Visite nuestra revista digital >> Número 4 Año 2, Marzo 2010 Número 4 Año 2, Marzo 2010 2 Retos y perspectivas de los programas universitarios para adultos mayores. Una revisión a partir de la práctica Blanca López La Vera* Pontificia Universidad Católica del Perú El número de experiencias educativas universitarias dirigidas al adulto mayor en las últimas dos décadas ha crecido en el mundo y también en nuestra región. Esta es una de las manifestaciones en la sociedad del aumento significativo e imparable de la población mayor y, al mismo tiempo y junto con ello, del aumento de sus requerimientos y necesidades en todos los campos de la vida humana, entre los que se encuentra el de la educación. Dicho crecimiento nos plantea, además de satisfacciones, múltiples retos. De cómo evolucionen estas experiencias educativas y de las reflexiones, sistematizaciones e investigaciones realizadas para conocer mejor su impacto, posibilidades, obstáculos y proyecciones, dependerá, posiblemente en gran medida, el escenario educativo futuro para los adultos mayores. En esa línea, buscamos con el presente artículo aportar a la reflexión sobre los retos y perspectivas o posibilidades de estas experiencias, a partir de la desarrollada en el Perú por el programa Universidad de la Experiencia (UNEX) y del aporte e información recogidos de algunas experiencias similares de América Latina y España. Palabras clave: educación, adultos mayores, programas universitarios, investigación. «Educar es mejorar la naturaleza humana, es creer que existen símbolos, técnicas y capacidades de orden individual y colectivo que contribuyen a la aspiración de perfección despertada en el hombre sin distingos de edad»1 Treinta y nueve años han pasado desde la creación del primer programa universitario dirigido al adulto mayor en Toulouse, Francia. Para el presente año (2010), son ya muchas las experiencias desarrolladas por las universidades en el mundo, y también en nuestra región, ofreciendo alternativas de estudio para los adultos mayores. 1 García Minguez, Jesús. La educación en personas mayores. Ensayo de nuevos caminos. pág. 20. Número 4 Año 2, Marzo 2010 3 El desarrollo vertiginoso de estas experiencias que en América Latina superan las 1502; es una de las respuestas que surgen en la sociedad como consecuencia del aumento significativo e imparable de la población mayor y, al mismo tiempo y junto con ello, del aumento de los requerimientos y necesidades que esta población va teniendo en todos los campos de la vida humana, entre los que se encuentra, claro está, el seguir aprendiendo, o, en otros términos, el tema de la educación. Aunque a mediados de los años noventa del siglo pasado se veía aún como novedoso el surgimiento de este tipo de propuestas educativas dirigidas al adulto mayor, hoy –es decir en cortos 10 ó 12 años-, ya no lo son mas. El incremento de estas iniciativas nos plantea muchos retos, mas aún en tanto viene combinada con los cambios demográficos en curso. Por ello, de cómo evolucionen estas experiencias educativas y de los resultados de sus sistematizaciones y las investigaciones que se planteen para conocer mejor su impacto, posibilidades, obstáculos, y proyecciones, dependerá en gran medida el futuro de los adultos mayores en el ámbito educativo. En este contexto, y desde la experiencia desarrollada en Perú por el Programa Universidad de la Experiencia (UNEX)3 —donde empezamos a percibir cambios y demandas nuevas por parte de nuestros alumnos en los últimos años—, nos planteamos conocer qué y cuánto han cambiado las condiciones y las premisas de partida en las que se ha desarrollado la UNEX en el Perú, dirigida a mayores de 50 años, centrándonos específicamente en las expectativas y necesidades educativas de los mayores, así como en sus expectativas para desarrollar actividades útiles o alguna actividad generadora de ingresos. La investigación de carácter exploratoria fue realizada con 205 alumnos y ex alumnos del programa Universidad de la Experiencia (UNEX) del Perú, así como con 94 adultos mayores no alumnos provenientes de sectores de bajos ingresos. El objetivo era conocer las actuales características y expectativas educativas y de formación de los adultos mayores, y realizar una lectura adecuada de las perspectivas y posibilidades de nuestra propuesta educativa. Para complementar dichos resultados, hemos realizado un sondeo a diez universidades de América Latina y España en la misma línea de investigación, cuyos resultados compartimos en el presente artículo. 2 Está pendiente hacer un registro o mapeo en América Latina del número exacto de programas universitarios dirigidos al adulto mayor existentes. Sin embargo, desde nuestra experiencia, podemos identificar la existencia de programas en casi todos los países, desde México hasta Chile y Argentina, siendo este último país, junto con Brasil, los que acogen un mayor número de estas experiencias. 3 Programa de extensión Universidad de la Experiencia (UNEX) de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Inició sus actividades en el año 2000. Número 4 Año 2, Marzo 2010 4 Previamente, nos interesa contextuar adecuadamente los resultados compartiendo brevemente algo de la información sociodemográfica obtenida para el Perú, de manera que podamos también vislumbrar el contexto que se viene. El envejecimiento en el Perú: breve repaso El rápido crecimiento de la población mayor de 60 años en el Perú sigue el mismo patrón de aceleración que encontramos en toda América Latina. La población mayor de 60 años constituye, según el último Censo (2007), el 9,1% de la población del país, (2 495 643 personas). El crecimiento de este segmento de población en las últimas décadas ha sido constante y, aunque se proyecta que para el año 2020 llegará al 12,5% de la población total, consideramos que podría ser más, dada la rápida disminución de las tasas de natalidad, de mortalidad y la elevación de la esperanza de vida en nuestro país. Un indicador de lo anterior nos lo muestra el siguiente gráfico. En él vemos —según los datos del último censo nacional— que si sumamos al número actual de adultos mayores de 60 años, la población mayor de 55, el porcentaje sube al 11,89% de la población total. Es decir, casi 3 puntos porcentuales de crecimiento, en relación con la actual población mayor de 60. Esto nos muestra un rápido crecimiento de dicho segmento de población que, en poco tiempo (para el 2012), pasará a formar parte del grupo de los mayores de 60, con lo cual este alcanzará el 12 %, posiblemente mucho antes del tiempo previsto. Gráfico N.