico y político consideran desfasado y propio de contextos como la guerra fría. Pretender polarizar el rol del Estado y del sector empresarial es caer en un falso problema, pues este tipo de visiones a la larga decantan en totalitarismos de derecha o de izquierda. La construcción de una arquitectura institucional que genere equilibrios de poder entre ambos sectores y que además cuente con una sociedad civil organizada y vigilante, fortalece la democracia y promueve una economía social de mercado amigable con el medio ambiente (Informe del Desarrollo del Banco Mundial 2000) (Mintzberg, 1999 Capítulo 7). LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 12 Las alternativas a la crisis del modelo productivista en el corto y mediano plazo pasan entonces por buscar propuestas centradas en el desarrollo sustentable. Es decir, un modelo social y económicamente humano, ambientalmente consciente y más equitativo, y desde ese paradigma encontrar y promover cambios sustanciales contrarios al actual sistema económico neoliberal. La disyuntiva entonces radica, para el sector crítico al modelo capitalista, limitar las políticas focalizadas en el mercado y centrarse en una planificada y controlada; en donde el Estado sea el protagonista del desarrollo económico y la generación de empleo. Para los reformistas, más bien la salida parte por transformar el modelo económico mercantilista que favorece a grupos de poder, y más bien construir un ecosistema desde las propias familias y sus organizaciones bajo la premisa ganar- ganar, empero sin perder los beneficios que trae las reglas de mercado especialmente en su arista competitiva y de sostenibilidad para los emprendimientos. El diseño y puesta en marcha de cadenas productivas inclusivas y amigables con el ambiente y la promoción de emprendimientos desde la iniciativa individual o colectiva, apuntan al empoderamiento de la población excluida y vulnerable (Bobadilla y Tarazona, 2008; Borgaza y Defourny, 2001). El objetivo social y político es lograr que dichas poblaciones sean protagonistas de su propio desarrollo, sin clientelismos, tutelajes, asistencialismos o populismos de toda especie y color político (Duschatzky, 2000). El objetivo es la construcción de una ciudadanía crítica, autónoma y libre. Es en esa perspectiva que se construye el marco institucional de la empresa social, promovida por su mentor Mohamed Yunus. Mohamed Yunus y su perspectiva del desarrollo desde las empresas sociales El caso pionero y uno de los más emblemáticos de empresa o negocio social es el Grameen Bank en Bangladesh. Entidad creada por el ganador del premio Nobel de la Paz 2006 Muhammad Yunus, precursor del concepto empresa social. Se explicará el caso mencionado como un ejemplo del modelo de intervención que aspira a reducir o eliminar la pobreza, particularmente en países subdesarrollados. El autor de Creating a World Without Poverty (2008), Yunus, describe las deficiencias en torno al Estado, las empresas capitalistas y las organizaciones no gubernamentales en su país natal, que imposibilitan la reducción de la pobreza y vulnerabilidad de comunidades rurales aun cuando poseen cierta capacidad para actuar. A mediados de la década de los setenta se generaron las condiciones económicas que propiciaron un escenario para su iniciativa de empresa social. Por un lado, señala al gobierno como una institución débil capturada por intereses de particulares, de alta actividad burocrática y de corrupción . Por tal motivo, el Estado por sí solo no podría aliviar la problemática social de la pobreza en su país. Por el lado de las empresas privadas, su principal función es la de generar utilidades y reinvertir para expandir su oferta y demanda. Es entonces, que dichas entidades no contemplan satisfacer necesidades de poblaciones en pobreza o pobreza extrema, puesto que desde su perspectiva no poseen la capacidad adquisitiva para ser consumidores de sus servicios o bienes; por lo tanto, los termina invisibilizando. Por otro lado, la práctica de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) muchas veces se crea como una forma de salvaguardar la imagen de la empresa y no termina por aportar con un CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 13 impacto sostenible para la población que se involucra; y, además, casi siempre la empresa prioriza las utilidades que están explícita o implícitamente por encima del bienestar de las personas y el entorno ambiental. El autor también se pregunta si las organizaciones no gubernamentales son entidades que aportan significativamente a la solución de la pobreza. Sin embargo, resulta que estas instituciones se encuentran muy condicionadas a la recepción de fondos de la Cooperación Internacional o de la banca de fomento al desarrollo como el Banco Mundial. En efecto, muchas de estas organizaciones sin fines de lucro se concentran más en la labor de recaudar fondos para poder financiar sus proyectos y actividades, en desmedro de sus objetivos de desarrollo social. En otras palabras, si bien existe una voluntad de transformación social, la poca capacidad para sostenerse económicamente es una gran limitación para el trabajo que realizan las ONG, en especial si dicho recurso se reduce, es insuficiente, pero sobre todo si se agota. Luego de plantear su posición sobre estas instituciones y su real capacidad para lograr la reducción de la pobreza, el autor narra los procesos y acciones que dieron origen al primer negocio social: el Grameen Bank. En primer lugar, entre los años 1974 y 1975 hubo una hambruna en Bangladesh producto de los desastres naturales sumado a las consecuencias de la Guerra de la Liberación que había destruido la infraestructura y vías de acceso que tenía el país, dejando como consecuencia una importante cantidad de la población en calidad de refugiados. Es así que, en este periodo de crisis, Yunus, busca soluciones para aliviar la catástrofe desde su posición de profesor en el Departamento de Economía de la Universidad de Chittagong. Sin embargo, es desde su experiencia personal e intercambio con las personas más pobres (personas sin hogar y mendigos) que se da cuenta que la posibilidad de salir de ese estado de pobreza por sí solos era casi imposible. Cualquier tipo de pequeño negocio (ej. venta de artesanías) necesitaba un capital y los prestamistas locales (usureros) eran abusivos con los intereses y los cobros. En ese entonces, a las personas en extrema pobreza el banco no les brindaba préstamos porque justamente no daban evidencias de garantía de pago y muchos de ellos también eran analfabetos. Yunus al no poder convencer a los bancos que está población califique como sujeto de crédito, debido a los riesgos propios de su condición social, él se asume como garante de los préstamos y luego otorga el dinero a algunos pobladores de la villa. A modo de experimento, fue dándose cuenta que las personas sí pagaban y puntualmente la cantidad prestada (aproximadamente eran 27 dólares). Sin embargo, este éxito dentro de una muestra pequeña no acabó con las inseguridades de los bancos y se mostraban todavía reacios a expandir dicho mercado. Es en ese contexto que su proyecto y gracias a estudiantes que lo apoyaban, en un principio como voluntarios, logró fundar en Grameen Bank luego de un proceso de validación en el año 1983, con un marco legal específico vinculado al ámbito de las microfinanzas. De este modo, Yunus contribuyó a dinamizar la economía local de esta población y más adelante aporto con nuevas alternativas de emprendimiento que permiten hasta hoy en día mejorar la calidad de vida de los habitantes de Bangladesh. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 14 Lo narrado muestra a las empresas sociales como organizaciones con objetivos de equidad e inclusión, pero sus estrategias y modelo de gestión está inspirado en las empresas convencionales del capitalismo. No obstante, el modelo organizacional original se transforma al constituirse desde motivaciones y objetivos principalmente de bienestar de las poblaciones excluidas o vulnerables del sistema económico y social del capitalismo tradicional. En ese sentido, su identidad fundacional promueve y busca generar rentabilidad desde las reglas del mercado, pero orientado al desarrollo de los grupos objetivo de sus proyectos sustentados en negocios sociales. La comprensión del alcance y significado de este tipo de entidades se puede ubicar dentro de lo que salgunos académicos denominarían como una organización híbrida, pues comparte las lógicas de organizaciones con fines de lucro, pero orientados a brindar un servicio social a una comunidad marginada o desatendida (Brouard y Larivet: 2010). De igual forma, la experiencia de Muhammad Yunus, surge como un emprendimiento social a partir de la iniciativa individual del fundador o emprendedor, pero no se descarta que este tipo de modelos también sean impulsados por diversos colectivos de la sociedad civil o del sector empresarial socialmente responsable. