Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía Bárbara Bettocchi y Raúl Fatule (editores) © Bárbara Bettocchi y Raúl Fatule, 2014 De esta edición: © Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2014 Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú Teléfono: (51 1) 626-2650 Fax: (51 1) 626-2913 feditor@pucp.edu.pe www.fondoeditorial.pucp.edu.pe Diseño, diagramación, corrección de estilo y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP Primera edición: setiembre de 2014 Tiraje: 500 ejemplares Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. ISBN: 978-612-317-023-3 Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2014-12321 Registro del Proyecto Editorial: 31501361400772 Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa Pasaje María Auxiliadora 156, Lima 5, Perú FREUD Y SCHOPENHAUER: VOLUNTAD, PULSIÓN Y REPRESIÓN Francisco Otero La filosofía de Schopenhauer es vista actualmente como una teoría superada. No se le incluye en la currícula universitaria, acaso para mantenerle firme el afán de no ser un filósofo académico. No obstante, su importancia es indiscutible y su pensamiento ha ejercido fuerte influencia sobre pensadores tan diversos y profundos como Nietzsche, Freud, Mann, Borges, entre otros. Borges cuenta que aprendió el alemán para poder leer a Schopenhauer en su lengua nativa. Incluso llegó a decir (en Otro poema de los dones) que acaso el filósofo logró descifrar el universo (1974, p. 936). Sobre Freud ejerció gran influencia en la concepción del psicoanálisis (Freud, a su vez, gustó de considerarse a sí mismo un descifrador de enigmas). Así, es muy saltante la importancia que tanto Freud como Schopenhauer otorgan a la sexualidad como clave de explicación y comprensión de la complejidad del ser humano. Pero también son precisas las diferencias (Schopenhauer hace metafísica tomando como punto de partida al cuerpo, mientras Freud se asume como científico y adalid de la ciencia positiva). Sin embargo, la relación entre ambos autores ha sido poco explorada y sigue siendo un territorio por descubrir y sondear, como veremos en seguida. La relación entre Freud y Schopenhauer ha sido abordada por distintos autores (Assoun, 1982; Barreira, 2002; Young & Brook, 1994; Zentner, 1995) desde diversas perspectivas, pero apuntando hacia los nexos 16 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía comunes con el propósito de extraer las similitudes y diferencias entre los planteamientos teóricos de ambos pensadores, ya sea que se trate de rastrear los antecedentes del psicoanálisis en la filosofía de Schopenhauer, ya de felices y sorprendentes coincidencias. La sexualidad y la represión son acaso los rasgos comunes más evidentes; no obstante ambas nociones reposan, a su vez, sobre los conceptos de voluntad (der Wille, en Schopenhauer) y de pulsión (der Trieb, en Freud). El propósito de las páginas siguientes, por consiguiente, es ofrecer un sucinto panorama de algunos estudios realizados sobre la relación entre ambos pensadores con la finalidad de precisar sus alcances y límites. En la biografía Freud. Una vida de nuestro tiempo, Gay señala que Freud oponía resistencia a la influencia de Schopenhauer y Nietzsche, aunque «sin poder evitarla por completo» (1989, p. 413), sobre todo en cuanto al reconocimiento de la relevancia de las fuerzas inconscientes de la mente frente a la tradicional sobreestimación del poder de la conciencia. También señala que Freud no descubrió el inconsciente ni «tampoco fue el primero en afirmar la fuerza elemental de los deseos apasionados» (p. 161). Ya Ellenberger lo había señalado previamente (1970). Por su parte, el biógrafo traza la genealogía del inconsciente desde el Antiguo Testamento, pasando por Platón, Agustín y Montaigne, solo por mencionar algunos de los muchos «hombres [que durante siglos] sondearon la acción de las pasiones en su vida interior» (Gay, 1989, p. 161). Agrega que «el siglo XIX fue el siglo psicológico por excelencia» (1989, p. 161) y