Visite nuestra revista digital >> Número 8 Año 4, Marzo 2012 Número 8 Año 4, Marzo 2012 2 Yolanda Darrieux de Nux* La sensibilidad de Yolanda Darrieux al conocer la valiosa experiencia desarrollada por Pierre Vellas en Toulouse, Francia, con la primera Universidad de la Tercera Edad en el año 1973; hizo que despertara en ella la inquietud por extender esta experiencia en su país, en respuesta a aquellos deseos insatisfechos de aprender que identificaba en muchas personas mayores. Yolanda, no solo tiene el mérito de haber abierto camino para toda una generación de profesionales que hoy dedican su tiempo y vocación a la enseñanza de adultos mayores, y a la gestión y conducción de Programas educativos dirigidos a ellos desde las universidades en Argentina, sino que además es precursora en toda América Latina. Yolanda tuvo la gentileza de responder a nuestra entrevista y compartir con los lectores de Palabras Mayores su experiencia y visión personal en este tema, abriéndonos su corazón para contarnos también algo de ella misma. Antes de iniciar la experiencia de educación dirigida a adultos mayores, ¿qué reflexión o experiencia había tenido usted con respecto a este tema? ¿Qué la motivó? La respuesta puede resultar decepcionante, pero es la verdad: no tenía ninguna experiencia en el tema ni tampoco mucho trato con personas mayores, ya que, siendo mis padres franceses, no conviví nada más que con ellos, y no conocí a mis abuelos y familiares de edad sino cuando viajé por primera vez a Francia a los 17 años. Mi primer contacto con el tema se debió al azar («El azar tiene esto de extraordinario, es que es completamente natural»1) y a mi curiosidad. Se produjo cuando la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos publicó un aviso en el diario local solicitando profesores de inglés, francés, italiano y alemán. El profesor Ramón Félix Caropresi 1 (Madame de… Película de Max Ophuls, adaptación de la novela homónima de Louise de Vilmorin. Protagonizada por Charles Boyer y Danielle Darrieux) Número 8 Año 4, Marzo 2012 3 reorganizó la carrera dando mucha importancia a los idiomas extranjeros. Se dictaba solamente latín y griego. Llegamos, así, profesores ya fogueados en el nivel secundario y terciario (institutos superiores del profesorado) diplomados en universidades argentinas y extranjeras, es decir, docentes con experiencia y sólida formación. Luego se organizó la carrera de Ciencias de la Información, que más adelante se convirtió en Ciencias de la Comunicación. Las cátedras afines constituyeron los departamentos internos. Así se creó el Departamento de Idiomas Modernos. Que nuestras cátedras tuviesen el mismo nivel de organización y consideración que las cátedras consideradas esenciales para la carrera no fue del todo fácil. Eso sí, tuvieron los mismos derechos, vale decir concursos ordinarios de antecedentes y oposición, y abiertos, con las mismas exigencias que existían para las otras cátedras. El tiempo necesario para llegar a los objetivos planteados era sobre lo que más se discutía. Los profesores nos hacíamos cargo, además, del dictado de las cátedras, no solo de la carrera sino también de cursos externos y ad honórem, de las traducciones que solicitaban las otras cátedras. Desde las realidades que observo hoy, sonrío pensando en cuanta modestia y afán de servicio animaban a aquellos primeros profesores de lenguas extranjeras. Así fue, haciendo traducciones para la cátedra de Educación Permanente o Continua, como conocí la experiencia del profesor Pierre Vellas, abogado que había organizado en la Universidad de Ciencias Sociales de Toulouse, Francia, la primera Universidad de la Tercera Edad en el año 1973. Justamente, el gobierno francés me había otorgado una nueva beca, por lo que en el plan de trabajo incluí el estudio en dicha ciudad de esta experiencia. ¿Qué demandas encontró en la población para impulsar la creación de una propuesta educativa exclusiva para adultos mayores en Paraná? Hubo