° 1: población mayor de 55 años en el Perú Fuente: INEI. Censo 2005. Elaboración propia. Año 2008. CENSO 2005 POBLACIÓN NACIONAL De 55 a 99 años 11.89% De 01 a 54 años 88.11% Número 4 Año 2, Marzo 2010 5 Completamos el perfil general de la población adulta mayor de 60 años en el país, a través del siguiente cuadro, en el que se puede observar la división por sexo y por zona de residencia (rural/urbana): Cuadro N.° 1: perfil general de la población adulta mayor en el Perú Números absolutos Porcentaje Total población adulta mayor 2 495 643 9,1 Hombres 1 205 108 48,2 Mujeres 1 290 535 51,8 Población urbana 1 877 160 76 Población rural 588 622 24 Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática - INEI. Elaboración propia. Año 2009. Hay que agregar, además, que en la proyección al año 2025 de la estructura de edades por grupos quinquenales de edad, encontramos que es la población mayor de 75 años, y especialmente la población mayor de 80, la que viene creciendo sostenida y rápidamente en relación con los segmentos que se encuentran por debajo de los 75 años, demostrando que los datos de nuestro país reafirman la tendencia mundial sobre el crecimiento sostenido de este segmento poblacional, el que, además, es fundamentalmente femenino. Situación educativa de los adultos mayores en el Perú La población adulta mayor de 60 años en el Perú de hoy tiene como rasgo central su bajo nivel educativo. Datos oficiales señalan que la tasa de analfabetismo de este grupo social es de 24,9%,4 casi cuatro veces más que la actual tasa nacional (7,4%), aunque ha bajado en 10 puntos porcentuales, en relación con los datos del censo anterior. Aun así, esta alta tasa de analfabetismo está claramente influida por las tasas de analfabetismo para este grupo etáreo de las regiones más pobres del país5 y con amplios sectores rurales, en alguno de las cuales el analfabetismo llega al 60%. Los datos del censo indican que, del total de adultos mayores analfabetos, el 29,3% eran hombres y el 70,7% mujeres. Veamos complementariamente en el siguiente cuadro el nivel de instrucción alcanzado por los mayores de 60: 4 INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática). Censos nacionales 2007. XI de Población y VI de Vivienda 5 Apurímac, Ayacucho, Huancavelica y Puno. Número 4 Año 2, Marzo 2010 6 Cuadro N.° 2: Perú, población de 60 años y más por nivel de educación alcanzado, al año 2007 Nivel de educación % Sin acceso a la educación formal 24,9 Primaria 40,2 Secundaria 17,7 Superior no universitaria 6,6 Superior universitaria 10,6 Total 100,00 Fuente: Censos Nacionales 2007: XI de Población y VI de Vivienda. Elaboración propia. Actualmente, el nivel educativo de nuestra población mayor de 60 años es, en promedio, bastante bajo. Sin embargo, gracias a diversos planes o campañas de alfabetización promovidos desde el Estado en las últimas décadas6, y a los esfuerzos del mismo para que la educación llegue a zonas cada vez más alejadas del país, podemos decir que, en pocos años (dos décadas aproximadamente), el nivel de educación de los mayores de 60 habrá aumentado en forma notoria. Es decir, los que ahora tienen de 30 ó 40 años a más tendrán un nivel de educación distinto del de sus padres. La tasa de analfabetismo a nivel nacional habrá decrecido aún más, conforme ha ocurrido a lo largo de las últimas décadas, en las que dicha tasa pasó de 57,6% en 1940 a 38,9% en 1961. Durante la década del 80 se redujo a 18,1%; el censo de 1993 muestra una disminución al 12,8% y, finalmente, el último censo del 2007 indica el 7,4%. Esta tendencia a la reducción del analfabetismo en este segmento y el aumento en general de su nivel educativo es una tendencia que el Perú comparte con los demás países de América Latina. A partir de fines de los años cincuenta e inicios de los sesenta, en la mayoría de países se convirtió en 6 En 1944 se llevaron a cabo campañas de culturización y alfabetización, a cargo del Ministerio de Educación. En 1957, se desarrollaron los planes de alfabetización y educación de adultos, cuyo objetivo era la enseñanza de la lectura y escritura asociadas al trabajo, en lo que se llamó la alfabetización funcional. — Entre 1969 y 1971 se crearon los Centros de Educación para el Desarrollo (CEDEC). Tenían como objetivo proporcionar a los adultos y adolescentes que no recibieron educación formal, una educación básica indispensable en función de sus intereses, para mejorar sus niveles de vida. En el año 1972, se desarrolla la Reforma Educativa poniéndose en marcha el Programa de Alfabetización Integral (ALFIN). — Entre 1981 y 1985, la reducción del analfabetismo fue asumida como tarea prioritaria y estratégica. Se establece el Plan Nacional Multisectorial de Alfabetización para dicho período, cuya meta era reducir en más del cincuenta por ciento la población analfabeta, con participación de los gobiernos locales y la comunidad. Tomado de: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Boletín de Noticias del sitio: http://www.unmsm.edu.pe/Noticias/setiembre/d8/veramp.php?val=1. Publicado el 9 de setiembre del 2004. Recuperado el 30 de abril del 2008 Número 4 Año 2, Marzo 2010 7 objetivo común lograr la erradicación del analfabetismo, ya que se concebía como factor clave para el desarrollo. Hoy encontramos que, si bien la población mayor de 55 años es el segmento con mayor nivel de analfabetismo en casi todos los países de la región, en corto plazo, es decir en 15 a 20 años, esta tasa de analfabetismo habrá disminuido notoriamente. Esto lo podemos observar claramente en el siguiente gráfico: Gráfico N.° 2: analfabetismo de la población de 15 y más, según grupo de edad, en algunos países de América Latina Fuente: Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina (SITEAL)7. Esto significa que, si bien hoy en el Perú existe una alta tasa de analfabetismo en el segmento de adultos mayores, esta condición irá variando rápidamente, tal y como se prevé para el resto de América Latina. Se puede esperar que la demanda educativa que tendrá la siguiente generación de adultos mayores hacia el sistema educativo, sobre todo de nivel universitario, sea distinta a la actual. La necesidad de perfeccionarse, actualizarse o profesionalizarse entre los mayores de 60 estará a la orden del día; por tanto, la oferta educativa debe prepararse para dar respuesta a esta demanda, tanto desde el punto de vista de las opciones de formación como de consideraciones curriculares y metodológicas. 