Homenaje Luis Jaime Cisneros Tomoll Editor: Eduardo Hopkins Rodríguez Diseño de carátula: Gisella Scheuch Copyright© 2002 por Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Plaza Francia 1164, Lima Telefax: 330-7405. Teléfonos: 330-7410, 330-7411 E-mail: feditor@pucp.edu.pe Obra Completa rústica: 9972-42-473-1 Tomo 11: 9972-42-475-8 D.L. 1501052002 2422 Obra Completa tapa dura: 9972-42-476-6 Tomo II: 9972-42-478-2 D.L. 1501052002 2421 Primera edición: julio de 2002 Derechos reservados, prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores. La palabra iluminada Alberto Escobar Universidad Nacional Mayor de San Marcos Muchas enseñanzas aprendí de mis maestros; pero de ninguno como de Luis Jaime Cisneros. De él capté la disposición y las herramientas para penetrar en los ámbitos de la creación literaria. Ahora me parece justo decirlo sin ambages. Luis Jaime me mostró cómo sortear las trampas subyacentes en la poe­ sía. Por eso vale esta declaración y mi recuerdo agradecido. DoN RAFAEL LAPESA ha escrito páginas sabias comparando la poesía de Bécquer, Rosalía y Machado, excelentes como todo lo suyo. Y, en este preciso caso, estando yo abocado a la lectura de la nueva edición de Diario de viaje y otros poemas, de Pedro Lastra,1 amigo y escritor, no puedo dejar de establecer el nexo que legitima a mis ojos la correlación de mi lectura del libro de Lastra, con aquella otra que Don Rafael hizo de los escritores ibéricos ya mencionados.2 Bécquer en palabras de Lapesa: «Había dejado abiertos para la poe­ sía los espacios que median entre el sueño y la vigilia, el mundo del misterio, de las voces interiores y de los presagios». Es el genial poema: No dormía; vagaba en ese limbo donde cambian de forma los objetos [ ... ] O aquel otro: ¿Será verdad que, cuando toca el sueño con sus dedos de rosa nuestros ojos, de la cárcel que habita huye el espíritu en vuelo presuroso? 1 LASTRA, Pedro. Diario de viaje y otros poemas. Caracas: Monte Á vila. Latinoamericana. Altazor. 1998. 2 LAPESA, Rafael. De la Edad Media a nuestros días. Estudios de la historia literaria. Madrid: Credos, 1967. 826 La palabra iluminada Antonio Machado - ya lo advierte Dámaso Alonso- sigue la ruta iniciada por Bécquer, pero no sitúa el misterio en un mundo sobrena­ tural o extranatural, sino en el interior del alma: En nuestras almas, todo por misteriosa mano se gobierna; incomprensibles, mudas, nada sabemos de las almas nuestras[ ... ] El espíritu no huye de su cárcel para encontrarse con otros, como en la rima de Bécquer. Se orienta hacia sí mismo: explora las «galerías sin fondo del recuerdo»; penetra en las hondas criptas de los sueños, que engañan a veces con sus juegos de espejos, confundiendo lo vivi­ do y lo imaginado. En ese mundo, mágico o tenebroso, de las simas del alma, se oyen sonar cadenas, rebullen las fieras enjauladas de las pasiones, y ángeles o demonios de ojos acerados proyectan la luz ro­ jiza de sus antorchas; pero también allí «la mano amiga» palpita sua­ vemente guiando al poeta, y «la buena voz, la voz querida» le hace escuchar sus acentos. La frase de Bécquer «Me cuesta trabajo saber qué cosas he soñado y cuáles me han sucedido» habría podido ser escrita por Antonio Machado, para quien vivir es soñar y soñar vivir. Machado no reco­ rre los caminos de la tarde: los sueña. Cuando su mirada retrospecti­ va del hombre maduro echa de menos la juventud, no es para vivirla, sino para soñarla: Hoy en mitad de la vida, me he parado a meditar[ ... ] Juventud nunca vivida, quién te volvería a soñar! Ahora bien, releyendo la poesía de Lastra, me aturden varias com­ posiciones desde el poema inicial: No tengo nada que encontrar en la realidad, un paisaje agotado por los viajeros que me han precedido en el ejercicio de estas contemplaciones.3 3 L ASTRA, Pedro, ob. cit., p. 7. Alberto Escobar Pero me obsesiona el recuerdo de los años juveniles, a saber: [ ... ] Hablaremos sentados en los parques como veinte años antes, como treinta años antes, indignados del mundo, sin recordar palabra, quiénes fuimos, dónde creció el amor, en qué vagas ciudades habitamos. 4 827 El siguiente texto se me ocurre fundamental en la arquitectura de la visión de la poesía de Pedro Lastra, «Puentes levadizos», que co­ mienza así: ¿Quién es este monarca sin cetro ni corona extraviado en el centro de su palacio? Los inocentes pajes no están más (ahora cada uno combate por un reino sin dueño todavía). Las damas de la corte preparan el exilio. De quién pues esta mano inhábit estos ojos que solo ven fronteras indecisas o el viento que dispersa los restos del banquete? Llegué tarde, no tengo nada que hacer aqu( no he reconocido los puentes levadizos y ése que se tendía no era el que yo buscaba. Y así concluye: Me expulsarán los últimos centinelas despiertos aún en las almenas: también ellos preguntan quién soy, cuál es mi reino.5 4 Ib., p. 8. 5 lb., p. 9. 828 La palabra iluminada Prosigo la lectura del libro que me extiende versos simples pero de revoloteo semántico como «Sísifo»: «Caer y recaer/ en las mismas alian­ zas y celadas del sueño» (p. 10). O ese apretado acertijo denominado: «Maritza Soledad» (p. 11): No escribo, no me digo, no te digo palabra: la locura me escribe como a ti, como a todos. Aquí la biografía que la música cuenta después, ¿quién sino ella? Nada por descifrar. Puntualmente quiero señalar tres ejercicios memorables en la poe­ sía de Lastra: «Copla»: «Dolor de no ver juntos/lo que ves en tus sueños» (p. 14); «Estudios»: «Es extraña tu mano levantada en el aire,/ una mano y sus dedos/ que rodean a veces el pan sobre la mesa/y alzan un vaso, absorben o se cierran/sin sonido en el agua,/sin soni­ do en el pan, en el vaso, en el agua,/porque nace una sombra del aire de tu mano» (p. 15); y además: «Carta de navegación»: «El futuro está claro/pero el presente es imprevisible» (p. 16). Al fin, sin haber dicho cuánto aprecio y valoro los pasos por los que la obra de Lastra me arrebata, creo que, repitiendo su «Arte poé­ tica», consigo ilustrar su obra entera y genuina, en cada uno de los textos de esta memorable colección. En un cielo ilegible he pintado mis ángeles y es allí que combaten por mi alma, y en la noche me llaman de uno y otro lado: no enel día, porque la luz les quita la palabra.6 6 Ib., p. 53. Referencia Bibliográfica LASTRA, Pedro Alberto Escobar 829 1998 Diario de viaje y otros poemas. Caracas: Monte Avila Editores, Lati­ noamericana, Altazor. LAPESA, Rafael 1967 De la Edad Medía a nuestros días. Estudios de la historia literaria. Ma­ drid: Editorial Gredas.