ofertas antes que demandas. Pasé toda mi vida en Paraná, salvo por las ausencias debidas a becas o viajes. Mi carrera de profesora, que ejercí en todos los niveles de enseñanza, me puso en contacto con mucha gente, no solo con los jóvenes estudiantes, sino también con sus familias. Por otra parte, en una ciudad pequeña, las relaciones son fáciles, sobre todo cuando los intereses se vinculan culturalmente. Pertenezco y colaboro de manera activa con la Alianza Francesa de la ciudad, así como Número 8 Año 4, Marzo 2012 4 con la Asociación Mariano Moreno, que se dedica a la difusión de la música clásica y de otras manifestaciones, como la danza, el teatro, el cine y la literatura. Por otra parte, nuestros cuatro hijos se fueron muy jóvenes a seguir carreras universitarias que aún no había en Paraná o que las considerábamos de más prestigio para el futuro de ellos. Así, partieron a Buenos Aires y a Rosario. Lo mismo que nos ocurría a nosotros les ocurría a otras familias. Comencé a ver que se producía el «síndrome del nido vacío», por una parte, y a pesar de las tristezas causadas por las ausencias aparecía la posibilidad del tiempo libre y la desazón de cómo ocuparlo. Personalmente, yo conocía gente muy inteligente y que por diferentes razones no había continuado los estudios después de haber aprobado el bachillerato o el magisterio del nivel secundario. Y en la frecuentación de los encuentros fui descubriendo una cierta idea de la universidad como torre de marfil y deseos insatisfechos de aprender, temiendo por la misma razón no ser capaces de hacerlo. En Argentina, nunca fue la edad un impedimento para inscribirse en la universidad, para hacer una carrera de grado completa. Lo que sí fue una novedad fue que ella se abriese para personas mayores, en una oferta de nivel, aunque sin exámenes ni exigencias de niveles previos a la inscripción en los cursos ofrecidos en el Departamento de la Mediana y Tercera Edad. En mi última beca a Francia, además de frecuentar la experiencia realizada por el profesor Pierre Vellas, visité la Universidad Católica de París, que ofrecía cursos a partir de los 40 años, y que se llamaba Programa de la Mitad de la Vida. Y los cursos ofrecidos en la Sorbona, que hacía una mayor apertura por edad, inscribiendo en su programa llamado Interedades a quienes tuviesen interés, sin exigencia de una edad determinada. En estas experiencias analizadas tuve la ocasión no solo de hablar con sus directivos, presenciar clases, asistir a conferencias, sino además de reunirme con profesores, por un lado, y con alumnos, por otro. Fue para mí un gran aprendizaje porque no solo me permitió ver la organización de las diferentes ofertas de estudio, sino apreciar lo que para muchos inscritos habían significado estos nuevos aprendizajes. Creo que mucho de lo que estos estudiantes, en general mayores, me manifestaron me sirvió para elaborar los argumentos que ayudaban a impulsar la decisión de inscribirse a las primeras personas interesadas. Las conversaciones que sosteníamos durante la inscripción eran momentos a los que siempre di mucha importancia, pues se trataba de saber qué interés especial tenía la persona que llegaba. Pronto comenzamos con la distribución de cuestionarios que lo preguntaban con mucha Número 8 Año 4, Marzo 2012 5 sencillez. Los cuestionarios se fueron extendiendo, y, lo mejor de todo, las respuestas también. Y puedo decir que recién allí aparecieron las demandas. Y lo más valioso aún: que fueron aumentando con el correr del tiempo y volviéndose más puntuales y exigentes. Lo que, va de suyo, enriquecieron las propuestas. ¿Cómo se inició esta experiencia? ¿Hubo dificultades para implementar el modelo de programa universitario para adultos mayores, traído de Europa, en la realidad latinoamericana? Esta experiencia se inició en el momento más propicio para nuestro país: el retorno a la democracia en el año 1984. La Universidad Nacional de Entre Ríos, como las demás universidades del país, tuvo