7 Tendencias del analfabetismo en América Latina. Unesco, IIPE, OEI. Octubre 2004. Recuperado en junio del 2009, de: http://www.siteal.iipe-oei.org/modulos/DatosDestacadosV1/upload/6/tendencias_analfabetismo.pdf Número 4 Año 2, Marzo 2010 8 Variaciones en las expectativas de estudio y trabajo de un grupo de adultos mayores, alumnos y no alumnos de UNEX: resultados En el Perú, en los últimos diez a quince años, hemos sido testigos de importantes cambios sociales, políticos y culturales en relación con el envejecimiento y el envejescente, los cuales indican que nos estamos encaminando hacia una nueva forma de percibirlos. Han surgido muchas organizaciones de adultos mayores —sobre todo en sectores socioeconómicos medios y bajos—, también iniciativas públicas y privadas que ofrecen servicios y productos dirigidos a este segmento; y desde el Estado, la formulación de políticas específicas de protección, incluyendo una ley del adulto mayor, y cambios culturales diversos. Podemos ahora identificar demandas de este grupo etáreo que hace diez o quince años eran impensables. En este contexto, una de las demandas que surge hace pocos años —y que está creciendo— es la que se refiere a educación dirigida a ellos, y específicamente a educación universitaria; y a ello, así como a las nuevas políticas a nivel mundial sobre la educación para toda la vida, responde la creación en el Perú del Programa UNEX, diseñado y dirigido a mayores de 50 años. Al inicio de UNEX, los alumnos que se acercaban a matricularse tenían como motivación central cumplir con un deseo no satisfecho en su juventud, el cual era estudiar en una universidad; y, adicionalmente, sus expectativas giraban alrededor de aprender por satisfacción personal, entretenerse y compartir, o mantener la mente ocupada. Deseaban llevar cursos de su interés sin las obligaciones propias de un estudio universitario formal: evaluaciones, trabajos, asistencias obligatorias etc. ni la respectiva presión o carga psicológica que acompaña a estas obligaciones. Casi ningún alumno preguntaba o proponía cursos de formación o certificaciones, ni había comentarios explícitos sobre su necesidad de generarse ingresos. Más aún, existía un reconocimiento explícito de las dificultades que podrían tener, por razón de su edad, para obtener un empleo de cualquier tipo. A partir del año 2006 empezamos a recibir opiniones de nuestros alumnos y de quienes sin serlo venían a informarse sobre lo que el programa ofrecía, en el sentido de que se sentían muy dinámicos y con muchos deseos de hacer algo útil y, mejor aún, que les proporcione ingresos. Se incrementaron las consultas sobre el nivel de certificación o título que ofrece el programa y, asimismo, la demanda explícita de certificación que acredite una formación reciente y habilitante para cumplir determinadas funciones o tareas, o el pedido de cursos que cumplan el mismo objetivo. Aunque, simultáneamente con estas demandas, tanto los alumnos que tenían nivel Número 4 Año 2, Marzo 2010 9 educativo superior como los que no lo tenían hacían explícito su deseo de no someterse a evaluaciones o exámenes, o presentar y sustentar una tesis. Este cambio coincidió con una transformación en el perfil de los alumnos. En los primeros 4 a 5 años del programa, el perfil educativo evidenciaba una predominancia (45% a 50%) de alumnos con educación secundaria, 20% aproximadamente educación superior completa, y el restante 30% se dividía entre aquellos con educación superior incompleta, educación técnica u otros estudios. El cambio fue muy relevante, dado que se empezaron a invertir las proporciones a partir del 2004, encontrando hoy que casi el 45% tiene educación superior terminada, un 33% educación secundaria y el restante 20% educación superior o técnica incompleta, u otros, a pesar de que el requisito mínimo para ingresar al programa, en cuanto a nivel de educación (secundaria completa), no había variado. Por ello nos planteamos algunas preguntas que considerábamos claves para entender estos cambios. Por ejemplo: si solicitan una certificación, ¿qué tan dispuestos están —y cuántos de ellos— a pasar por algún tipo de evaluación? Si piden una formación para realizar una actividad útil o desempeñar un trabajo remunerado, ¿a qué tipo de formación aspiran? ¿Qué tan dispuestos están a trabajar? Y, por otro lado, si este es el tipo actual de demanda de los adultos mayores que ya están en un programa educativo, ¿existirá una demanda similar en adultos mayores que no lo están? Estas preguntas, entre otras, nos permitieron definir nuestro interés: en primer lugar, conocer cuáles son las expectativas de estudio y trabajo de los adultos mayores que asisten o habían asistido al programa UNEX y realizar una comparación con aquellos que no eran alumnos nuestros. Resultados del estudio Veamos brevemente, y en forma comparada, el perfil general de los entrevistados, alumnos/ex alumnos y no alumnos en el siguiente cuadro: Cuadro N.° 3: perfil general por edad y sexo comparado, alumnos/ex alumnos y no alumnos. Alumnos y ex alumnos UNEX No alumnos Edad promedio: 64 años Edad promedio: 61 años Rango de edad: 49-90 Rango de edad: 48-80 Número 4 Año 2, Marzo 2010 10 Sexo: Masculino: 23% Femenino: 77% Sexo: Masculino: 24% Femenino: 76% Nivel educativo Nos parece importante para esta variable la información recogida en ambos grupos. Veamos el siguiente gráfico: Gráfico N.° 3: nivel educativo en alumnos/ex alumnos y no alumnos Una diferencia destacada entre los dos grupos es el número de encuestados con estudios superiores. En el caso de alumnos y ex alumnos, pasan del 45%. Y en el caso de no alumnos, llega a un considerable 25%. Este porcentaje está muy por encima del promedio nacional de adultos mayores con educación superior (10,6%). Esto puede explicarse por la pertenencia de la mayoría de los encuestados a organizaciones sociales de base, siendo una hipótesis factible que, en los sectores de bajos ingresos, quienes alcanzan un mayor nivel de educación tienden a buscar e incorporarse a iniciativas que promueven la movilidad social, oportunidades de capacitación, o espacios 3.2 0.0 7.4 0.0 10.5 2.5 20.0 16.5 7.4 2.0 21.1 18.0 5.3 12.0 25.3 45.5 3.5 0 10 20 30 40 50 P o rc e n ta je s % P ri . in c o m p . P ri . c o m p . S e c . in c o m p . S e c . c o m p . S e c . té c . in c o m p . S e c . té c . c o m p . S u p . u n iv . in c o m p . S u p . u n iv . c o m p . O tr o s No alumnos Alumnos y exalumnos Número 4 Año 2, Marzo 2010 11 canalizadores de demandas reivindicativas. Por otro lado, en el caso de alumnos y ex alumnos, no íbamos a encontrar datos en los valores «educación secundaria incompleta», «primaria completa» y «primara incompleta», ya que tener secundaria completa es el requisito para matricularse en nuestro programa. Tipo de cursos o formación requerida por los adultos mayores Recogimos con una pregunta abierta sus demandas de formación o estudios para saber el tipo de cursos o formación por el cual se inclinaban. En función de la frecuencia de las respuestas, establecimos las categorías que finalmente aparecen en los siguientes gráficos: Gráfico N.