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 15 2.1. Origen de las Empresas sociales en el caso europeo. Desde lo planteado por Borzaga y Defourny (2001) sobre el origen de las empresas sociales en Europa, éste se debe a un conjunto de factores que eran comunes en varios de los países de dicho continente y que solo varía el grado de importancia o el impacto de acuerdo a sus trayectorias históricas, económicas y socioculturales. Fue a finales de la década del 1970 y durante los 80, que el crecimiento económico se desaceleró dentro de la región aumentando el desempleo considerablemente, lo cual produjo la crisis del sistema del Estado de Bienestar europeo. Al principio, esta crisis fue de carácter fiscal y condujo a un creciente déficit público. Esto trajo como consecuencia que los ingresos públicos se redujeran considerablemente comparado con años fiscales anteriores y los gastos gubernamentales aumentaron en cifras no esperadas, en especial en los países que brindan subsidios generosos para desempleados y jubilados. En ese sentido, la primera reacción de los estados europeos ante dicha crisis fue la de reformar los subsidios al empleo, desacelerando el crecimiento de la oferta de servicios sociales tradicionales para reducir el desempleo. Sin embargo, la poca capacidad del gobierno de responder efectivamente al problema, acrecentó la demanda por el acceso a los derechos sociales (principalmente seguros de salud, jubilación, etc.). Los gobiernos locales no contaban con los recursos y el presupuesto suficientes para ejecutar programas sociales de calidad, así que una de las medidas que recomendaron los gestores de políticas públicas fue privatizar los servicios y más bien trasladar parte de esas funciones públicas al sector empresarial y la sociedad civil organizada para que financien y ejecuten acciones de interés social con los escasos recursos públicos. Sin embargo, para el sector privado no era una oferta rentable y por lo tanto no tuvo el atractivo esperado, pero si para la sociedad civil y organizaciones del tercer sector como ejemplo las cooperativas. Estas organizaciones con objetivos sociales tomaron la propuesta pública y así pudieron satisfacer y respaldar la fuerte demanda por servicios sociales. En especial, para reducir el desempleo que existía en ese momento en casi todos los países del viejo continente, entre los años ochenta e inicios de los noventa. Si bien las empresas sociales pueden orientarse a distintos campos, para el caso europeo, en sus inicios tuvieron principalmente dos rubros: 1. las empresas de integración laboral y 2. de servicios de atención comunitaria. Estos dos tipos de empresas sociales se extendieron por casi todo el territorio del viejo continente y buscaban brindar capacitaciones laborales a ciudadanos con dificultades para encontrar un empleo y así desarrollar habilidades que les permita integrarse al mercado laboral dependiente o independiente. Asimismo, estas experiencias no estaban del todo supeditadas a fondos públicos pues generaron mecanismos que les aseguraba autosuficiencia y sostenibilidad mediante cobros a los usuarios. Asimismo, podían estar orientados a un cierto sector o población marginada como drogadictos o personas con discapacidad física o mental. El segundo rubro, responde a necesidades no reconocidas por autoridades públicas o excluidas de los beneficios públicos. Por ejemplo, guarderías de infantes o centros de cuidados de adulto mayor. De igual modo, estos servicios fueron gestionados por grupos de personas de la sociedad civil que laboraban o eran voluntarios de esas empresas. En estos casos también se cobraba por el servicio, aunque dependiendo del trabajo realizado las empresas sociales, al LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 16 ingresar a un sector de interés público y al ganar cierto reconocimiento por su aporte a la sociedad, podían acceder a financiamiento privado o ser cofinanciadas por el gobierno sin perder la autonomía en sus decisiones institucionales. Con el transcurrir del tiempo, las empresas sociales, fueron diversificándose según los intereses sociales de cada localidad, como entidades dinámicas y sensibles al entorno adaptándose a los distintos contextos socioculturales, económicos y políticos. Por otra parte, muchos países de este continente adoptaron un enfoque institucional para promover el crecimiento del sector de las empresas sociales, mediante la creación de estructuras y formas jurídicas especializadas que facilitaban su funcionamiento, que, en el contexto de Europa Occidental, a menudo se consideraba equivalente a las cooperativas. Portugal creó las "cooperativas de solidaridad social" en 1998; Italia creó las "cooperativas sociales" en 1991; Grecia creó las "cooperativas sociales de responsabilidad limitada" en 1990; España creó las "cooperativas de iniciativa social” en 1999; y el Reino Unido creó la "sociedad de interés comunitario" en 2004. Muchos de ellos fueron el resultado del proyecto Digestus, emprendido por la Comisión Europea, que pretendía promover la empresa social basándose en el modelo italiano de empresas cooperativas (Lindsay et al 2003). Así, vemos que el sector de la empresa social en Europa Occidental está influenciado en gran medida por las estructuras legales creadas por el Estado, y se caracteriza predominantemente por un propósito social, a menudo la creación de empleo, y una limitación en la distribución de beneficios. Por lo tanto, encontramos que el sector de la empresa social en Europa surgió no de una retirada del papel del Estado, sino más bien, un esfuerzo activo por parte del aparato gubernamental para impulsar la empresa social como un enfoque hacia la solución de problemas económicos que afectan a diversos grupos poblacionales. Los principales impulsores de este desarrollo fueron, en primer lugar, la fuerte cultura de la sociedad civil y, en segundo lugar, el entorno legal creado por el poder político que apoyó estos esfuerzos en la región. 2.2. Orígenes de las empresas sociales en el caso norteamericano En Estados Unidos, la empresa social en forma de actividad comercial por parte de organizaciones sin ánimo de lucro tuvo su origen en diversos grupos religiosos y comunitarios que realizaban ventas de artículos caseros para aumentar las donaciones voluntarias que recibían. Sin embargo, el surgimiento de la empresa social como sector comenzó durante la década de 1970. Los elevados precios del petróleo en 1973 provocaron una prolongada recesión económica en dicho país, que a su vez condujo a recortes en la financiación gubernamental de las organizaciones sin ánimo de lucro por parte de la administración Reagan. Según las estimaciones de Salamon (1997), la magnitud de los recortes en el gasto en bienestar social durante el periodo comprendido entre los años 1970 y 1980, junto con la creciente competencia por los fondos debido al número cada vez mayor de organizaciones sin ánimo de lucro y al aumento de las necesidades sociales, provocaron un cambio hacia la generación de ingresos comerciales. Según varios estudiosos, como Crimmins y Keil (1983) y Eikenberry y Kluver (2004), las organizaciones sin ánimo de lucro vieron en los ingresos comerciales un medio para sustituir la financiación gubernamental. De este modo, se allanó el camino para la aparición de la empresa social como mecanismo ampliamente aceptado para abordar problemas sociales que el Estado dejó de atender durante esos años. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 17 La disminución de la presencia estatal tuvo lugar junto con otra tendencia: el creciente prestigio de las empresas y la gestión. Como afirma Michael Lounsbury (2005), en la década de los ochenta debido a la cultura predominante caracterizada por el protagonismo de la actividad empresarial, los enfoques empresariales novedosos se veían como una alternativa atractiva de generación de ingresos para sustituir la disminución del financiamiento gubernamental. Además, este cambio hacia la empresa social fue fuertemente apoyado y reforzado por fundaciones privadas e instituciones académicas. Las fundaciones privadas proporcionaron una serie de ayudas operativas a las empresas sociales emergentes y a las organizaciones emprendedoras sin ánimo de lucro, mientras que las instituciones académicas desarrollaron una amplia gama de programas de titulación y certificación en gestión de organizaciones sin ánimo de lucro, así como cursos de emprendimiento social dentro de sus universidades para desarrollar el talento necesario para el sector. El sector privado y sus fundaciones como es el caso de la Fundación Kellogg y la Fundación Kauffman se centraron en la recopilación de información básica y la creación de redes, mientras que otras, como la Pew Charitable Trust, organizaron concursos de empresas sociales. También la Universidad de Yale puso en marcha en 1978 el “Program on Non-Profit Organizations”, el primer centro de investigación focalizado en las organizaciones sin ánimo de lucro. De este modo, se constata que la aparición del sector de las empresas sociales en EE.UU. fue impulsada en gran parte por el retiro sustancial del Estado en estas problemáticas debido a las condiciones económicas, el contexto cultural caracterizado por la relevancia de los enfoques empresariales, así como un ecosistema bien desarrollado y apoyado por fundaciones privadas e instituciones académicas. 2.3. Orígenes de las empresas sociales en el caso latinoamericano El sector de la empresa social en América Latina es paralelo al que se encuentra en Europa, con un fuerte enfoque en las organizaciones de tipo cooperativo. Por lo tanto, los orígenes del surgimiento de la empresa social en América Latina pueden rastrearse en gran parte a la influencia de las tradiciones y prácticas europeas traídas por los inmigrantes europeos. Sin embargo, el crecimiento del sector se debió a los acontecimientos mundiales que provocaron cambios políticos en el continente, así como por las dislocaciones económicas causadas por las medidas del Consenso de Washington impuestas a estos países. Como propone Defourny (1992), las condiciones políticas beneficiosas para las empresas sociales surgieron debido a los fracasos del sistema del Estado de bienestar, así como a los fracasos del comunismo de planificación centralizada. De este modo, las empresas sociales tuvieron la oportunidad de ofrecer una alternativa viable a la intervención del gobierno para abordar los problemas socioeconómicos. Esto se vio reforzado por los resultados de las medidas aplicadas en respuesta al Consenso de Washington, donde "el objetivo final de todos estos cambios era reducir el gasto público y proporcionar nuevas áreas de actividad para el sector privado" (Hintze, 2003). En este contexto, la empresa social en forma de organizaciones de tipo cooperativo surgió como una solución viable, como una solución del sector privado hacia los problemas socioeconómicos cada vez más álgidos. Además, llama la atención que el tipo de cooperativa constituya la forma dominante de empresas sociales en América Latina, donde los trabajadores son el núcleo de estas organizaciones más bien pequeñas; su objetivo es crear su propio empleo y mejorar sus LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 18 condiciones de vida. Algunas cooperativas latinoamericanas han experimentado fuertes presiones estructurales, que las han llevado, en algunos casos, a asemejarse más a las organizaciones impulsadas por los intereses del capital. La importancia de este grupo nos lleva a reconocer los fuertes mecanismos de cooperación que caracteriza al campo de las empresas sociales en América Latina. En cierto modo, estas cooperativas de trabajo asociado vuelven a conectar con las raíces y los valores iniciales del movimiento cooperativo. Las pequeñas empresas latinoamericanas, ya sean cooperativas, organizaciones sin ánimo de lucro o empresas sociales, son mucho más pequeñas que sus homólogas a nivel mundial. Este hallazgo es sustentado por los resultados encontrados por la Social Enterprise Knowledge Network (SEKN), que muestran que, la mayoría de las veces, las empresas sociales en América Latina adoptan la forma de "pymes y pequeñas organizaciones de la sociedad civil que son ágiles y están abiertas a la internalización de las innovaciones necesarias para llevar a cabo un negocio inclusivo, especialmente en lo que respecta al trabajo colaborativo" (Comini et al. 2012, p. 390). En el Perú, por ejemplo, estas “pymes colaborativas sociales” tienen una intensidad de dependencia al mercado y ello plantea dos aspectos importantes. El primer aspecto está relacionado con la forma jurídica específica de las empresas sociales y con la cuestión de sus políticas de distribución de beneficios. En cuanto a la forma jurídica, algunos expertos consideran que las empresas sociales deben estar registradas como organizaciones sin ánimo de lucro, mientras que otros son partidarios de un estatus lucrativo. En cuanto a la distribución de los beneficios, algunos actores creen que, para ser considerada una empresa social, los beneficios de una iniciativa deben reinvertirse en su totalidad; otros consideran que los beneficios pueden distribuirse entre los accionistas; y un tercer grupo de actores simplemente se despreocupan de la dimensión de los beneficios, siempre y cuando el objetivo social siga siendo central. Estas diferencias de opinión pueden explicarse probablemente por el hecho que, en el Perú, antes de aprobarse la ley de empresa sociales en noviembre del 2020 (Sociedad BIC, ley 31072) y que fue reglamentada en febrero del 2021, no había desarrollado un marco legal para las empresas sociales como sector, lo que obligó a las organizaciones a operar bajo una variedad de formas legales. Algunas utilizan el paraguas de la Ley General de Sociedades (Ley nº 26887 de 1997) o la Ley de Empresa Individual de Responsabilidad Limitada (Ley nº 21621 de 1976), que rigen todas las organizaciones con ánimo de lucro y les dan libertad para decidir qué hacer con sus beneficios. Otros utilizan el Código Civil, que regula las organizaciones sin ánimo de lucro y les obliga a reinvertir los ingresos en la organización. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 19 III. Como entender y definir a la empresa social: conceptos, enfoques y escuelas. 3.1. La empresa como institución del sistema capitalista Antes de iniciar el esfuerzo teórico por entender qué son las empresas sociales, es necesario detenerse en su antecedente institucional más cercano: la empresa convencional.6 En ese sentido, su relación con las nociones de emprendedurismo (entrepreneuer), innovación tecnológica y la inversión de capital son claves (Gaviria Cock, 2006). El factor humano también juega un rol importante en el crecimiento y fortalecimiento de las empresas. Esto se expresa en el trabajo asalariado (profesional y técnico), el conocimiento y la gestión estratégica de todos los factores mencionados para que en su conjunto y de manera coordinada puedan crear riqueza; y, por lo tanto, desarrollo para los países que apuestan por el modelo empresarial de iniciativa privada. El desarrollo y fortalecimiento, sobrevivencia y crisis de una empresa más allá del tamaño y capital invertido se desenvuelve supuestamente y según la teoría económica clásica, en el marco de una relación de mercado y competitividad (Smith, 1981; Ricardo, 1986). Sin embargo, estas reglas de intercambio entre oferta y demanda no han funcionado en muchos países (en particular en los países subdesarrollados) como sostienen dichas teorías y por lo tanto no han traído el bienestar esperado, principalmente por problemas de institucionalidad e incumplimiento del rol del Estado y sus débiles capacidades para gestionar con probidad y efectividad los recursos públicos. (De Soto, 2000; De Althaus, 2007; Duárez, 2014). En consecuencia, con el devenir de la historia desde el origen del capitalismo en el siglo XVIII hasta la actualidad, la función social y el desempeño de la empresa como organización e institución ha sufrido diversos cambios producto de un conjunto de críticas (objetivas, subjetivas) en el campo ideológico-político, académico, pero