un rector normalizador y decanos normalizadores. En nuestro caso, el rector fue el Dr. Eduardo Barbagelata (médico psiquiatra); y la decana normalizadora de la Facultad de Ciencias de la Educación, la doctora Martha Saldías de Uranga (abogada). ¿Qué significó esta normalización? Algo importantísimo en la vida universitaria: el reingreso de quienes habían sido separados de sus cátedras por razones políticas, muchos de los cuales habían concursado por ellas en tiempo y forma, pero también, y sobre todo, la realización de nuevos concursos abiertos, de antecedentes y oposición, para ocupar las cátedras, contando con jurados externos, en general, provenientes de otras universidades, que tuviesen los antecedentes que los calificasen para esa responsabilidad. Honestamente, mi propuesta se inspiró en la Universidad de la Tercera Edad de Francia. No hubo en ese inicio ninguna connotación que intentase darle un carácter latinoamericano específico. Digo bien, en principio. Luego, cada uno de los programas universitarios que fueron creándose en las distintas casas de altos estudios del país tuvo libertad de organizarlos. Y las variaciones y diferencias dependieron de la correspondiente facultad en cada Universidad que lo propuso y le dio nacimiento. En general, en las distintas disciplinas abordadas, se partió de lo local para ir avanzando a lo provincial, lo Número 8 Año 4, Marzo 2012 6 regional, lo nacional y lo de nuestros hermanos sudamericanos, y también de otros países y continentes. ¿De qué forma se entendía el concepto o la problemática de adulto mayor en los años ochenta en Argentina? ¿Había sensibilización con el tema? La problemática del adulto mayor en los años ochenta no tenía la importancia y la vigencia que fue cobrando a medida que avanzaban los años. Se veían los problemas desde el punto de vista médico- geriátrico, y no gerontológico. El aumento de la edad de vida fue instalando en la familia problemas hasta entonces no conocidos. Que en una misma casa conviviesen ya no dos generaciones, sino tres fue llevando a la reflexión sobre cómo encarar esa nueva realidad familiar y social. El adulto mayor comenzó a ser visto y estudiado desde distintas disciplinas. ¿Se imaginó el impacto que iba a tener este proyecto académico en la región latina? Sinceramente no. Y hasta el día de hoy me sorprende. Que la necesidad no manifestada, pero sentida, de esos grupos etarios haya tomado fuerza y tenga vigencia entre nosotros los latinoamericanos y en tantos lugares del mundo sigue despertando mi admiración y dándome alegría. Usted conoció de cerca el trabajo de Pierre Vellas. ¿Qué enseñanzas destaca de sus clases o de la experiencia que él desarrolló? Si tuviese que definirlo con una sola palabra, diría que fue y es un gran humanista, porque sigue estando vigente por sus libros y sus enseñanzas y seguidores. Y eso está presente en cada uno de sus escritos y de sus discursos, pero sobre todo en sus acciones. Le preocupaba que el hombre viviese cada vez más en «jaulas», como me dijo un día caminando y señalándome pequeñas ventanas de altos inmuebles. Tenía muchísimos conocimientos en aspectos muy variados, pero, respetuoso del saber de Número 8 Año 4, Marzo 2012 7 los demás, siempre estaba atento a lo que lo que el otro le podía aportar. De entrada, intentó establecer un equilibrio, lo que siguen tratando de hacer todos ustedes: entre lo intelectual, lo físico, lo creativo, lo recreativo, lo espiritual. Me sorprendió la creación de lo que llamó sus «antenas». La primera que vi fue la que llevaba a la gente mayor a andar, en la medida de sus posibilidades, en la montaña, a respirar el aire pleno que podría escasearle en sus departamentos. Pero también a alentar la investigación, sobre todo la investigación. Un día, con cierta dureza, me dijo: «No transformemos esta ocasión en un distinguido club cultural. Tenemos que hacer algo más substancial por el hombre mayor». Y, en su humana apertura, me llevó a un geriátrico