° 4: tipos de cursos que les gustaría seguir a alumnos y ex alumnos Grafico N.° 5: tipos de cursos que les gustaría seguir a no alumnos 28.5 24.6 17.7 17.7 11.5 0 10 20 30 40 50 Humanidades (literatura, teatro, poesía) Cursos empresarial (contabilidad, administración) Cursos técnicos (idiomas, redacción, turismo) Actividades (manualidades, tai chi, nutrición) Informática 46.4 20.2 19 14.3 0 10 20 30 40 50 Cursos básicos que me permitan trabajar Ya soy profesional, pero quiero actualizarme Una profesión completa Cursos libres de cultura general Número 4 Año 2, Marzo 2010 12 Si los alumnos y ex alumnos (gráfico 4) tienen notoria inclinación hacia los cursos de humanidades (quizá producto de la orientación del programa), hay que resaltar que esta es solo ligeramente mayoritaria (28,5%), ya que detectamos un considerable interés por el aprendizaje de cursos prácticos (24,6% de las respuestas), como cursos de formación empresarial, administración, contabilidad, etc. Estos porcentajes nos indican la necesidad de obtener conocimientos o formarse en aspectos de suma utilidad práctica y muy afines al tema del emprendimiento y en la perspectiva de generarse ingresos. Un considerable 17,7% propone cursos técnicos como idiomas, turismo etc., que podrían considerarse también como de utilidad práctica y muy funcionales. Si sumamos los dos últimos porcentajes, tenemos un 43% de respuestas que nos indican el interés por recibir una formación que los habilite en capacidades o habilidades concretas. Es interesante acotar que, en cuanto al requerimiento de cursos que permitan una función o actividad práctica, no encontramos prácticamente diferencias por sexo. En el gráfico 5 observamos que las respuestas de los no alumnos son mucho más directas y que también están orientadas a solicitar cursos de utilidad práctica, pero en una proporción notoriamente mayor que el grupo de alumnos y ex alumnos (46,4% versus 24,6%), con la intención explícita, además, de que esta formación los habilite para desempeñar un trabajo remunerado. Y más aún: en un considerable 19%, hay quienes solicitan una profesión completa. Detectamos en ambos grupos, entonces, una fuerte inclinación por recibir una formación que les permita desarrollar alguna actividad práctica e, incluso, dirigida a generarle ingresos. Asimismo, de las respuestas se infiere su inclinación porque estos cursos no sean muy largos o tengan una duración media no equivalente a una carrera profesional. Desde nuestra función educativa se nos plantean varias interrogantes. La posibilidad de otorgar una certificación oficial o acreditación en la perspectiva de ir formalizando este requerimiento de formación —que, asumimos, va a ir incrementándose— supone la consideración de otros factores en la formación ofrecida, entre los cuales se encuentra, por ejemplo, el de la evaluación. Este es otro aspecto en los que coincidimos la mayoría de programas dirigidos al adulto mayor en Iberoamérica: no se han incluido evaluaciones formales que permitan medir y certificar el conocimiento adquirido por los alumnos; y coincidimos también en que no es indispensable hacerlo. Consideramos necesario, por ello, medir qué tan factible podría ser incorporar el factor evaluación en los cursos o formación que pudiéramos brindar, teniendo en cuenta el explícito rechazo a esta Número 4 Año 2, Marzo 2010 13 posibilidad en los primeros años de la experiencia. En consecuencia, planteamos a ambos grupos la pregunta: ¿Qué tan dispuestos están a pasar por algún tipo de evaluación para medir los alcances de la formación recibida? Gráfico N.° 6: disposición a pasar algún tipo de evaluación; alumnos, ex alumnos y no alumnos Sorprendentemente, encontramos un altísimo porcentaje de respuestas afirmativas en ambos grupos, llegando en el caso de los no alumnos a casi el 100%. Es decir, un notorio cambio en relación con los inicios del programa. ¿Podrá ser el nuevo perfil del grupo de alumnos y ex alumnos, donde hoy predominan los profesionales, lo que estuviera inclinando las respuestas? Pero, ¿cómo se explicarían estos resultados en el caso de los no alumnos? ¿Habrán cambiado las posibilidades o expectativas desde el año 2000, cuando se crea el programa, hasta la fecha de realización del estudio? Para ahondar más en el tema, se aplicó una pregunta con opciones predeterminadas para conocer —ya que estaban dispuestos a pasar por una evaluación— qué tipo de evaluación consideraban apropiada o estarían dispuestos a enfrentar. Aquí las respuestas: 92 8 98.6 1.4 0 20 40 60 80 100 Sí No Alum. y ex No alumnos Número 4 Año 2, Marzo 2010 14 Gráfico N.° 7: tipo de evaluación aceptada por alumnos y ex alumnos Gráfico N.° 8: tipo de evaluación aceptada por no alumnos Observamos, en primer lugar, una fuerte inclinación en ambos grupos por someterse a una evaluación en la práctica, que supone que ellos puedan aplicar el conocimiento adquirido en actividades concretas y puedan ser observados por un evaluador y calificados en su desempeño. Coinciden también en la segunda opción: examen escrito. Es decir, una evaluación más tradicional, si cabe el término. Y, en tercer lugar, también coincide en ambos grupos la respuesta: «Entrevista por el profesor». Solo en el grupo de alumnos / ex alumnos encontramos un «no» definitivo a cualquier tipo de evaluación con 7,8%, y es la diferencia más saltante con el grupo de no alumnos. Es interesante la coincidencia en cuanto a la selección de las tres primeras opciones. La evaluación en la práctica —es decir, una evaluación de tipo cualitativo— se constituiría en una opción de evaluación interesante para los adultos mayores. ¿Qué metodología o sistema se podrá crear para TIPO DE EVALUACIÓN ACEPTADA (ALUMNOS Y EX ALUMNOS) 32.9 28.7 18.6 