especialmente por las luchas sociales de grupos organizados (sindicatos, gremios, federaciones) y movimientos afectados (campesinos, indígenas, trabajadores) por la violación de sus derechos laborales (y ahora los ambientales) en desmedro de su calidad de vida. Ante estás diversas situaciones enmarcadas en contextos históricos concretos, las empresas han reaccionado como gremio en sus opciones políticas, prácticas organizativas y mejoramiento tecnológico. Los cambios en el marco legal y la institucionalidad creada para vigilar, controlar, pero también para apoyar el modelo organizativo empresarial y los beneficios que han traído en países donde dichas reglas han funcionado, así lo demuestran: Estado de bienestar, incremento de la esperanza de vida, del nivel educativo, los ingresos, las 6 Se podría pensar que, por los fines sociales de estas organizaciones, más bien el antecedente institucional más cercano serían las ONG, pero no es así. Los fundadores de las empresas sociales son parte de una generación que egresó de las universidades e ingresó al mercado laboral en el presente siglo. Si bien esta generación bebió de experiencias directas e indirectas sobre la importancia del capital y la empresa como motores del desarrollo para los países como el Perú, también fue testigo y se formó sobre los efectos negativos del Estado Mercantilista y del capitalismo neoliberal, enfocado en la productividad, que no respeta derechos laborales, humanos, la gobernabilidad y el ambiente. En ese sentido esta generación fundadora del movimiento del emprendimiento social, forma parte de las corrientes y estrategias vinculadas a la responsabilidad social corporativa o empresarial y es desde ese paradigma que impulsa la acción organizada vinculada a las empresas sociales. Su origen pues, es muy diferente al movimiento que originó la irrupción de las ONG. Aunque en los últimos años y por los cambios sociales ya mencionados en la primera sección de este estudio, la posibilidad de encontrarse y colaborar en un campo de acción con objetivos comunes, es muy alto. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 20 clases medias, entre otros aspectos referidos al mejoramiento de las condiciones de vida de los ciudadanos de los países capitalistas desarrollados (Hobsbawm, 1998; Thorp, 1998). Dichas transformaciones -en proceso- del desarrollo capitalista durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI, no sólo en el campo económico sino también el político y ambiental evidencia que la iniciativa privada puede cumplir un rol socialmente responsable. Así las sociedades con modelos económicos basados en el fortalecimiento y ampliación de mercados están en mejores condiciones de generar riqueza, vigilados por la sociedad civil organizada y los gobiernos invirtiendo y distribuyendo los recursos vía impuestos en servicios públicos de calidad. Según diversos académicos en el campo sociológico, pero especialmente económico, la empresa es entendida como un esfuerzo deliberado por poner en marcha una idea de cambio (destrucción creativa) para moldear y satisfacer necesidades expresadas en demandas, y que deben estar en atención permanente con sus pares organizacionales con los cuales compite de acuerdo a reglas formales (establecidas por la ley) e informales (establecidas por la costumbre) para otorgar productos, bienes y servicios de calidad a precios justos (Schumpeter, 1911; Marín, 1992; Sulmont, 1999). Para Denis Sulmont (1990) el concepto de empresa no posee una sola definición, sino que ello dependerá de la disciplina dque la asuma como objeto de estudio, sea el derecho, las ciencias de la gestión o las sociales. Principalmente, es una institución donde se conectan intereses entre los distintos actores que la conforman y aquellos que influyen en su entorno por la presión, apoyo o control que generan: el Estado y la sociedad civil. Para el autor, los componentes claves de la empresa son el núcleo estratégico, los accionistas y la plana dirigente. La actividad empresarial es regulada por el núcleo estratégico y el marco legal que posibilita el ejercicio de la empresa como organización que cumple un rol en la sociedad. Por otro lado, la función de la empresa es generar lucro y utilidades a favor de los intereses de sus propietarios. Sin embargo, cuando el afán de lucro no genera un bienestar común en favor de la sociedad, ésta puede deslegitimarla y confrontarla. También es importante destacar la capacidad de agencia de las empresas frente al sistema social en el cual se desenvuelven En ese sentido y como sucede con la diversidad de organizaciones en sociedades modernas donde se expande la economía de mercado, la empresa es una organización dinámica fuertemente influenciada por su entorno, empero dicho entorno también es influido por la acción de la empresa. Desde esta perspectiva, la empresa se constituye como un actor que canaliza y negocia con distintas fuerzas, las cuales se expresan a través de diversas instituciones (socioculturales, políticas y económicas) que estructuran su acción limitada o permitiendo el cumplimiento de sus objetivos. Todo esto motivado e incentivado por la búsqueda de ganancias económicas con la colaboración (regulada por contratos) de empleados que asumen diversos cargos de autoridad que además requieren distintos tipos de habilidades técnicas y profesionales. “Como organización, la empresa está formada por un conjunto de personas en interacción mutua, duradera y específica, agrupadas para conseguir un determinado fin en el campo de la producción y distribución de bienes y servicios escasos. Como institución, la empresa es la cristalización de roles en torno a la satisfacción de unas necesidades económicas” (Marín, 1994: 26). También existe la perspectiva de empresa como una organización humana porque está formada por personas que trabajan, se comunica y coordinan para conseguir metas o resultados. De esa manera CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 21 basan su accionar y comportamiento en una serie de motivaciones y reglas formales o no que los congregan en función de diversas metas y resultados a conseguir y consensuados por quienes lideran este tipo de entidades (Marín, 1994). Desde la perspectiva de Karl Marx y su obra más representativa, “El Capital”, la atención analítica no se centra en el funcionamiento la empresa como organización (principalmente la industria), y cómo esta estructura mecanismos complejos de autoridad y coordinación en diversas tareas para cumplir su rol institucional dentro del modo de producción capitalista. Más bien, el autor del Manifiesto Comunista analiza la relación capital, tecnología y trabajo orientada a la producción de mercancías, lo que se define desde esta teoría como el desarrollo de las fuerzas productivas (Marx, 1995 Tomo I). Es en ese proceso de producción donde la fuerza humana (energía física y mental) socialmente necesaria para la fabricación de mercancías (fuerza de trabajo del obrero o proletario), es la que finalmente explica el valor que adquieren las mismas, diferenciando el uso y el cambio de éstas en las relaciones sociales y económicas en el mercado (subjetivas para el valor de uso y objetivas para el valor de cambio) (Marx, 1995 Tomo I). Resulta claro que, en este marco de interpretación desde la mirada de la economía política, todos los demás componentes propios y sumamente necesarios para que la empresa o industria como organización puedan poner en el mercado servicios o productos competitivos, no forman parte del marco de interpretación Marxista. Por lo tanto, no serían directamente generadores de valor para la acumulación de capital y la reinversión del excedente en la reproducción y sostenibilidad de la corporación o de la mediana y pequeña empresa. En ese sentido, cuáles son los otros factores de producción y reproducción que también generan valor en la fabricación de mercancías, en un contexto de economía de mercado para poner marcha una organización empresarial y que no ha sido priorizada en la teoría del valor del filósofo Karl Marx (al menos con el rigor analítico que evidencia para los otros factores: capital, tecnología y trabajo)7: • La generación de la idea de negocio y su ejecución. No habría empresas sin empresarios y asumir esa función social implica una serie de cualidades, como las capacidades administrativas, esfuerzo, compromiso y riesgo que no todas las personas -por más capital que tengan- están dispuestas a asumir, debido a los costos en tiempo, energía e incertidumbre que este oficio implica. En virtud de esas exigencias, la mayoría de personas en edad de trabajar formada académica, profesional o técnicamente optan racionalmente por el empleo dependiente que un emprendedor creó. En relación al empleo estatal, al no tener la posibilidad de quebrar no tiene los incentivos del empresario y por ello es común en la percepción 7 Para mayor información sobre la vigencia del pensamiento Marxista desde una mirada crítica ver: Rochabrún: Batallas por la teoría. En torno a Marx y el Perú: IEP, 2007. (en especial “Base y superestructura en el “prefacio y el capital”, “El Marxismo Contraataca” y “Marx a mi manera”. También ver: Omar Cavero: El poder de las preguntas. Ensayos desde Marx sobre el Perú y el mundo contemporáneo: UCH, 2019 (En especial “los artículos de Omar Cavero: Una forma de razonar. Sobre la vigencia y los fundamentos del pensamiento de Karl Marx. Jan Lust: Un acercamiento al análisis del desarrollo económico del capitalismo en el Perú. Levy Del Aguila y Enrique Sotomayor: Marx contra el “socialismo real”. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 22 ciudadana, especialmente en países subdesarrollados, que los altos directivos y funcionarios del gobierno, así como servidores públicos finalmente no se comprometan en su función pública, otorgando en muchas oportunidades y circunstancias malos servicios o cayendo en corrupción, pues este sector laboral y político (en el poder ejecutivo, legislativo y judicial) vive de la riqueza que otros crean (captada mediante impuestos). Gestionar bienes comunes públicos sin sistemas meritocráticos e instituciones de control que fiscalicen y sancionen el mal desempeño gubernamental, trae como consecuencia servicios públicos de mediana o pésima calidad. • El conocimiento y la creatividad para innovar tecnológicamente – y de manera permanente- un producto competitivo que pueda realmente tener demanda o crearla y por lo tanto obtener “valor de cambio” debido a la aceptación social del producto. Este atributo sobre el valor de una mercancía, bien o servicio tendrá finalmente que ser comprobado exclusivamente en el mercado. En ese sentido, no existe calculo económico que pueda cuantificar con certeza el valor de una cosa intercambiable y conocer su real beneficio en un laboratorio o dentro de la industria por más trabajo manual e intelectual que se invierta en tiempo y esfuerzo. El valor de cambio sólo se sabrá y reconocerá finalmente en un espacio de competencia y con reglas de juego en principio predictibles. Lo importante en este juego de intercambio de mercancías, se evidencia en el conocimiento y la creatividad materializado en el producto para que finalmente logre impactar en la demanda. Aquí el trabajador del saber (Drucker, 1994), jugará un rol importante y complementario con el emprendedor(a) en una lógica de mejoramiento continuo, tanto en la actualización de proceso y por supuesto el producto, ya sea porque moldea la demanda (creación de una nueva necesidad) o por responder a la misma (satisfacer una necesidad existente). En diversos estudios académicos se reconoce al saber o el conocimiento como el factor clave en la generación de valor y por lo tanto este tipo de trabajos están entre los de mayor retribución económica (Reich, 1993; Drucker, 1994). He ahí la importancia de la educación académica y técnica como medios para superar la pobreza y acceder a empleos mejor pagados, reduciendo sustancialmente el número de población no calificada. Estas mejoras dependerán por supuesto del tamaño de la economía del país (PBI) y el nivel de formalidad y legalidad de su aparato productivo. Países desarrollados con alto grado de formalidad, empleos con sueldos decentes, países subdesarrollados con altos índices de informalidad, empleos precarios y mal remunerados. • La habilidad para posicionar en el mercado los productos, bienes y servicios mediante estrategias de marketing y las habilidades de la fuerza de ventas para que éstas sean realmente compradas y fidelizadas en los clientes. Si no se persuade a los potenciales clientes de las ventajas de determinada mercancía sobre otra, por más fuerza de trabajo invertida en ésta simplemente no se vende y por lo tanto pierde su valor en las relaciones de compra y venta y por supuesto el capital invertido. En muchas empresas los vendedores y especialmente los que tienen redes de contacto con clientes solventes, también conocido como cartera de clientes, están entre los mejores pagados de las empresas inclusive por encima de puestos administrativos o burocráticos dentro de la organización empresarial. Los productos no se venden solos, por inercia o por una “mano invisible” que activa la demanda sin necesidad de energía humana. Las personas que venden también tienen un poder e influencia significativa en el proceso productivo, pero especialmente en el de comercialización. Evidentemente la estrategia de marketing es fundamental para apoyar las acciones del vendedor, ambos aspectos (marketing y ventas) por tanto se complementan. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 23 • La capacidad para gerenciar una organización empresarial , lograr su sostenibilidad económica y mantener la calidad de los bienes y servicios que oferta en el mercado . La función de manejar una organización puede estar a cargo de profesionales contratados o, si el caso lo exige, por los mismos dueños (o socios en la inversión divididos en diversos puestos de autoridad). Gestionar estratégicamente requiere diseñar un modelo organizacional que responda a las demandas del entorno globalizado y competitivo y que este mecanismo facilite en tiempos pertinentes y oportunos la toma de decisiones dentro de una estructura autoridad, división del trabajo y coordinación de funciones para orientar el trabajo de todo el personal, el uso del tiempo y capitalizar eficiente y eficazmente el aprovechamiento de todos los recursos tangibles e intangibles de la organización (Jiménez 2005, Minztberg, 1984). Los resultados, entre ellos el incremento de las ventas de bienes y servicios -y como consecuencia el aumento de las ganancias, y si es una organización pública o de la sociedad civil (ONG), el aumento del bienestar ciudadano- son el mayor desafío y exigencia de toda persona que asuma funciones de dirección en entidades privadas, pero también en las públicas y de la sociedad civil. Alcanzar metas u objetivos basados en el desempeño tiene responsables directos de mayor grado en la alta o mediana dirección y en menor medida en las funciones de ejecución, dependiendo de los modelos de gestión diseñados. Por lo tanto, de la calidad de la función administrativa de la organización dependerá la imagen positiva de la empresa y la puesta en valor de los bienes y servicios reconocidos en el mercado. He ahí el más importante factor de producción en tiempos de globalización: la gestión del saber y el conocimiento (Drucker, 1994; Castells, 1997, 2004). Este es el marco de interpretación que permite ampliar o reconocer los otros factores que otorgan viabilidad a la organización empresarial cualquiera sea su tamaño o rubro. Estos argumentos tratan de evidenciar el aporte de los diferentes factores en el origen, crecimiento y consolidación de una organización empresarial (incluyendo su crisis y quiebra); y por lo tanto, en la creación de valor en lo económico (dinero) y en lo social (reconocimiento y legitimidad). En consecuencia, no busca desconocer el aporte del trabajo de las personas que cooperan racional y colectivamente en la producción de “mercancías”. Lo que se intenta es reconocer como el emprendedor(a) o empresario(a) que consigue “el capital” con su constructo, es decir la empresa es también parte de la producción de riqueza en el sistema capitalista y el valor que aporta es tan igual al valor del trabajo del obrero, empleado o algún oficio de similar status en el campo de la producción de bienes y servicios8. 