para mostrarme cómo aun en las condiciones de mayor disminución se podía trabajar y conseguir mejoras físicas o intelectuales. Su interés por que el tiempo libre diese un fruto en la ayuda a los demás lo llevó a impulsar los voluntariados, y a lograr que los ghettos en los que a veces, por sus propias decisiones, se encierran los adultos mayores, abriesen sus puertas. ¿De qué manera? Por medio de la comprensión del arte actual en general, en cualquiera de sus manifestaciones; podía ser una de sus formas. Al año de iniciada su experiencia, organizó la Aiuta (Asociación Internacional de Universidades de la Tercera Edad), haciendo llegar, así, la fuerza de su pensamiento inteligente, en primer lugar, a los países vecinos. Rápidamente su idea se expandió por el mundo. En mi país se concretó solo 10 años después. Imitándolo, también, a partir del año en que habíamos comenzado, organizamos el Primer Encuentro, invitando a las universidades argentinas que ya tuviesen un programa organizado (la única que inició uno poco después de nosotros fue la Universidad Nacional de Tucumán). Pero también asistieron otras universidades interesadas en el tema para proponerlo. Hoy, cada universidad nacional argentina ofrece estos programas para adultos mayores. Siguieron los encuentros en nuestra universidad y en otras universidades argentinas, además de los congresos internacionales. Dr. Pierre Vellas y Dra. Yolanda Darrieux de Nux Encuentro y Conferencia Frente a los responsables de la Dirección de la Tercera Edad de la Provincia de Entre Ríos en Paraná en el año 2.000 Número 8 Año 4, Marzo 2012 8 Alguna anécdota con Pierre Vellas que quiera compartir con los lectores de Palabras Mayores? Era un hombre respetuoso, sensible, culto, generoso. Un caballero y, como todo el que sabe mucho, sencillo. Tenía, además, la simpatía y el gesto acogedor que los provincianos pretenciosamente nos atribuimos. Siendo mi esposo ingeniero, pero también pintor, le gustó compartir momentos en los lugares que él había elegido para sus paisajes. Enterado de su avanzada edad y buena salud, muy respetuosamente le preguntó si aceptaría pasar exámenes y entrevistas porque su hijo y otros investigadores estaban haciendo estudios para el libro La vieillesse réussie (La vejez bien lograda). En el siguiente viaje nos alojó en su propiedad, mientras en el Hospital Universitario se le hicieron a mi esposo todo tipo de pruebas en el servicio de su hijo, el Dr. Vellas. De ahí surgió un dossier completísimo que nos fue enviado a Argentina poco tiempo después. Cuando lo invité a Paraná, lo único que se le pudo ofrecer fue el viaje en clase turista y su estadía. Nada nos dijo acerca de que, por haber sido operado de la cadera, había pagado la diferencia para cambiar a la clase «affaire». Su visita a Paraná fue de una gran riqueza. No solo participó en el gran encuentro de programas argentinos, sino que también habló por invitación del gobierno provincial ante las personas que en cada departamento provincial estaban a cargo de la tercera edad. Y tuvo, además, la deferencia de clausurar un congreso de geriatría que se realizaba en esos días en Paraná. Su propiedad en las proximidades de Toulouse reflejaba sus ideales. Era como un modesto castillo que le permitía alojar separadamente, pero dentro de él, a su suegra de edad avanzada para que se sintiera independiente entre sus muebles y recuerdos, pero junto a su familia, que podía auxiliarla. En el mismo predio, las casas de otros hijos; y un vasto espacio libre para encuentros gratos de las generaciones convivientes. Una planta alta para recibir a los amigos. Anfitriones y visitantes sabían las horas previstas para encontrarse. Es decir, un gran respeto por la libertad de todos. En una reunión con directivos de la OMS, después de una conferencia dada por uno de sus responsables, en el intercambio posterior de ideas me dirigí a Pierre Vellas como Dr. Vellas, acostumbrada a que así llamemos a los abogados en nuestro