7.8 7.8 2.4 1.2 0.6 0 10 20 30 40 50 Si evaluación en la práctica Si examen escrito Si entrevista por el profesor No Si hacer un trabajo monográf ico Si examen oral Otros Si entrevista TIPO DE EVALUACIÓN ACEPTADA (NO ALUMNOS) 37.7 30.4 15.9 8.7 4.3 2.9 0 10 20 30 40 50 Si evaluación en la práctica Si examen escrito Si entrevista por el profesor Si hacer un trabajo monográfico Si examen oral Si entrevista por un jurado Número 4 Año 2, Marzo 2010 15 que esto sea posible? ¿Cómo conjugar este tipo de evaluación con los sistemas de evaluación que las universidades aplican usualmente? Todo esto debe ser materia de reflexión y estudio para ver sus alcances y viabilidad. Siempre queda como una opción la del examen escrito, y aquí habría que considerar preguntas que, sin basarse en una memorización de información, permitan que el alumno vuelque sus conocimientos y experiencia previa, utilice herramientas de análisis apropiadas, y desarrolle y articule sus ideas apropiadamente desde el punto de vista conceptual. Luego de conocer las aspiraciones formativas de los encuestados, y confirmando que su demanda apuntaba a cursos que les permitan desarrollar una labor útil, nos interesó también conocer qué tanta disposición tenían para aplicar los conocimientos adquiridos y establecer una relación laboral con alguna institución o empresa, dentro los parámetros habituales (disposición de tiempo, por ejemplo) establecidos para todo trabajador. Es decir, conocer cuál era la disposición de los mayores para desarrollar una actividad formal o, dicho más concretamente, para trabajar. Encontramos lo siguiente: Gráfico N.° 9: disposición para trabajar de alumnos/ex alumnos y no alumnos Como podemos observar, el «sí» tiene una amplia mayoría en ambos grupos. La gran mayoría de los encuestados están dispuestos a trabajar, aun con la edad que tienen. Es relevante, y especialmente comprensible, la disponibilidad de los no alumnos, que alcanza al casi 100% de encuestados. A diferencia de los alumnos y ex alumnos que provienen, en gran medida, de sectores medios y, en 71.3 28.7 96.7 3.3 0 25 50 75 100 Alumnos y ex alumnos No alumnos DISPOSICIÓN PARA TRABAJAR (ALUMNOS, EX ALUMNOS, NO ALUMNOS) Sí Número 4 Año 2, Marzo 2010 16 menor medida, altos, los no alumnos provienen de sectores de bajos ingresos, por lo que asumimos la existencia de mayores necesidades económicas. Esta hipótesis se podría reforzar con las respuestas dadas por los encuestados al preguntárseles «¿Cuántas horas estarían ustedes dispuestos a trabajar?» Las respuestas a esta última pregunta, de acuerdo con los porcentajes alcanzados, nos estarían indicando también que, después de todo, aunque quisieran trabajar, no están aún dispuestos a entregar su tiempo o disponibilidad totalmente. Veamos: Gráfico N.° 10: tiempo o frecuencia con la que estaría dispuesto a trabajar (alumnos/ex alumnos y no alumnos) Entre los no alumnos, la disponibilidad para trabajar «8 horas diarias» llega al 53,5%, lo que es un porcentaje bastante alto, aunque no como el 96% que respondía que estaba dispuesto a trabajar. Las respuestas «algunas horas al día» y «algunas horas a la semana» se reparten equitativamente (22% cada una) entre las opciones que los no alumnos eligen. Mientras que alumnos y ex alumnos no están, definitivamente, dispuestos a dar tantas horas, solo el 15,9% estaría dispuesto a trabajar las 8 horas. Sin embargo, sí estarían dispuestos a dedicar a un 53.5 22.1 22.1 2.3 15.9 43.7 33.8 6.6 0 10 20 30 40 50 60 8 horas diarias algunas horas al día algunas horas a la semana de vez en cuando ¿CUÁNTO TIEMPO ESTARIA DISPUESTO A TRABAJAR? (ALUMNOS-EX ALUMNOS, NO ALUMNOS) alumnos, ex-alumnos no alumnos P o rc e n ta je s % Número 4 Año 2, Marzo 2010 17 trabajo «algunas horas al día» en una proporción mayor: 43,7%; e, incluso, un respetable tercio en este grupo está dispuesto a trabajar algunas horas a la semana. De manera complementaria, nos interesó profundizar en el estudio de esta variable haciendo una comparación por sexo en ambos grupos. Y encontramos que, en el grupo de no alumnos —donde predomina la respuesta «8 horas diarias»—, entre hombres y mujeres solo hay una ligera diferencia de 6 puntos porcentuales a favor de los varones. Y en el grupo de alumnos y ex alumnos —donde encontramos el mayor número de respuestas en el rubro «Algunas horas al dia»— prácticamente no hay diferencias entre hombres y mujeres. Asimismo, en la respuesta «8 horas diarias» hay una ligera diferencia de 4 puntos porcentuales a favor de las mujeres, que están ligeramente más dispuestas a jornadas largas. Por ello, podemos afirmar que no hay diferencias significativas por sexos en ninguno de los dos grupos. Estas respuestas podrían ser distintas si estuviéramos encuestando a adultos mayores que no se han jubilado aún o que acaban de jubilarse. Este factor lo consideramos importante porque quienes aún no se jubilan tienen como aspiración central el jubilarse para descansar y dedicarse a otro tipo de actividades, no necesariamente productivas, como se encuentra en el estudio de Rodríguez Vergara8, y como comprobamos empíricamente cuando conversamos con individuos a punto de jubilarse. Esta actitud parece variar cuando el entusiasmo por la jubilación ya amenguó (de 6 a 18 meses en promedio, después de la jubilación) y se empiezan a buscar opciones de ocupación del tiempo libre. Creemos que este es un interesante tema de investigación pendiente: conocer las actitudes y proyecciones que hacen los mayores a punto de jubilarse y como estas varían en los meses o años posteriores al hecho de la jubilación. Y conocer, con ello, la capacidad de afrontamiento de los mayores ante los retos y cambios en sus vidas, al jubilarse. A partir del análisis de los resultados del estudio, podemos concluir en términos generales que las variables nivel de educación, sexo y nivel socioeconómico parecen no incidir de forma determinante en la disposición para estudiar o seguirse formando, ser evaluados en los cursos o formación que reciben y tener una mayor o menor disposición para trabajar; a pesar de que entre los dos grupos, y al interior de cada uno, hay diferencias de toda una vida de orden personal, familiar, de nivel 8 Rodriguez Vergara, Rosario. ¿Cuál es el proyecto de vida de los adultos jubilados? Un estudio descriptivo. Revista Electrónica PsicologíaCientífica.com. Escuela de Psicología, Universidad Central de Chile. Chile. Recuperado el 11 de octubre del 2007, de: http://www.psicologiacientifica.com/bv/imprimir-cual-es-es-proyecto-de-vida-de-los-adultos-jubilados?un-estudio- descrptivo.html. Número 4 Año 2, Marzo 2010 18 socioeconómico y cultural, estas, sin embargo, no parecen tener —para efecto de nuestro estudio— mayor incidencia. Se abre, pues, un panorama muy motivador en relación con los cambios en las aspiraciones de los adultos mayores en las próximas décadas en el aspecto educativo y como actividad productiva, y también nos permite vislumbrar lo que podrían empezar a demandar a las instituciones educativas, al Estado y a la sociedad. Resultados del sondeo a diez universidades de Iberoamérica Se convocó a 15 universidades. Respondieron las siguientes 10: • Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile) • Universidad Nacional de Costa Rica (Costa Rica) • Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) • Universidad Nacional de Entre Ríos (Argentina) • Universidad de Extremadura (España) • Universidad de La Habana (Cuba) • Universidad de La Laguna (España) • Universidad Estatal de Ponta Grossa (Paraná, Brasil) • Universidad Católica San Pablo (Arequipa, Perú) • Universidad Nacional de Valladolid. (España) Este sondeo no pretende reflejar con exactitud, ni mucho menos, la situación de los programas dirigidos al adulto mayor en Iberoamérica; nos permite, sin embargo, tener indicadores interesantes sobre la evolución de nuestros programas, que más adelante podrían constituirse en punto de partida para una investigación a mayor escala y profundidad; e, incluso, en un punto de coincidencia para una investigación simultánea a realizarse en el marco de nuestra región. Veamos en detalle los resultados de este sondeo: Número 4 Año 2, Marzo 2010 19 Cuadro N.° 4: cambios y demandas de cursos en algunos programas dirigidos a adultos mayores en Iberoamérica Variables Respuestas Antigüedad de los programas encuestados Variable. Entre 7 y 25 años Cambios en la currícula 9 de 10 han realizado cambios a la propuesta inicial. Una, parcialmente, solo para su oferta no presencial. Otros cambios identificados 8 de 10 han ampliado la oferta de cursos/temas. 6 de 10 han buscado adaptarse a demanda e intereses. 3 de 10 han realizado reestructuración de propuesta inicial. 5 de 10 declaran que se ha elevado el nivel educativo de alumnos ingresantes. Otros cambios declarados: Mayor flexibilidad en la currícula y proyección a la comunidad fuera del campus. Variación del número de alumnos en los últimos 3 a 4 años 7 de 10 declaran que el número de alumnos aumentó. Los porcentajes van desde 30% hasta el 100% o más de incremento. En los 3 restantes se mantiene el número. Demanda de nuevos cursos 9 de 10 declaran que vienen recibiendo demanda de nuevos cursos. Tipos de cursos que demandan Muy variados. Los más comunes: informática, idiomas, emprendimientos. Menos comunes: psicología, elaboración de proyectos, salud, metodologías, y temas de actualidad. Pedido explicito de cursos para trabajar o realizar actividad útil o concreta 8 de 10 han recibido el pedido de cursos que les permitan trabajar o para realizar una actividad útil. Temas más solicitados para el trabajo Microempresas, manualidades, computación, idiomas. Otros: psicología, historia, investigación Conclusiones y perspectivas Los programas educativos universitarios dirigidos a los adultos mayores en Iberoamérica están caracterizados, en su mayoría, por su flexibilidad curricular —en algunos casos mayor que en otros—, no evaluación, no certificación oficial, no exigencia en general, por las características propias de los alumnos. Estas características eran también propias de la experiencia en el Perú (UNEX), ya que respondían muy bien al perfil y tipo de demanda o interés de nuestros alumnos en los primeros años del programa. Número 4 Año 2, Marzo 2010 20 Lo que observamos hoy, según la información recogida, es que definitivamente se viene desarrollando un cambio en las perspectivas, intereses y necesidades educativas de los adultos mayores. Este cambio, claramente expresado en las respuestas dadas al cuestionario del estudio, nos indica que hay una mayor inquietud por formarse o adquirir conocimientos útiles que puedan aplicar en las actividades que desarrollan en su vida cotidiana, e inclusive en la perspectiva de mejorar sus capacidades y habilidades para intentar una actividad económica e incluso un vínculo laboral. Aquí encontramos una primera coincidencia con otras experiencias en nuestra región, ya que, según el sondeo realizado, parece presentarse la misma tendencia, es decir, encontramos que existe, por parte de los alumnos adultos mayores, una demanda explícita de cursos que les permitan trabajar o realizar una actividad útil. Estos cambios en las perspectivas e intereses de los alumnos nos han obligado (para el caso del Perú) a ir ampliando y modificando la oferta educativa, adecuándola a los intereses de los alumnos, además de ofrecerles mayor flexibilidad para la elección de sus cursos y talleres. Esta es una segunda coincidencia con otras experiencias de la región, donde encontramos que la mayoría de programas que respondieron a nuestro sondeo han realizado algún tipo de cambio en su oferta educativa, ampliando los cursos o temas, reestructurando sus programas, flexibilizándola o proyectándola fuera del campus. Este proceso hay que leerlo con atención, ya que no solo estamos tratando de responder a demandas nuevas de los viejos alumnos; también están ingresando alumnos nuevos con intereses y demandas nuevas y, en consecuencia, no es difícil deducir que los alumnos que ingresan hoy sean distintos de aquellos que ingresaban a nuestros programas hace 8, 10, 15 ó 18 años. De hecho, lo son en el programa UNEX, y hay dos elementos concretos que lo evidencian: a) El nivel educativo es mayor. En los últimos cuatro años se ha cambiado la correlación entre los alumnos que tienen educación superior terminada (que hoy son la mayoría) y aquellos que cuentan con educación secundaria completa, sin que hayamos cambiado el requisito de nivel educativo para ingresar al programa. b) Adicionalmente observamos que la procedencia de los alumnos por zona de residencia también ha variado, ya que están ingresando al programa adultos mayores de todas las zonas (distritos) y Número 4 Año 2, Marzo 2010 21 sectores socioeconómicos de Lima metropolitana. Esta es una lectura que hay que mantener permanentemente, ya que estamos en una etapa de rápidos cambios. Por otro lado, los resultados encontrados en