8 El peso que puedan tener por separado o en su conjunto estos factores en el proceso productivo y tal como se ha venido sosteniendo se define o se sabrá en el mercado, incluyendo las contingencias que lo vuelven una institución imperfecta. Pero es indudable la importancia del factor conocimiento para innovar y poner en marcha la idea del negocio y este a su vez es el que define si va o no la inversión de capital que se convierte en “la gasolina que mueve el motor del sistema capitalista. No por algo este fue el nombre de la monumental obra de Marx: El Capital (en su etapa madura de filósofo, político e intelectual). Sin los factores: idea de negocio, conocimiento para la innovación permanente, posicionamiento del bien y servicio en el mercado y capacidad de gestión; los factores, capital, tecnología y trabajo del obrero o un oficio similar (incluyendo tierra e insumos) no podrían activarse y su impacto en la producción de los excedentes no se generarían. Si se incluyeran todos los factores en el proceso de la generación de valor, ¿se podrían calcular la repartición de beneficios de manera ética y legal? Entonces ¿quién debiera llevarse la mayor parte de la torta? o ¿cómo se repartiría la misma entre los diversos responsables de cada factor? El que creo la idea de negocio o el que ejecuta la idea, el que tiene la información y el conocimiento base para la puesta en marcha de la innovación o el que sigue las órdenes para ejecutar lo innovado, el que arriesga su capital y si lo pierde no tiene derecho a pedir devolución del mismo (salvo los empresarios que se benefician de los Estados mercantilistas o populistas) o el que puede buscar otro empleo por voluntad propia, por despido o por quiebra de la empresa. Saque el lector sus propias conclusiones. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 24 La velocidad de los cambios tecnológicos en los últimos 50 años (por ejemplo, la informática y las telecomunicaciones), también devienen en una mayor productividad; y por lo tanto, en el abaratamiento de los costos de producción y de las mercancías, desplazando significativamente los oficios que sólo requerían “la fuerza de trabajo” (mano de obra no calificada) para ser reemplazados por mano de obra tecnificada y profesional, siendo este tipo de habilidades los más demandados en el actual ciclo productivo de las empresas (cuarta revolución industrial). Se habla pues de una tercerización de la economía, donde la gestión de servicios y la producción de conocimientos tienen un peso importante en los desarrollos comparados con los tipos de producción del capitalismo del siglo XIX (Bell, 1976; Touraine, 1978). En el siglo XXI nuevamente la velocidad de los cambios tecnológicos, por el conocimiento y la innovación y las consecuentes transformaciones de la vida humana y las relaciones que ahora se vienen construyendo, son de un alcance inimaginable para cualquier científico social del siglo XX y su mejor intento por hacer una prospectiva que permitiera visualizar la sociedad que hoy vivimos. El abaratamiento de los costos para el acceso y uso de sistemas informáticos permite que millones de personas estén conectadas al mundo mediante diversos aparatos “on line” (celulares, tablets, laptops, etc.) con todos los servicios vinculados a las distintas necesidades de la vida cotidiana, profesional, académica. Proceso que no se detiene ni se detendrá o no tiene límite imaginable, pues cada año aparecen nuevos modelos tecnológicos que acercan la realidad global en sus múltiples campos del conocimiento a las moldeables e inagotables necesidades de las personas, abaratando y acercando más los bienes y servicios a los diversos niveles económicos de las personas tanto en países desarrollados o subdesarrollados. En estos últimos, el rol del Estado para acercar estas tecnologías a las personas en situación de pobreza se encuentra- entre los mayores desafíos del siglo XXI en la reducción de las brechas tecnológicas9. El desarrollo industrial mediante la robótica con trabajos mecánicos y la inteligencia artificial que superan ampliamente la capacidad humana para realizar oficios otrora hechos por el hombre y que en la actualidad han sido reemplazados y perfeccionados por las maquinas, incluyendo la capacidad para almacenar información inagotable, entrando a la era del big data (Facundo, 2017). Todo ello replantea el sentido, alcance y significado del trabajo, pero también la forma como se enseña y aprende para desempeñarse en el mundo laboral, donde las habilidades para analizar, crear, criticar y comunicar en todos los campos de la vida humana (y no memorizar y repetir el conocimiento que otros producen) son la base de la educación del presente y del futuro orientado al campo del trabajo10 (Schwab, 2016). La sociedad moderna en el contexto de la cuarta revolución industrial es evidente que no impacta a todos los países del mundo por igual. Existen países mejor adaptados a estos cambios y otros más bien tienen una relación y desarrollo muy desigual dependiendo del país. Por ejemplo, México, Brasil y Chile son países que destacan hermano si los comparamos con sus hermanos de América Latina, pero todavía habrá importantes diferencias en comparación a 9Al respecto ver, Banco Mundial: https://www.worldbank.org/en/topic/digitaldevelopment, Banco Interamericano de Desarrollo BID: https://www.iadb.org/es/noticias/cerrar-la-brecha-digital-podria-crear- 15-millones-de-empleos-en-america-latina-y-el-caribe CEPAL:https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46435/1/S2000836_es.pdf 10 Ver video sobre La cuarta revolución industrial: https://www.youtube.com/watch?v=-OiaE6l8ysg https://www.worldbank.org/en/topic/digitaldevelopment https://www.iadb.org/es/noticias/cerrar-la-brecha-digital-podria-crear-15-millones-de-empleos-en-america-latina-y-el-caribe https://www.iadb.org/es/noticias/cerrar-la-brecha-digital-podria-crear-15-millones-de-empleos-en-america-latina-y-el-caribe https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/46435/1/S2000836_es.pdf https://www.youtube.com/watch?v=-OiaE6l8ysg CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 25 USA, Canadá y la mayoría de países europeos. No obstante, en todo el mundo hay un reconocimiento para el innovador que crea su propia empresa, como para el que trabaja innovando para otra empresa. Las sociedades que apuestan por modelos de mercado, competitivos y con economías verdes distinguen y premian social y económicamente el esfuerzo que implica llevar a la práctica un negocio con meridiano éxito y por ello las diferencias de status y prestigio de diversos líderes(as) en este campo de acción productiva y profesional, sea que provengan de la micro, pequeña, mediana o gran empresa. Empresarios(as) que destacan por haber llevado a la práctica un esfuerzo organizado con resultados reconocibles y si es en contextos adversos e incertidumbre social (debilidad institucional) el reconocimiento y la legitimidad social por desafiar esas contingencias es también un resultado tan importante como el económico. Los comportamientos éticos en el mundo empresarial son necesarios e indispensables (el rol de las universidades que forman en estos campos es clave), pero dichas actitudes se enfocan en los planos de la voluntad, la cual puede estar sujeta a la arbitrariedad y volatilidad del comportamiento. La necesidad de contar con estructuras de control y sanción rigurosos a nivel del Estado (Contraloría, fiscalía anticorrupción y juzgados ad hoc) y de la sociedad civil organizada (por ejemplo, los movimientos de consumidores) son también imprescindibles para evitar que estos esfuerzos queden en el discurso de los políticos en campañas electorales y mensajes a la nación. Si las sanciones son ejemplares y los mecanismos de control legal y social son eficaces, se podrá disuadir e incrementar la acción proba del empresariado y de los funcionarios del gobierno que los contratan (Kliksberg, 2000). Los esfuerzos públicos y de la sociedad civil para luchar contra la corrupción fortalecen la democracia, especialmente en entornos donde existen empresarios rentistas, especuladores y corruptos que en alianza con autoridades de turno no están dispuestos a arriesgar su capital, ni su(s) negocio(s) si el medio no les favorece o no se sienten protegidos por grupos de poder político y económico. El desprestigio del mundo empresarial deviene en gran medida de dichas actitudes y racionalidades perversas de un sector - ¿mayoritario? - del empresariado (Sen y Kliksberg, 2000)11. El tema aquí, para los críticos al capitalismo, es que dichos efectos perversos son consustanciales al sistema (Hartwell, 1986; Hampden-Turner, 1995), mientras que para otras corrientes de opinión es posible reformar el sistema