país. Quien dirigía el debate me dijo amablemente que me permitía que lo llamase de esa manera porque era un hombre que conocía enormemente de medicina y que había colaborado con investigaciones relacionadas con la salud de las personas mayores. Número 8 Año 4, Marzo 2012 9 ¿Qué características deben tener las personas que se dedican a la enseñanza de adultos mayores? Mucho respeto hacia su público estudiante. Nunca infantilizar a los aprendientes. Porque muy pronto el nuevo profesor se dará cuenta de que nada va en una sola dirección y que el conocimiento y el saber provienen de ambos roles. Estar muy bien preparado, no solo por su formación, por el diploma que tiene, sino porque para cada clase ha buscado los elementos para interesar y ser escuchado con gusto. Si no se tiene placer y alegría para hacer este trabajo, es mejor sincerarse consigo mismo y con los directivos, y no hacerlo. Nunca esta tarea debería ser considerada una obligación ni ser impuesta. Recordar que los tiempos de reacción de la juventud y la edad madura pueden no ser los mismos. Que, por otra parte, cada uno de nosotros, cuando pretendemos aprender algo nuevo a esta edad, arrastramos viejos hábitos. Habrá quien desee tomar notas, quien registre la clase con una grabadora; si luego esos materiales le sirven para aprender, ¡bienvenidos sean! Recordar que la vista y el oído van disminuyendo; tenerlo en cuenta porque la sola ubicación en la sala pueden disminuirlos… ¡o disimularlos! La composición del grupo etario de adultos mayores está cambiando. Con respecto a décadas pasadas, hoy encontramos un mayor grado de instrucción, por ejemplo. En ese sentido, ¿cómo deben prepararse los programas universitarios para atender a este nuevo público? En un comienzo, en nuestra curva de Gauss, en los dos extremos estaban las personas inscritas que solamente tenían estudios primarios o secundarios incompletos; y en la opuesta, pocos interesados que hubiesen terminado estudios universitarios o superiores. Ahora, muchas personas con formación universitaria se acercan, especialmente los que provienen de estudios técnicos diversos, interesados en temáticas humanísticas. Es decir, que es exacto lo que ustedes han observado. Modestamente, creo que hay que estar atentos a las demandas y exigencias, y responder en consecuencia. Más que nunca, la elección de quienes tengan los cursos a su cargo debe ser exigente. A veces, también salir del círculo habitual en el que se elegía a estos responsables pasando a otros mundos de conocimiento. ¿Por qué un gran periodista, por ejemplo, no podría tener a su cargo un curso de sociología, dependiendo, por supuesto, del alcance del programa presentado? Número 8 Año 4, Marzo 2012 10 ¿La educación es el mejor medio para lograr el reconocimiento social? La educación, más que un medio, es un fin. Tiene que ser defendida permanentemente en el nivel que sea. El reconocimiento social es arbitrario y sorprendente. En estos momentos de nuestras civilizaciones, hasta desconcertante. A pesar de todo, cuando después de haber estudiado se llega a un diploma acreditado oficialmente, quien ha dedicado su vida seriamente a este esfuerzo espera, y en general recibe, un reconocimiento social. Le quedará su vida laboral y ciudadana por delante para justificarlo, perderlo o engrandecerlo. ¿Cuál considera que es el rol del adulto mayor en la sociedad actual? A pesar de todos los avances y de todos los esfuerzos, provengan estos del Estado o de instituciones civiles, religiosas, etc. que procuran darle el lugar que merece el adulto mayor, el reconocimiento de sus valores todavía no es totalmente satisfactorio. En algunos aspectos, las sociedades usualmente denominadas «primitivas» siguen dando el ejemplo. Problemas de todo tipo cercenan lo que la jubilación les había prometido. Y, en este aspecto, la generalización es peligrosa, porque en cada país problemas económicos, de salud, de vivienda digna, de confraternización con las otras generaciones son