el estudio hecho para el Perú nos permiten identificar dos tendencias que estarían indicando una transformación en curso, que a la vez se convierte en una doble y simultánea demanda educativa. Es decir, identificamos la coexistencia de un alumnado más activo que desea una formación, y que esta pueda capacitarlo para una actividad útil o para el trabajo, con aquellos más pasivos, que buscan aprender para desarrollo o gratificación intelectual/personal9. Si tomamos en cuenta cómo viene variando la presencia o correlación de estos dos grupos en los últimos años para el caso del Perú —y aparentemente para otras experiencias de nuestra región—, podemos afirmar, a partir de ello, que estaríamos en un momento transicional del perfil y expectativas de los alumnos que acceden a un programa universitario diseñado exclusivamente para el adulto mayor. Se trataría de un momento transicional cuya duración exacta es imposible predecir. Sin embargo, dados los cambios ocurridos en los últimos años en diversos países con respecto a la situación de los adultos mayores (en el caso del Perú, por ejemplo, el incremento del número de organizaciones de adultos mayores, la existencia de una mayor oferta de servicios y productos dirigidos al adulto mayor, la promulgación de una ley de protección al adulto mayor, entre otros) y, sobre todo, los cambios que están en curso —especialmente los demográficos—, esta coexistencia podría durar también pocos años. Asimismo, el estudio realizado y el sondeo a otras universidades de la región nos permiten identificar otro elemento común entre la experiencia peruana y la de la mayoría de las universidades que respondieron al sondeo, esto es, el incremento paulatino en el número de alumnos que se vienen matriculando en los programas universitarios dirigidos al adulto mayor, en comparación con 9 Montero García también encuentra en su estudio que las personas con mayor nivel educativo (que no son la mayoría del estudio) son las que más contestan a la pregunta de qué actividades acostumbran a realizar con las respuestas: «Cooperar con algún proyecto social, político o religioso» «Asistir a espectáculos, conferencias, cine o conciertos» o «Estudiar o investigar algún tema de interés», a diferencia de las que tienen menor nivel educativo y se centran en respuestas como: «Realizar labores de la casa» y «Ocuparse de los nietos» (mayoritariamente femeninas) y «Leer» o «Ir al parque o pasear» (mayoritariamente masculinas). Es interesante destacar la diferencia de intereses y perspectivas recogidas por Montero García que evidencian las ganas de vivir y de emprender nuevas actividades sociales o educativas entre quienes tienen mayor nivel educativo, así como una cierta pasividad en sus perspectivas de vida en aquellos que tienen menor nivel educativo. Y, por otro lado, aunque no se plantea en el estudio el tema económico como tema o actividad de interés del grupo estudiado, este podría ser un factor diferenciador entre la experiencia española y la nuestra; es decir, aquí se estaría evidenciando el contexto socioeconómico que enmarca el envejecimiento en un país de Europa y el que le toca vivir a los adultos mayores en un país como el nuestro. Número 4 Año 2, Marzo 2010 22 sus primeros años. Y esto es también importante porque no solo responde al esfuerzo que ponemos todos aquellos que estamos a cargo de dichas experiencias, para mejorarlas y brindarle al adulto mayor lo que necesita, sino que también responde a este posible cambio que mencionáramos, en el perfil de los nuevos alumnos, en el tipo de alumno adulto mayor que se acerca hoy a la universidad, más interesado en aplicar lo que aprende, más dispuesto a romper con tabúes o prejuicios respecto de su presencia en la universidad, quizá en algunos casos con mayor nivel educativo, buscando mayor independencia y autovalencia que sus predecesores de hace 12 ó 15 años, entre otros posibles aspectos. Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, debemos considerar —también para todos los casos— que estamos trabajando con una generación de transición, es decir, la generación que está ingresando hoy a los programas de adultos mayores, que se encuentra entre los 50 y 70 años, es una generación que tiene una diferencia radical con la generación de sus padres: es una generación que ha atravesado y participado en los turbulentos cambios culturales y sociales desarrollados en el mundo y en nuestra región en la segunda mitad del siglo pasado, como, por ejemplo, la incorporación masiva de la mujer a los estudios superiores y, eventualmente, al mercado de trabajo; el control de su cuerpo y capacidad reproductiva; y, por otro lado, la invención de la computadora y el acceso a Internet, el avance de la medicina, el enfoque preventivo y la tecnología para la salud, la globalización económica, política y cultural, el acceso a la información instantánea, las nuevas tecnologías, entre otros. Hay que tener en cuenta que envejecer en las últimas dos décadas no ha sido igual a envejecer en los años 60 a 80 del siglo pasado, y no será igual a envejecer dentro de dos décadas. Perspectivas La mayoría de nuestros programas son propuestas educativas relativamente menos formales, en un marco institucional muy formal, es decir, es enseñanza de nivel universitario con una organización flexible, semiestructurada, en el marco de una institución universitaria estructurada cuyas currículas se manejan a plazos largos. Son propuestas capaces de responder a la demanda y modificarse en el camino y, por tanto, menos condicionadas por los objetivos institucionales de las instituciones — valga la redundancia— que las acogen. Esta aparente contradicción, que en muchas de nuestras universidades no está resuelta aún —y la evidencia es que en muchos casos «se permite» la existencia y desarrollo de los programas dirigidos al adulto mayor sin coactarlos, pero sin Número 4 Año 2, Marzo 2010 23 impulsarlos tampoco— responde justamente al momento histórico que atraviesan estas experiencias, la mayoría de ellas legitimándose lentamente al interior del sistema universitario. En estas condiciones, si asumimos que estamos en un momento transicional, es difícil establecer para nuestros programas un modelo educativo o una propuesta curricular fija o estable que normalmente se proyecta a mediano y largo plazo; y aunque en cada país latinoamericano los programas dirigidos al adulto mayor tengan sus propias características, posibilidades y limitaciones, lo más