de mercado desde la agencia de los actores y la creación y el fortalecimiento de instituciones inclusivas y de efectiva distribución de la riqueza (Porter y Kraimer: 2011, Mackey y Sisodia, 2014; Arellano, 2020). Para concluir esta sección sobre la empresa convencional e iniciar el planteamiento teórico de lo que son las empresas sociales, debemos destacar dos cuestiones claves referidas a su 11 Como se señaló al inicio de esta investigación, diversos académicos, líderes de opinión y políticos que defienden las reformas del sistema capitalista, vienen criticando los Estados mercantilistas, la búsqueda de rentas (rent seeking) y la corrupción desde los cuales diversos empresarios se benefician en sus prácticas de negocio. El combate contra este sector de privilegiados con contactos y alianzas en los ámbitos del poder político y económico es una de las luchas más importantes del siglo XXI. En esta lucha no importa el tamaño del grupo económico o si es de la nueva clase media o si son nuevos ricos de origen popular. La corrupción ha calado en lo más hondo del sistema gubernamental en los países de la región, prescindiendo de la ideología del partido en el poder (de izquierda, centro o derecha) en alianza con este sector de empresarios corruptos a nivel nacional e internacional (en el Perú, “el club de la construcción” y en América Latina “el caso Odebrecht” son sólo una raya del tigre). En esa perspectiva el trabajo del Antropólogo Luis Reygadas “Otros capitalismos son posibles” (2021), es un referente indispensable en el debate que se busca generar también en esta investigación, pero enfocado en las empresas sociales. LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 26 viabilidad y sostenibilidad en el tiempo: el derecho a la propiedad y los nuevos enfoques sobre la Responsabilidad Social Empresarial. Lo importante de las sociedades que apoyan legal e institucionalmente la promoción empresarial como medio para generar empleo y riqueza para el desarrollo de los países, convierten a la propiedad, sus diversas formas y modalidades en un derecho ciudadano. Desde la tenencia de una o más viviendas, terreno(s), pasando por diversos activos (acciones, patentes, etc.) y finalmente el derecho a poder contar con la propiedad de los medios de producción por parte de cualquier persona que cumpla con diversos requisitos normativos y sociales (este último basado en el esfuerzo reconocido por “los otros”), genera los incentivos para que las personas aprendan que los méritos tienen efectos positivos y uno de ellos es ser propietario y gestor de un negocio, convirtiéndose en un derecho también fundamental como posibilidad legitima de los ciudadanos que contribuye a su bienestar y al bien ser individual y colectivo, evitando desde el marco legal y el control social el utilitarismo indiscriminado que afecte el ecosistema, pero no condenando ni desprestigiando la opción por acceder a la propiedad (Barba Solano, 2021). En relación a la propiedad colectiva, los Estados modernos que promueven dichos mecanismos, garantizan la iniciativa de grupos sociales para asociarse formalmente en el campo productivo y de servicios poniendo en marcha una empresa bajo el interés de una comunidad de personas, que emane de las condiciones históricas, culturales y económicas de su entorno. Es el caso de las comunidades campesinas e indígenas que por sus valores y costumbres basadas en la reciprocidad y con apoyo de agentes externos públicos o privados, deciden formar empresas colectivas.12 Desde las cooperativas a las empresas comunales, lo cierto es que la opción de ser propietarios comunes de bienes colectivos, es otra de las opciones abiertas y legales que deben ser perfeccionadas producto de la experiencia, pues un bien colectivo tiene sus propias contingencias y problemáticas que deben ser conocidas a profundidad para que la norma las pueda contemplar en sus diversas modalidades; por ejemplo las empresas familiares que se asocian para responder a la complejas demandas del mercado y puedan abaratar diversos costos para acceder a conocimientos e insumos, que solos como grupo familiar les sería muy costoso. (Ostrom, 2022; Bobadilla y otros, 2019). En relación a los enfoques y políticas corporativas relacionadas a la responsabilidad social empresarial (RSE), se evidencia en diversos textos académicos, documentos de divulgación del discurso y las 12 En diversos textos sobre empresas sociales existe una corriente importante (especialmente la europea) de afirmar que toda empresa colectiva en sus diferentes acepciones legales (cooperativas, asociaciones de productores, empresas comunales o de interés social, etc.) es una empresa social. En los hechos tanto en el campo legal como en el social más que empresas sociales son empresas convencionales con fines de lucro, sólo que deciden poner (y arriesgar) su capital económico bajo una racionalidad común. En efecto, sus objetivos, pero también las formas de producción y apropiación del excedente, son muy similares a sus pares de propiedad individual o familiar, pues ambos tipos de empresas fundan este tipo de organizaciones para obtener rentabilidad económica. Sin embargo, en este razonamiento es necesario tener en cuenta el capital cultural de dichos grupos sociales en la conformación de empresas colectivas bajo sus diversas modalidades. En esa decisión de trabajar juntos como grupo estarán presentes sus tradiciones, creencias, formas de sentir y actuar (Durkheim, 1982), aspecto central que motiva y justifica la necesidad de trabajar asociados bajo la lógica empresarial (competir y obtener utilidades) y de esa manera ganar eficiencia y eficacia en la generación e incremento de ingresos sostenibles (BID, 2006). Pero también la evidencia muestra que, por razones relacionados al capital cultural, los productores rurales o urbanos no desean, ni aspiran o no están motivados a trabajar colectivamente en este tipo de organizaciones de propiedad colectiva o asociaciones económicas, especialmente si su evaluación costo-beneficio es más rentable como propietario individual que en asociatividad con sus pares del ámbito económico en el cual se desenvuelven. CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 27 ponencias en seminarios de los defensores de dicha corriente, que no existe una mirada común y por lo tanto conceptual compartida sobre su alcance e implicancias en las prácticas empresariales. Existen críticas al mismo porque en los hechos la RSE es asistencial y por lo tanto su perspectiva es cortoplacista, no incrustada en el proceso productivo de la propia organización empresarial o industrial, ni el desarrollo social del entorno en el cual impacta, convirtiéndose en un paliativo que busca calmar las conciencias de los empresarios frente a la riqueza acumulada (Porter, 2011; Reygadas, 2021; Harvey, 2008). No obstante, el sentido de las empresas al incorporar este enfoque -en sus diversas corrientes y experiencias- es legitimar la imagen de su “marca” ante la sociedad. Una marca que inspire respeto y que sea reconocida por sus aportes al mejoramiento de las condiciones sociales y laborales de sus trabajadores (ahora colaboradores) y por su contribución a la gobernabilidad y los ecosistemas de los territorios donde opera y sus habitantes. Estos aportes se expresan en la generación de empleo indirecto a través de la compra de insumos, productos y servicios a proveedores locales, obras por impuestos (empresarios que construyen obras públicas directamente y luego el Estado les descuenta de sus tributos anuales), fondos sociales de apoyo a la ejecución de proyectos de infraestructura local en colaboración y coordinación con líderes locales y los gobiernos regionales, provinciales y distritales, financiamiento para iniciativas de emprendimiento económico y social, entre otros beneficios significativos y valiosas en sus ámbitos de intervención. Los desarrollos de estos enfoques dependerán también de las condiciones políticas y económicas de las regiones donde se ejecutan dichas inversiones. Es así que las miradas cortoplacistas y asistenciales emergen principalmente en ámbitos sociales de oposición radical a la inversión (caso de diversas empresas extractivas) y la débil presencia del Estado para ejercer su rol de control y de mediación en los conflictos. En concreto si el capital social y la institucionalidad es débil, es decir la pérdida de