diferentes, como lo son hasta en los barrios de una misma ciudad. La gran riqueza sigue encontrándose en el seno de la familia, cuando ahí, si la educación del hogar le ha dado a las generaciones que siguen el aprecio que él merece, el adulto mayor habrá asumido el rol más importante: el de ser quien sostiene con su vida y su ejemplo los valores que hacen que la vida sea digna de ser vivida. Número 8 Año 4, Marzo 2012 11 Si bien hoy existen mucha reflexión y teorías sobre la vejez y el envejecimiento, el público más joven se encuentra mayoritariamente ajeno a esa realidad. ¿Qué conductas deben tener quienes conviven con adultos mayores? ¿De qué forma debe desarrollarse la interacción intergeneracional? Es sumamente difícil para mí responder a esta pregunta porque no viví en el seno de una familia grande, y muy joven partí para formar mi propia familia. Y, por respeto, no me atrevo a manifestar algo que podría considerarse como un consejo. Muchas veces las dos bases para una buena convivencia, el respeto y el amor, resultan insuficientes cuando otras circunstancias, muchas veces y lamentablemente, materiales hacen peligrar el buen entendimiento. Esta adaptación no puede realizarse rápidamente, todo requiere un tiempo de preparación, y muchas veces de saber renunciar a los roles protagónicos que se han tenido o que se pretenden. En una sociedad donde se impone la competitividad y aún se valora excesivamente la juventud, ¿cómo es posible envejecer bien? Fácil no es, pero si uno ama lo que hace y lo hace con gusto, los años pasan sin que uno lo advierta. Muchas veces reacciono contra las competencias que algunos grupos de adultos mayores propician y que, además, son juveniles: elecciones de reinas, de princesas, de belleza, de simpatía. Me dan pena. También en el nivel de los programas educativos, elección de abanderado, escoltas, etc., marcan diferencias innecesarias. La responsabilidad no es de los otros solamente, lo es de cada uno de nosotros. El llamado progreso ha ido quitándole al hombre la generosidad de los espacios vitales que permitían convivir a varias generaciones. Y cada vez más dolorosa, pero casi obligadamente, se va apartando a los viejos de su familia. Número 8 Año 4, Marzo 2012 12 Sabemos que usted acaba de dejar la presidencia honoraria del Foro Iberoamericano de Programas Educativos de Mediana y Tercera Edad (Fimte), pero su vigencia y experiencia es valiosa para las generaciones que vienen. En ese marco, ¿Cuáles son sus próximos proyectos personales o profesionales? Me he ido retirando de mis actividades profesionales. El Fimte fue la última amarra que me unía a la tierra de mi actividad relacionada con la Facultad de Ciencias de la Educación. Y, como decía el poeta, «Partir es morir un poco. Es morir a lo que se ama. Se deja un poco de sí mismo en cada sitio, en cada lugar...». Pero la tristeza de los adioses, y he tenido varios, va disminuyendo cuando se desea seguir en algún proyecto. Tomé la misma responsabilidad para organizar el nuevo concurso de cortometrajes para el año 2012. Mis hijos me impulsan a que vuelva a mi actividad en la radio. Agradezco las bendiciones que mi vida ha tenido porque nunca me he aburrido. Soy trabajadora y curiosa, como decía al principio, y tengo tendencia a la alegría. ¿Existe algún secreto para mantenerse vigente y activo profesionalmente? Si no fuese una utopía: poner pasión en lo que se cree o se hace. ¿Cómo es un día en la vida de Yolanda Darrieux? Vellas nos contó que dormía solo cuatro horas, que se levantaba a trabajar a las cuatro de la mañana, que era la hora en la que se sentía más lúcido y fuerte. No llego a eso. Pero no duermo más de cinco horas. Soy madrugadora. Generalmente, a las cinco y media me levantó a buscar el diario local distribuido bajo la puerta principal y regreso a leerlo a la cama. A las seis y media tomo mi ducha, y ya me arreglo, porque esta casa mía es un poco la casa a la que se llega sin demasiado aviso. Desayuno y paso