probable es que dependerá de la capacidad de sus equipos conductores para identificar adecuadamente la situación que atraviesan e ir «tomando el pulso» de las necesidades educativas, así como de las posibles reformulaciones de sus objetivos y propuesta curricular sin perder de vista el marco institucional y referentes institucionales de sus respectivas universidades. Por otro lado, desde nuestra experiencia, y a partir del recojo de información sobre la situación en otros países de América Latina y en España, podemos constatar que los adultos mayores conforman un grupo etáreo muy heterogéneo en lo que respecta a sus demandas o necesidades educativas. No quieren necesariamente aprender o formarse en lo que ya han sido formados en su juventud y que, eventualmente, les ha permitido desarrollar una actividad económica. Quieren aprovechar las opciones que se les ofrecen para aprender otra cosa, quizá aquello que no pudieron aprender de jóvenes, o bien algún conocimiento que no existía en su juventud. Y su elección es diversa, ya que obedece a disímiles condiciones previas10 y motivaciones actuales. Nuestras universidades deberán pensar y elaborar una oferta específica atendiendo a esta demanda, tanto desde el punto de vista cuantitativo (la cantidad de opciones posibles a crear) como cualitativo (tipos de propuestas). Sea cual fuere el modelo a asumir, debemos considerar que actualmente la educación dirigida a los adultos mayores no solo es la transferencia de conocimientos en una relación horizontal, amigable, que recoja las experiencias de vida que traen los alumnos. Es ser consciente de que se está cumpliendo un rol promotor que apunta también a cambiar perspectivas, tal y como se pretende con los jóvenes estudiantes. Apunta a cambiar sus comprensiones del mundo y de cada aspecto de su vida, con nueva información o conocimientos, para ayudarlos a situarse en su mundo actual y empoderarse de él. Pero, en su caso, no es aprender para empezar a vivir o a experimentar: es 10 Montero García, en su tesis El interés de las personas mayores por la educación: qué educación, identifica los elementos comprobadamente más influyentes en las elecciones educativas entre los adultos mayores: a) anteriores posibilidades formativas y culturales b) estilos de vida y formas de trabajo c) posibilidades dentro del entorno familiar y social d) recursos económicos Número 4 Año 2, Marzo 2010 24 aprender para comprender lo vivido y cambiar lo que sea necesario, permitiéndoles recuperar o reforzar su identidad y autoconfianza, e induciéndolo al empoderamiento de su propia vida, perdido por la vigente cultura del envejecimiento. «Las situaciones educativas en el marco de estos programas de formación de adultos mayores en la universidad constituyen un reto permanente a la creatividad y la imaginación. En el diseño de nuevas estrategias es importante que quienes trabajamos en esto tengamos en cuenta no solo los saberes que queremos transmitir y el planeamiento y la organización institucional, sino también las expectativas de nuestros alumnos, adultos mayores en sus contextos específicos sus trayectorias y sus proyectos»11. Asimismo, la universidad deberá prestar especial atención a las particularidades físico-biológicas, psicológicas y afectivas de esta etapa de la vida, y a sus principales motivaciones. Las consideraciones curriculares, pero sobre todo las metodológicas, deberán responder también a estas particularidades. La oferta de formación, nivel de exigencia, estructura, tipos de calificación o evaluación, temas, entre otros, deberá ir acorde con ello, tal y como la educación lo hace con los niños, jóvenes, y adultos jóvenes. Y claro está, deberá también ir acorde con las demandas o necesidades que la sociedad plantea y planteará en las próximas décadas. Ligado a esto, no debemos olvidar lo que mencionábamos al inicio: dado que los adultos mayores de las próximas décadas tendrán un mayor nivel educativo, podemos vislumbrar para el futuro una demanda educativa proveniente de este segmento distinta a la actual. Perfeccionarse, actualizarse, capacitarse e, inclusive, profesionalizarse entre los mayores de 60 estará a la orden del día. Y la universidad debe prepararse para dar respuesta a esta demanda. Además, la presencia de una población más numerosa de mayores de 60 años va a requerir la formación profesional de más especialistas dedicados al tema de los adultos mayores en carreras como Medicina, Sociología, Psicología, Trabajo Social, Derecho, etc., tanto a nivel de docentes con formación gerontológica, que sean capaces de incorporar en la formación de sus alumnos la dimensión del envejecimiento, como de profesionales en general que habrán de trabajar directamente con esta población mayor. 11 Berger, Susana. Adultos mayores y formación permanente. Universidad Nacional de Entre Ríos. Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de la Mediana y Tercera Edad. Recuperado el 11 de octubre del 2007, de: http://www.fimte.fac.org.ar/doc/06berger.htm Número 4 Año 2, Marzo 2010 25 La educación del adulto mayor en la mayoría de países de nuestra región no se expresa todavía en políticas públicas de respaldo porque no se ve como una opción que puede ser preventiva de potenciales complicaciones por el envejecimiento en condiciones de pobreza en nuestros países; no se ve como un recurso importante para la elevación de su calidad de vida, ni como «un medio de desarrollo personal e integración social», como dice Fernández Portocarrero (1999)12. Corresponde a quienes estamos involucrados en estas experiencias educativas impulsar que la sociedad en su conjunto asuma la educación del adulto mayor como una necesidad prioritaria, casi tanto como la atención de su salud; y dado que, por otro lado, también nos corresponde resolver los retos y problemas que estas experiencias nos plantean cotidianamente, así como afrontar las limitaciones u obstáculos que encontramos en las universidades que nos acogen, parece ser que nuestra generación tendrá una responsabilidad enorme en el futuro de la educación de los adultos mayores. Y para ello requerimos prepararnos y unir esfuerzos. Bibliografía BERGER, Susana. Adultos mayores y formación permanente. Universidad Nacional de Entre Rios. Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de la Mediana y Tercera Edad. (s. f.) Recuperado en noviembre del 2008, de: http://www.fimte.fac.org.ar/doc/06berger.htm. 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