confianza en las reglas de juego que regulan la acción de las personas, sus acuerdos y las relaciones con diversas organizaciones públicas y privadas no generan predictibilidad, las empresas optarán por salidas coyunturales. Si por el contrario las relaciones de coordinación y consenso público-privado (incluyendo a la sociedad civil) en espacios de gobernanza (mesas de dialogo o desarrollo) son permanentes y por lo tanto confiables, la posibilidad de encausar el enfoque RSE en una perspectiva de desarrollo territorial y sustentable con una perspectiva de mediano y largo plazo se pueden incrementar (Bobadilla Díaz, https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/22581: Procesos de aprendizaje público- privado y cambios institucionales en la gestión de conflictos socio-ambientales de los territorios impactados por la minería en el Perú, 1990-2021). Lo cierto que la empresa dentro del sistema capitalista enfrenta nuevos desafíos y los viene asumiendo no exento de tensiones, críticas, luchas en contra del modelo de generación de empleo, ingresos e impacto al ambiente. Pero tal y como sucedió en el proceso de consolidación económica y política de las empresas en los países capitalistas desarrollados durante el siglo XX, esta entidades tuvieron que resolver “relativa o considerablemente” la contradicción capital-trabajo y sus aportes al respecto han sido y son significativos, especialmente durante la post guerra: el aumento de los ingresos de los trabajadores y por lo tanto el aumento del consumo y el bienestar económico de sus familias, acceso a servicios de educación y salud de calidad, etc., pero sobre todo la ampliación de derechos para las poblaciones otrora excluidas, etc. (Hobsbawm, 1999). https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/20.500.12404/22581 LAS EMPRESAS SOCIALES: UNA NUEVA ORGANIZACIÓN PARA EL DESARROLLO 28 No obstante, la exclusión y la desigualdad todavía existente, incluyendo la problemática ambiental, en especial en países con mercados débiles y Estados precarios, siguen siendo temas en la agenda de las organizaciones nacionales e internacionales que buscan las reformas y mejoras del modelo económico capitalista en un contexto democrático y de libertad de pensamiento. Es en ese proceso que surgen las empresas sociales. 3.2. La noción de empresa social La noción de emprendedurismo e innovación acuñada por el economista Austro-Estadounidense Joseph Alois Schumpeter (1942) permitió entender los cambios en la productividad de las empresas capitalistas. Dichos cambios se manifiestan en nuevos métodos de producción, apertura a nuevos mercados y mejora de los procesos tecnológicos de la organización empresarial (Ebner:2003; Defourny: 2001). Estas nuevas combinaciones aplicadas por el empresario se traducirían en oportunidades de crecimiento para los negocios o empresas. Son estas premisas teóricas Shumpeterianas, las que inspiran a Yunus y posteriormente al movimiento internacional que promueve el emprendedurismo a incorporar la noción empresa social como referente identitario de las organizaciones con propósitos de bienestar para grupos sociales excluidos y que tienen en el mercado uno de los mecanismos más importantes para alcanzarlos. En ese sentido, las estrategias que ponen en marcha toman en cuenta la demanda (moldeándola o respondiendo a sus necesidades) para luchar contra la pobreza, insertando servicios y productos dentro de nuevos o alternativos ámbitos de compra venta (solidarios o convencionales) fortaleciendo las capacidades y los capitales de sectores no visibilizados o marginados del sistema económico formal. En efecto, dichas capacidades y capitales de los pobres o vulnerables tienen un potencial que en diversas oportunidades no son aprovechados ni reconocidos para generar valor socioeconómico dentro de los contextos laborales (de sobrevivencia e informalidad) donde se ganan el sustento (De Soto, 2000). En ese sentido crear las condiciones para que estos sectores inicien su emprendimiento o formen parte de redes para construir alianzas o asociarse bajo los parámetros de lo que implica promover empresas de orientación social, se convierte en una nueva posibilidad u oportunidad para el desarrollo de dichos grupos y sus territorios.13 13 Es importante destacar en el caso de una empresa social que tiene como estrategia de negocio construir una alianza con familias o grupos organizados, principalmente aquellos que viven en condiciones de exclusión o vulnerabilidad socioeconómica, para poner en marcha un emprendimiento social compartido, busca que la forma orgánica de los grupos objetivo invitados a participar en dicha propuesta, puedan ser iniciativas productivas familiares o colectivas, asociaciones de productores, inclusive cooperativas, sea que éstas ya estén constituidas formalmente como tales o que, a partir de los convenios firmados con la empresa social promotora del negocio, decidan -en proceso- asumir alguna formalidad organizacional como las mencionadas para darle viabilidad legal al emprendimiento. En los hechos, los grupos excluidos convocados a formar parte de la alianza tendrán como motivación principal la generación de ingresos y por lo tanto aspirarán principalmente a conseguir fines económicos (sin estos no habría acuerdo). Los aspectos de trabajo colectivo que el emprendimiento exija o las relaciones de reciprocidad que puedan derivarse de ésta, son medios necesarios para dichos fines y en consecuencia no deberían confundirse con las motivaciones y elecciones de las personas o colectivos que fundan una empresa social. Estas últimas tienen como prioridad motivaciones de carácter social y por lo tanto no están centrados en los denominados ánimos o fines lucrativos, aunque como se verá más adelante lo económico es un aspecto clave que no se puede desdeñar principalmente en el campo estratégico (Bobadilla y otros, 2019). CUADERNO DE TRABAJO N° 66, ENERO 2023 29 Incorporar los conceptos de emprendedor como el de emprendimiento social son indispensables para el este análisis, debido a que ambos conceptos están fuertemente vinculados y por lo tanto forman parte del mismo derrotero: no hay emprendimiento(s) sin emprendedor(es). Siendo el emprendedor o los emprendedores los sujetos claves que ponen su conocimiento, arriesgan su capital y su tiempo para lograr cambios sociales alternativos a las formas convencionales de apoyo a los pobres (asistencia, subsidio, tutelaje), es necesario su reconocimiento teórico y posterior explicación del rol que cumplen y vienen cumpliendo en el desarrollo e institucionalización de este tipo de intervención social, tal como sucede con el status de empresario, pero en el campo de la rentabilidad, la responsabilidad social y la racionalidad costo beneficio. Si bien no existe un consenso sobre el significado y alcance de lo que son y hacen las empresas sociales, pues, como se ha explicado en la sección anterior “origen y contexto de las empresas sociales”, ello dependerá de las realidades históricas, sociales y culturales de los países donde supuestamente se identifican este tipo de organizaciones y la postura de los investigadores que estudian dicha problemática. En ese sentido, en esta sección se presentarán las diversas escuelas y corrientes que explican el significado y las características centrales de dichas entidades, distinguiéndolas de aquellas que pueden compartir algunos aspectos comunes, pero su constitución identitaria es diferente y, por lo tanto, el rol esperado en la sociedad también lo sería dependiendo de cómo se posicionen en su entorno. En términos generales, el emprendimiento social puede entenderse como el inicio de un negocio que mediante innovaciones propias o ajenas y aprovechando oportunidades del contexto, desarrolla y pone en práctica una misión social que imprime en sus actividades y objetivos la necesidad imperiosa de generar valor a las estrategias de sobrevivencia de poblaciones en condiciones de exclusión o vulnerabilidad. En ese sentido el emprendedor social es aquel individuo o grupo de individuos que actúan como agentes de cambio en su entorno, utilizando sus habilidades emprendedoras para crear valor social (Brouard y Larivet: 2010). Por lo tanto, la empresa social se presenta como la materialización o la puesta en práctica de un emprendimiento social, formulada por un emprendedor mediante recursos propios, fuentes de ingreso producto