menciona a Rousseau y Goethe como antecesores más inmediatos, junto a Byron y Stendhal, e incluso Nietzsche, James, Carlyle y Emerson (quienes hablan de la tendencia a la introspección que percibieron en su tiempo). Sin embargo, Gay omite a Schopenhauer en la elaboración de su censo, como lo hará también Jones en su biografía de Freud de 1956. Por otro lado, el biógrafo apunta que […] durante el siglo XIX la ciencia de la psicología había realizado avances impresionantes y magníficos. Pero su posición era paradójica: 17 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero se había emancipado de la filosofía, como antes lo había hecho de la teología, solo para aceptar el abrazo imperioso de un nuevo amo, la fisiología (p. 151). Oponiéndose a esta afirmación, Schopenhauer realiza una tópica al delimitar los alcances y límites de la ciencia y la filosofía, y piensa que ningún acto de la voluntad puede reducirse a la pura materia; en otras palabras, en este contexto y para este autor, la fisiología ayuda a la psicología, pero en modo alguno la explica completamente ni, mucho menos, la agota. Freud pareciera tributario de esta tópica. Con todo, el libro de Gay, más actual que el de Jones, es una buena biografía: ofrece resúmenes bastante precisos de los escritos freudianos en orden cronológico y muestra el desenvolvimiento y la evolución de su pensamiento. Reconoce las principales influencias de Freud (Lichtenberg, Breuer, Brücke, Fechner, etcétera), pero no concede demasiada importancia a Schopenhauer y apenas lo menciona unas seis veces a propósito del sueño (p. 159), la sexualidad (p. 182), la represión (p. 411), el inconsciente (p. 413) y la muerte (pp. 439 y 450), temas todos estos fundamentales para Freud1. Por otra parte, en ¿Préstamos inconfesables? La relación entre Schopenhauer y Freud 2, tomando como punto de partida el trabajo de Freud, Barreira, como historiador del psicoanálisis, sugiere que el esclarecimiento de la relación intelectual entre Schopenhauer y Freud es propiamente una tarea de la historia del pensamiento y de las ideas (2002). El autor sostiene que a propósito de la similitud de postulados y la convergencia de tópicos (la sexualidad, la voluntad, la conciencia y el 1 Gay apunta que Freud ha sido comparado con Schopenhauer por la claridad de la exposición y el valor literario de sus escritos (1989). La comparación y el elogio provinieron de Einstein, además del más conocido de Mann. 2 Muy recientemente hemos tenido noticia de la publicación de la tesis doctoral de Barreira (2008), razón por la cual no nos ha sido posible servirnos de ella para la redacción del presente artículo. La tesis puede consultarse en http://www.biblioteca.salvador.edu. ar/Bibdigital/tesis/Psico/Barreira/pa0-0000.html 18 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía inconsciente, entre otros) se ha dicho que los pensamientos no solo son coincidentes sino incluso idénticos, aunque no precisa quiénes sostienen tal afirmación. Dicha identidad, sin embargo, resulta problemática, porque tiene en contra el hecho de que las referencias a Schopenhauer en la obra de Freud acusan demasiada vaguedad. Barreira analiza y comenta todas las citas. Por lo demás, declara la escasez de fuentes, enumera los escritos freudianos en los que se hace referencia al filósofo, las menciones a Schopenhauer en cartas, los testimonios de biógrafos y, por último, las anotaciones y los comentarios de Strachey a la Standard Edition. Barreira no menciona la obra de Schopenhauer entre las fuentes disponibles para la elucidación que se propone realizar, aunque recurre a ella en varios pasajes. Este mismo autor considera que Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico (1914) representa un punto de quiebre en la relación de Freud con Schopenhauer (2002). El libro tiene los propósitos, por un lado, de dar a conocer al psicoanálisis como un movimiento consolidado y, por otro, señalar los alcances y los límites del patrimonio conceptual psicoanalítico (en abierta polémica contra Jung y Adler). Barreira cita el párrafo en que Freud habla de la represión, concepto que da paso a la mención de su relación con la filosofía y los filósofos, a su posición como investigador al temor a que su originalidad sufra menoscabo y hasta a su autorrepresentación frente a tales consideraciones. Asimismo, este autor se pregunta acertadamente por el rechazo de Freud hacia la filosofía, en la medida en que ella es una fuente que bien podría el psicoanálisis aprovechar para nutrirse y solventar su dimensión teórica. Comprender esto pasa por aclarar cómo concebía Freud su creación. Barreira dice que el psicoanálisis no es un nuevo pensamiento sino más bien «el primer método psicoterapéutico a partir de un descubrimiento: existe un inconsciente y este es una legalidad» (2002, § 9). Añade, además, que: Schopenhauer nunca tuvo para Freud una importancia tan grande. Si bien el filósofo alemán fue recurrentemente citado en distintos momentos de la producción psicoanalítica, nunca fue un autor en 19 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero el que Freud se hubiese sustentado. Freud citó a Schopenhauer para marcar ciertas similitudes con su pensamiento, pero jamás para fundamentar su psicoanálisis (§ 9). Barreira sostiene su afirmación en dos razones. Por una parte, que el fundamento epistemológico lo aportaba el paradigma del positivismo científico encarnado en la concreta práctica clínica por la que opta Freud, en desmedro de la sola especulación. Vale decir, Freud asume el paradigma positivista como el marco teórico global en el que se inserta el psicoanálisis como método terapéutico y científico. Por otra parte, que Freud conocía insuficientemente la obra de Schopenhauer (2002). Sin embargo, las coincidencias conceptuales, la vaguedad de las citas, la evidencia histórica, las contradicciones y la ambivalencia de Freud respecto a Schopenhauer ponen en duda la segunda razón, porque, en última instancia, sigue sin resolverse la cuestión de hasta dónde el psicoanalista conoció al filósofo. O, dicho de otro modo, hasta qué punto Schopenhauer influyó o pudo influir en Freud y el psicoanálisis, vale decir hasta dónde las coincidencias, similitudes y parentescos teóricos pueden ayudar a esclarecer la relación intelectual entre ambos pensadores. Para Barreira (2002) el nexo filosófico de Freud es von Hartmann y su obra La filosofía del inconsciente (1869). Este libro habría familiarizado a Freud con el quehacer filosófico en temas como la sexualidad, el deseo (o la voluntad, der Wille), el conocimiento y el inconsciente, que no son necesariamente patrimonio exclusivo de Schopenhauer. Al mismo tiempo, habría servido como alerta para privarse resueltamente de la lectura de Nietzsche. Pero Barreira no explica cuál es el peligro que corre el psicoanálisis ni el perjuicio que sufriría por ser considerado «una extensión de la filosofía romántica» (2002, § 17). Por otro lado, especula sobre las lecturas de Freud a partir del hecho de que Parerga y Paralipómena haya sido el libro de Schopenhauer que en más ocasiones citó Freud: si compró el libro, si se lo regalaron, si solo lo asesoraron, etcétera. Además, según este autor, Freud nunca citó El mundo como voluntad y representación. Al igual que Young y Brook (1994) y Assoun (1982), este autor también 20 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía menciona que Freud alude a la obra de Schopenhauer ya desde La interpretación de los sueños (1900), aunque ninguno remite a los pasajes en los que aparecen las menciones3. Ahora bien, Barreira parece olvidar su propósito: el esclarecimiento de la relación de Freud con Schopenhauer desde la perspectiva de la historia de las ideas. En todo caso, intenta llevarlo a cabo mediante la penetración del inconsciente de Freud: no refiriéndose, ciertamente, a la categoría psicoanalítica de inconsciente sino, más bien, al inconsciente del propio Freud, es decir, determinando las motivaciones del psicoanalista