Abstract
Desde que en 1999 se creó el primer índice bursátil de sostenibilidad, los inversionistas han
podido seguir más de cerca el desempeño del valor de las acciones de las empresas sostenibles. Al
mismo tiempo, han construido fondos con estrategias o políticas de inversión basadas en la
inversión en empresas que cuentan con prácticas de sostenibilidad. A nivel académico, se observa
“(…) un creciente cuerpo de literatura centrada en los índices de sostenibilidad (…)” (Searcy &
Elkhawas, 2012) y que abordan, por ejemplo, la medición del desempeño comparativo que las
empresas sostenibles podrían tener respecto a sus pares.