de inmediato a la computadora para leer La Nación, el diario nacional que prefiero, y para leer Le Monde o Libération (para no perder la lengua francesa), pero sobre todo para leer y contestar de inmediato todos los mensajes que recibo y hacer un pequeño mensaje con las novedades diarias a todos mis hijos que no se encuentran en Paraná. Luego, encaro los trabajos que me esperan en Número 8 Año 4, Marzo 2012 13 diferentes aspectos, administrativos, familiares, de mis colaboraciones. A las 10, tomo unos mates mientras trabajo en la compu. Y salgo si hay cuestiones bancarias u otras. Tengo una excelente colaboradora en mi hogar que trabaja de 8:00 a 13:00 y de 16:30 a 19:30, con quien me entiendo perfectamente. Ella se ocupa de todo lo de la casa, salvo de la organización y cosas menores a mi cargo. Parte antes de mi almuerzo. No me gusta que nadie me sirva. Miro las noticias en la TV, que nunca existió antes en ese lugar, lugar de las largas conversaciones con mi esposo Augusto Nux. Duermo una siesta de hora y media mientras miro alguna película o leo algún libro, pero en medio de esa actividad los 20 minutos de sueño se producen. Son indispensables para levantarse con fuerzas como en la mañana. Tengo siempre alguna actividad que me requiere; la última fue, por ejemplo, la organización del Concurso de Cortometrajes sobre Entre Ríos, en la que desde hace dos años trabajo para la Asociación Mariano Moreno integrando la subcomisión correspondiente, cuyas reuniones de trabajo, en general, se hacen en casa. Gracias a Dios, tengo muy buenos amigos, me gusta recibirlos en casa y que me inviten a las suyas. Y lo más enriquecedor es que son de edades, profesiones, trabajos e ideas muy diferentes. Asisto a las actividades culturales que me interesan, sobre todo conciertos y conferencias. Voy a misa los domingos, a la misa de un sacerdote amigo. Camino con mi profesora una hora, tres veces por semana. Miro muchas películas, pero en mi casa leo y escribo. Es decir, me siento a rememorar circunstancias de mi vida, sin ninguna pretensión, solamente para salvarlas del olvido. Como a todo el que ha tenido relativamente buena salud y vivido muchos años, me han ocurrido cosas sorprendentes e interesantes. Y desde que quedé sola, las escribo. Voy a ver a mis hijas a Buenos Aires, pero casi prefiero que vengan ellas. Viajo dos veces por año a Francia para estar con mis dos hijos que viven allá y con mis dos nietas de 20 y 18 años, que hablan perfectamente castellano, ¡pero con acento entrerriano!. Y para ver a los muchos amigos que mi rol de traductora e intérprete de las conferencias de especialistas franceses me procuró durante mi carrera universitaria. Número 8 Año 4, Marzo 2012 14 ¿Cuál sería su mensaje a los profesionales jóvenes que hoy inician una labor con adultos mayores? Que no teman, pero que sí se preparen muy bien, que sorprendan a sus alumnos con su savoir, su saber y su savoir-faire, como decía Vellas. Tendrán ante sí buenas personas que ocupan con modestia el lugar para recibir de ellos sus conocimientos, pero que no nacieron ayer, tienen su propia riqueza de saberes y suelen ser exigentes. Conquístenlos con estas buenas armas, y verán cuán enriquecidos partirán después de cada encuentro. Yolanda Darrieux de Nux (Argentina). Graduada como profesora y traductora de francés por la Universidad Nacional de Córdoba, ha ejercido la docencia por más de medio siglo. Se desempeñó como profesora titular ordinaria de la cátedra Francés como Lengua Extranjera de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). En esta misma casa de estudios organizó y dirigió el Departamento de Idiomas Modernos. Creadora y Directora del Departamento de la Mediana y Tercera Edad de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER. Ha dictado conferencias sobre la enseñanza del francés y la organización de programas universitarios para la tercera edad; también ha organizado seminarios y congresos sobre la materia de su especialidad.