en relación con el tratamiento de las citas de Schopenhauer (del hombre y sus ideas). Pero lo más que puede extraer Barreira por esa ruta es la ambivalencia que muestra Freud frente a Schopenhauer, ambivalencia conformada por la fuerte identificación con el hombre (el solitario de Fráncfort, uno, y el solitario de Viena, el otro), el deslinde conceptual (represión —Verdrängung—, voluntad —Wille— y pulsión —Trieb—, etcétera) y, finalmente, el reconocimiento del anticipo filosófico del psicoanálisis en el sistema de Schopenhauer. No obstante, la ambivalencia no explica las coincidencias y diferencias entre sus respectivos complejos conceptuales. De manera que cabe observar, pues, que Barreira no logra explicar satisfactoriamente la concreta relación o la concreta influencia de Schopenhauer sobre Freud. Su principal aporte es haber llamado la atención sobre el abordaje histórico que precisa tal relación. Es más, apenas comenta las evidencias contradictorias que él mismo trae a colación: 1900: tres menciones a Schopenhauer en La interpretación de los sueños. 1909: Rank le da a conocer el pasaje de El mundo como voluntad y representación en el que Schopenhauer se refiere a la represión. 3 En Freud (1985) hemos ubicado dos de las tres referencias que mencionan Young y Brook: la primera trata sobre el sueño y el carácter (1994, p. 118), mientras la segunda, sobre el sueño y la locura (p. 141). Una tarea pendiente que ayudaría bastante a la comprensión de esta relación es la de sistematizar cronológicamente las citas y alusiones que hace Freud respecto de Schopenhauer. 21 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero 1914: en Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico, Freud cuenta que Rank le aproximó la filosofía de Schopenhauer y le hizo notar, además, las coincidencias en cuanto a la represión. 1917: Freud hace el deslinde entre su concepto de pulsión y el concepto de voluntad de Schopenhauer en Una dificultad del psicoanálisis. 1919: en carta a Andreas-Salomé, Freud manifiesta que está leyendo a Schopenhauer, por primera vez. Vemos, pues, que los nexos temáticos y los esquemas conceptuales no han esclarecido suficientemente la concreta relación entre la filosofía de Schopenhauer y el psicoanálisis. No se trata solo de señalar y poner en evidencia los «préstamos inconfesables» ni de hacer lecturas freudianas de los testimonios del propio Freud. Corresponde, más bien, comparar en sus puntos más fundamentales sendas teorías para poder sopesarlas en sus semejanzas, sus divergencias y sus implicancias desde la visión de la parte en función del todo. Assoun (1982), así como Young y Brook (1994) son más próximos a este punto de vista, aunque desde perspectivas distintas y complementarias. Desarrollan algunos de los paralelos más importantes entre ambos pensadores. Assoun aborda los sueños, la represión, el inconsciente, el amor (la voluntad de vivir y la sexualidad), la muerte y el pesimismo. Por su parte, Young y Brook, además de la represión, tratan sobre la sexualidad (Schopenhauer excluye la noción de sexualidad infantil), la voluntad, el entendimiento, así como sobre la psicopatología. Detengámonos primero en Assoun. En su Freud. La filosofía y los filósofos, estudia la crítica y la explicación psicoanalítica de la filosofía, así como el sentido de la referencia filosófica, según las diversas modalidades que adopta y los usos que le son asignados en el pensamiento freudiano (1982). Assoun dedica dos capítulos a la relación de Freud con Schopenhauer. En el primero (capítulo IV, pp. 189-218), al igual que Barreira (2002), identifica algunos lazos temáticos y teóricos entre el padre del psicoanálisis y el filósofo de Danzig: los sueños, la represión, el inconsciente, el amor 22 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía (la voluntad de vivir —Wille zum Leben— y la sexualidad), la muerte y el pesimismo son los temas reseñados y sometidos a comentario. El autor señala, además, un fuerte lazo afectivo entre los dos pensadores. A diferencia de Barreira, Assoun identifica a Schopenhauer como «la referencia filosófica central dentro del pensamiento freudiano» (1982, p. 208). Por otra parte, en el siguiente capítulo (capítulo V, pp. 219-240) trata sobre el sentido de la relación de Freud con Schopenhauer; en otras palabras, intenta responder por qué Freud satisface su elección de objeto filosófico precisamente con Schopenhauer y no con cualquier otro filósofo. Assoun plantea preguntas interesantes y precisas en busca del sentido de la relación que Freud establece con el filósofo: ¿En qué piensa Freud en esos momentos en que liga obstinadamente su palabra con la de Schopenhauer? ¿Qué modelo o arquetipo secreto reactualiza Freud de esta manera? ¿Dónde localizar el punto de articulación entre el sentido teórico de la relación con Schopenhauer (que a los ojos de Freud es el filósofo) y la coyuntura ideológica que es el «schopenhauerianismo» de Freud? (p. 219). Assoun propone que exhumar dicho arquetipo o paradigma podría revelar el sentido último de la relación entre el psicoanalista y el filósofo. Revisa, pues, la situación de Schopenhauer en el horizonte intelectual alemán del último tercio del siglo XIX: el decaimiento del hegelianismo, la presencia más fuerte del positivismo como filosofía de la naturaleza, etcétera. En términos más generales, reseña y comenta la relación conflictiva entre la filosofía y la ciencia, y cómo la actitud conciliadora de Schopenhauer al respecto condujo a algunos intelectuales —Freud entre ellos— a buscar las conciliaciones entre la experimentación y los vuelos especulativos manteniendo, no obstante, la separación entre ciencias positivas y filosofía (metafísica): Freud trabaja cada una en el ámbito correspondiente y va descubriendo acertadas coincidencias entre ambas. En ese sentido, frente a la referencia sistemática que Freud hace de Schopenhauer, Assoun se pregunta por el interés teórico de fondo que se satisface con dicha referencia. 23 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero Según Assoun, la referencia permite a Freud lanzar una mirada a hurtadillas sobre la metafísica. Schopenhauer postuló que la ciencia empírica confirmaría a la metafísica. En ese sentido se orienta el comentario de Assoun: Reconocemos en este pasaje [de La voluntad de la naturaleza, sobre la confirmación científica de la metafísica] todos los elementos de las «declaraciones filosóficas» de Freud: la voluntad de atenerse al plano fenoménico, el hecho de establecer un límite, el cuidado de afirmar que el sistema en cuestión era «totalmente desconocido» y que se descubrió posteriormente a través de la analogía; el mantenimiento de la heterogeneidad de los dominios y por último la legitimación de la mirada «lanzada a hurtadillas detrás del telón» justo antes de que este vuelva a caer para dejar todo en las tinieblas (p. 239). No hay que olvidar el importante papel que desempeña Rank en todo este proceso4. Como Schopenhauer lo predijo, el trabajo de la ciencia (el psicoanálisis) independientemente de los filósofos, sin relación siquiera con ellos, hubo de confirmar su propia filosofía. Hemos arribado inadvertidamente a la filosofía de Schopenhauer, dice Freud (y quizá es él quien se encoge de hombros). En vista del objetivo que persigue Assoun, el tratamiento de algunos de los tópicos comunes a los dos autores en cuestión resulta escueto. En cuanto a los sueños y a la represión, este autor afirma que la coherencia del sueño (Freud) se deriva de la continuidad entre sueño y realidad (Schopenhauer), sin mencionar que la idea de la coherencia del sueño ya se halla en Schopenhauer (2004, pp. 19-21). Añade que a este último le falta «el principio del sujeto que alimenta deseos» (1982, p. 192), cuando la obra de este filósofo alemán es precisamente una extensa exposición 4 Freud también hizo por sí mismo descubrimientos de coincidencias de ideas de otros autores con las suyas propias, como se observa en La interpretación de los sueños (1985), obra en la que declara que Popper-Lynkeus coincide con la esencia de su teoría de los sueños. 24 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía del origen, formas y consecuencias del deseo entendido como voluntad. Por otra parte, señala que el verdadero punto de encuentro lo constituye la represión y se refiere al papel mediador que desempeña Rank entre ambos pensadores, sosteniendo que: [A Freud] le importa mucho mostrar la intervención exterior que le revela el parentesco filosófico sin él mismo saberlo. […] Rank asume la delegación y la intercesión de la filosofía ante Freud […] Rank cumple la función de manifestar y revelar a Freud el eco filosófico de su propia teoría […] (p. 197; las cursivas son mías). Ahora bien, este proceder de Freud tiene el propósito de contrarrestar la amenaza de otros autores (como Juliusburger) que pretendían «reducir el psicoanálisis a una prolongación terapéutica de la doctrina de Schopenhauer, a un schopenhauerianismo aplicado. Y esto es precisamente lo que Freud quiere evitar» (p. 195). En ese sentido, Assoun reseña brevemente el capítulo 36 del tomo primero de El mundo como voluntad y representación, en el que se encuentra la distinción entre el loco y el cuerdo, y lo que este autor denomina una teoría del traumatismo: Schopenhauer sitúa desde el principio el mecanismo de la aberración mental en relación con el pasado del enfermo y en la constitución de una memoria truncada. Además caracteriza la defensa que trata de eludir el trauma y en su reacción produce formaciones sustitutivas. Por fin, Schopenhauer identifica la tendencia propia del psiquismo a rechazar toda representación cargada de un afecto desagradable (p. 199). Este autor también reseña el capítulo 32 del segundo tomo de este libro y opone el principio intelectual al principio volitivo: El mecanismo de la locura no tiene sentido […] sino como revelador de la autonomía de la voluntad en relación con el principio intelectual […]. La patología mental es la forma extrema de este sometimiento 25 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero del principio intelectual al principio volitivo; la patología traduce la fuerza de los efectos de la voluntad al mostrar el veto previo que ejerce la voluntad para dar paso a todo objeto de pensamiento (p. 200). Así, la voluntad se manifiesta como el principio de estructuración y también como el principio de desestructuración del espíritu. Assoun señala a Herbart, Griesinger y Meynert como los pensadores que se ocuparon del concepto de la Verdrängung, de la dinámica de las representaciones, y expresa que en la conceptualización freudiana el concepto sufre «una metamorfosis profunda»: se transforma en la relación dinámica entre pulsión y represión. Finalmente, el autor señala la discontinuidad entre Schopenhauer y Freud: La paradoja de Schopenhauer estriba en que este filósofo concibió con tanta precisión el mecanismo [la represión] partiendo de supuestos metafísicos […] a pesar de estos o tal vez gracias a estos. Entre la discontinuidad teórica de fondo y la analogía insistente se perfila la compleja condición del precedente schopenhauriano (p. 202). De esta manera, Assoun ofrece interesantes pistas sobre la relación entre ambos pensadores en el marco general de la continuidad y diferencia entre filosofía y ciencia. De otra parte, Young y Brook (1994) también señalan, como Barreira (2002), la evidencia de lecturas tempranas de Schopenhauer hechas por Freud que sugieren una influencia mayor que la que el psicoanalista reconoce. Los autores hacen un recuento de las investigaciones realizadas en torno a la relación de Freud con Schopenhauer. Mencionan que, desde la ética y la estética, Bischler, en 1939, repara en el común pesimismo. Afirman, también, que Proctor-Greg, en 1956, fue uno de los primeros en señalar las semejanzas en la psicología desarrollada tanto por Schopenhauer como por Freud; que Ellenberger se refiere a Schopenhauer como un antecesor de la moderna psiquiatría dinámica, y como el primer y más importante filósofo del inconsciente en el siglo XIX (1970), aunque señalan que dado que Ellenberger considera necesario 26 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía ocuparse de todo el siglo XIX, su tratamiento de cada autor resulta lacónico. Dicen que, por su parte, Gupta, en 1980, halla semejanzas entre la voluntad y el ello, la sexualidad, la represión y la importancia de la infancia en el desarrollo de la personalidad. Observan que los estudios provienen de quienes se han ocupado primero de Schopenhauer. Citan a Gardiner (1963) y a Magee (1989), para quienes resulta sospechosa la enérgica independencia que declara Freud respecto de Schopenhauer. Young y Brook (1994) sostienen que ya en vida de Freud hubo varios intentos de acercamiento y comparación entre ambos esquemas de pensamiento. Dicen que, en 1936, Mann señaló algunas semejanzas entre las perspectivas psicológicas generales, así como entre la voluntad y el intelecto (Schopenhauer) y el yo y el ello (Freud). Assoun (1982) menciona un artículo de André Fauconnet, de 1933, titulado «Schopenhauer precursor de Freud», un trabajo de Rank, de 1910, con el rótulo Schopenhauer sobre la locura y tres trabajos de Juliusburger titulados La importancia de Schopenhauer para la psiquiatría, de 1912, La psicoterapia y la filosofía de Schopenhauer, de 1914 y, por último, Schopenhauer y la psicología del presente, de 1926. Como Assoun y Barreira, Young y Brook (1994) son escuetos en el tratamiento del concepto de voluntad. Se limitan a lo esencial del concepto, pero no dicen cómo Schopenhauer lo fundamenta y, consiguientemente, omiten el esquema que diseña a partir de él, cuando precisamente por ser la voluntad la piedra angular del pensamiento schopenhauriano debería recibir mayor atención y más detenido tratamiento. Si bien es cierto que se trata de un concepto sencillo, lo complejizan las implicaciones metafísicas, epistemológicas, psicológicas, estéticas y éticas que Schopenhauer desarrolla extensamente. Por su parte, López de Santa María (2004) elabora una precisa introducción a la obra del intelectual alemán que toca los puntos centrales de su pensamiento y se adelanta a la defensa del filósofo, frente a posibles confusiones y malentendidos, distinguiendo dos sentidos de voluntad: como cosa en sí y como voluntad humana, sin extrapolación de la una 27 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero a la otra, ni mucho menos con la antropomorfización del mundo. No obstante, el hecho de que Schopenhauer insista en la omnipresencia de la voluntad, así como en su fundamental escisión, sugiere que el concepto posee una mayor complejidad. En cuanto a la sexualidad, Young y Brook señalan que una diferencia importante con Freud es la ausencia de la noción de sexualidad infantil en el pensamiento de Schopenhauer (1994). Si bien coinciden en la omnipresencia de la sexualidad en este autor, entendida como la voluntad de vivir e incluso como motor de conflictos, indican que Freud realiza una ampliación del concepto que deriva en, por lo menos, tres sentidos: a) la sexualidad ordinaria (genital), b) la sexualidad de los placeres sensuales (incluidas las corrientes de afecto, como la ternura) y c) la sexualidad como Eros, más próxima a la voluntad de vivir5. Los autores consideran que estas concepciones rivalizan entre sí, aunque no explican en qué radica la oposición ni la incompatibilidad de los sentidos. Por otra parte, dicen que los sentidos primero y tercero ya se encuentran en Schopenhauer como la objetivación más elocuente de la voluntad de vivir (los genitales, a) y como la voluntad de vivir (sustrato metafísico, c). En ese sentido, aportan varios extractos del segundo volumen de El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer como testimonio de la ampliación conceptual de la sexualidad. Además —agregan— este pensador menciona la negación del poder de la sexualidad a través del enmascaramiento y la aparente subordinación de ella al imperio de otras ocupaciones humanas. En conclusión, la relación entre Freud y Schopenhauer ha sido abordada en sus líneas de cruzamiento más patentes y se ha allanado el camino para emprender la tarea pendiente de abordar con mayor profundidad el esclarecimiento de los conceptos de voluntad (der Wille) y pulsión (der Trieb) en su relación con la represión (Verdrängung), concepto fundamental del psicoanálisis. Como hemos visto, en las biografías 5 De suma importancia, además, resulta el soporte clínico y teórico que más tarde aportó Freud. 28 Una visión binocular. Psicoanálisis y filosofía (Jones y Gay) y en estudios sobre las influencias que puede haber tenido Freud (Ellenberger, 1970 y Zentner, 1995), no obstante que se refieren a Schopenhauer para hacer deslindes necesarios de conceptos freudianos fundamentales, no consideran oportuno dedicarle mayor comentario a Schopenhauer y su influencia sobre el psicoanalista. Por su parte, Barreira llama la atención sobre la perspectiva histórica que se precisa para esclarecer la relación intelectual entre ambos pensadores; sin embargo, sus análisis y comentarios apuntan hacia la interpretación de las intenciones ocultas de Freud, que concluyen en que la relación está marcada por la ambivalencia y el ofuscamiento, llegando incluso a minimizar el alcance de dicha relación (2002). En cambio, Assoun observa que Schopenhauer es la referencia filosófica central en el pensamiento freudiano por cuanto permite satisfacer la vinculación entre la ciencia positiva (el método terapéutico) y la dimensión teórica (el método de investigación) del psicoanálisis dentro del esquema general de las ciencias (1982). Por otra parte, Young y Brook profundizan en las diferencias que hallan entre la sexualidad en Schopenhauer y la sexualidad para el psicoanálisis: Freud amplía el concepto del pensador alemán —ya ampliado respecto del uso ordinario— para llevarlo hasta el postulado de la sexualidad infantil, noción indispensable para la configuración del complejo de Edipo (1994). Sin embargo, todos los autores citados coinciden en darle un tratamiento bastante sucinto al pensamiento de Schopenhauer. Si bien se ocupan de la sexualidad, el entendimiento y la represión, el concepto de voluntad no es lo suficientemente esclarecido y explicado con profundidad, no obstante su dimensión metafísica y su amplísimo ámbito de alcance. Bibliografía Assoun, Paul-Laurent (1982). Freud. La filosofía y los filósofos. Barcelona: Paidós. Barreira, Ignacio (2002). ¿Préstamos inconfesables? Acerca de Freud y Schopenhauer. Psicología y Psicopedagogía, III(12). http://psico.usal. edu.ar/psico/prestamos-inconfesables-acerca-freud-schopenhauer 29 Freud y Schopenhauer: voluntad, pulsión y represión / Francisco Otero Borges, Jorge Luis (1974). Obras completas (1923-1972). Buenos Aires: Emecé. Ellenberger, Henri F. (1970). The Discovery of the Unconscious. The History and Evolution of Dynamic Psychiatry. Nueva York: Basic-Books. Freud, Sigmund (1985[1900]). La interpretación de los sueños. Buenos Aires: Amorrortu. Gay, Peter (1989). Freud. Una vida de nuestro tiempo. Barcelona: Paidós. López de Santa María, Pilar (2004). Introducción. En Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación. Tomo I (pp. 9-25). Madrid: Trotta. Schopenhauer, Arthur (1987). Parerga und Paralipomena I u. II. En Sämtliche Werke. Tomos IV y V. Fráncfort del Meno: Cotta. Schopenhauer, Arthur (1998). Die Welt als Wille und Vorstellung. Múnich: Taschenbuch. Schopenhauer, Arthur (2004). El mundo como voluntad y representación. Tomo I. Madrid: Trotta. Schopenhauer, Arthur (2006). El mundo como voluntad y representación. Tomo II. Madrid: Trotta. Young, Christopher & Andrew Brook (1994). Schopenhauer and Freud. International Journal of Psychoanalysis, 75, 101-118. Zentner, Marcel (1995). Die Flucht ins Vergessen: Die Anfänge der Psychoanalyse Freuds bei Schopenhauer. Darmstadt: Wissenschaftliche Buchgesells- chaft.