Número 2 Año 1, Marzo 2009 1 Número 2 Año 1, Marzo 2009 Visite nuestra revista digital >> Número 2 Año 1, Marzo 2009 2 Una aproximación a las características del educador de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor Clara Lig Long Rangel* Facultad de Ciencias Médicas Isla de la Juventud Resumen La población mundial envejece acelerada y fundamentalmente en los países más desarrollados. Con indicadores más cercanos a países desarrollados que al Tercer Mundo, la población cubana decrece y envejece; se estima que para el 2025 uno de cada cuatro cubanos tendrá 60 años, debido a la baja fecundidad y a la alta esperanza de vida (75 años). En consecuencia, entre las metas próximas, prepararse para envejecer y para vivir en una sociedad envejecida es ineludible. Este encargo social ha sido dado a los Centros de Educación Superior y, en ellos, a las Cátedras Universitarias de Adultos Mayores (CUAM) y a su personal docente. A ocho años de la creación en Cuba de dichas cátedras, y luego de seis años de experiencia en su implementación en la Facultad de Ciencias Médicas de la Isla de la Juventud, los resultados obtenidos, los nuevos desafíos del desarrollo y el proceso de universalización (masividad con calidad) convocan la siguiente reflexión: ¿cómo son y cómo deben ser los docentes como educadores de adultos mayores? Dando respuesta a esas interrogantes —en una primera aproximación—, este trabajo tiene como objetivo caracterizar a los docentes de las CUAM como educadores. El mismo es el resultado de la sistematización de las cualidades y tareas que con más frecuencia se identifican en los docentes que laboran con adultos mayores y en su actividad pedagógica, lograda mediante el uso de diferentes técnicas de recogida de información, un proceso de investigación-acción, en la población seleccionada y la contrastación de aquellas y las que se refieren en la literatura consultada. Palabras clave: educación, adulto mayor, calidad de vida, universidad de la experiencia Número 2 Año 1, Marzo 2009 3 Una aproximación a las características del educador de la Cátedra Universitaria del Adulto Mayor M.Sc. Clara Lig Long Rangel* Facultad de Ciencias Médicas Isla de la Juventud. «Si el maestro solo posee amor hacia el trabajo, él será un buen maestro. Si el maestro solo posee amor a los estudiantes, como sus padres; él será mejor que aquel maestro que haya leído todos los libros. Si el maestro conjuga en sí el amor hacia el trabajo, con el amor hacia los estudiantes, él será el MAESTRO PERFECTO» L. N. Tolstoi. Introducción La población mundial envejece acelerada y fundamentalmente en los países desarrollados, también denominados del Primer Mundo. Con indicadores más cercanos a aquellos países que a los del Tercer Mundo, la población cubana envejece y decrece; se estima que para el 2025 uno de cada cuatro cubanos tendrá 60 años; a ello contribuye la baja fecundidad y la alta esperanza de vida (75 años). El aumento, tanto en términos relativos como absolutos, de la población anciana ha acrecentado la preocupación e interés por las personas mayores y la oferta de recursos que alienten la satisfacción vital en este grupo etario, poniendo de relieve la urgente necesidad de acciones de distinta índole tendientes a una mayor integración personal y un favorable desempeño del adulto mayor en el contexto comunitario. En consecuencia, entre las metas próximas, prepararse para envejecer y para vivir en una sociedad envejecida es ineludible. Este encargo social ha sido dado a los Centros de Educación Superior y, en ellos, a las Cátedras Universitarias de Adultos Mayores (CUAM) y a su personal docente, lo que ha servido para acentuar su responsabilidad social y el irrenunciable compromiso de instituir procedimientos educativos y de formación, que, a Número 2 Año 1, Marzo 2009 4 la vez que enriquezcan afectiva y cognitivamente al adulto mayor, le sirvan también como recurso preventivo para mejorar la calidad de su vida y el bienestar en la vejez. La primera Cátedra Universitaria del Adulto Mayor fue fundada en la Universidad de la Habana, en febrero del año 2000, con el coauspicio de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y la Asociación de Pedagogos de Cuba (APC). A ocho años de la creación en Cuba de dichas cátedras, y luego de seis años de experiencia en su implementación en la Facultad de Ciencias Médicas de la Isla de la Juventud, los resultados obtenidos, los nuevos desafíos del desarrollo y el proceso de universalización (masividad con calidad) convocan a las siguientes reflexiones: ¿Cómo son y cómo deben ser los docentes como educadores de adultos mayores? ¿Son suficientes los conocimientos de los profesores acerca de la adultez mayor como etapa de desarrollo? ¿Se corresponde la actividad pedagógica con las características del estudiante mayor? Para dar respuesta a esas interrogantes —en una primera aproximación—, este trabajo tiene como objetivo exponer las características más frecuentes en los docentes de las CUAM como educadores. El mismo es el resultado de la sistematización de las cualidades y tareas que con más frecuencia se identifican en los docentes que laboran con adultos mayores y en su actividad pedagógica, lograda mediante el uso de diferentes técnicas de recogida de información, un proceso de investigación-acción, en la población seleccionada y la triangulacíón de aquellas, y las que se refieren en la literatura consultada. Desarrollo El desarrollo de los seres humanos siempre está precedido de la educación. La educación guía el desarrollo. Al ser poseedores, a lo largo de toda la vida, de una estructura intrínseca para ser educados, para autoeducarse y educar a los demás, en los seres humanos, bajo la influencia de la educación y la circunstancias del medio, se dan como en una unidad dialéctica los procesos de socialización e individualización, con características propias de cada etapa del curso de la vida. Así, el adulto mayor transita por la vejez —otra etapa de la vida— donde continúa desarrollando la personalidad y las capacidades para aprender. Número 2 Año 1, Marzo 2009 5 Desde esta comprensión teórica acerca de la adultez mayor como etapa del desarrollo, se sustentan, en Cuba, las acciones educativas emprendidas con adultos mayores en las Cátedras Universitarias de Adultos Mayores, las que son conocidas en el mundo como Universidades de de la Tercera Edad, Universidad de la Experiencia y Universidades de Adultos Mayores. Al crearse en nuestro país, inicialmente se les denominó de igual manera e indistintamente; luego se oficializaron como cátedras, en tanto forman parte del Sistema Nacional de la Educación Superior, como programa de extensión universitaria dirigido a la educación de las personas mayores. Actualmente se cuenta con numerosas cátedras, filiales y aulas del adulto mayor tanto en zonas urbanas como rurales, en los municipios cabeceras, en la montaña, en la ciénaga, en los bateyes, en las comunidades agropecuarias, azucareras, en las zonas pesqueras e incluso en los cayos. Funcionan en universidades, escuelas, casas de cultura, fábricas, museos, centros de salud, entre otros. Ya existen cátedras en hogares para ancianos y hasta en algunos centros penitenciarios. Esta rápida ampliación nacional se debió fundamentalmente al papel organizativo del Movimiento de Atención a Jubilados y Pensionados de la Central de Trabajadores de Cuba y al apoyo de la Asociación de Pedagogos de Cuba como coauspiciadores del programa en cada territorio1. Singulariza este programa extensionista cubano de educación de adultos mayores la decisiva incorporación de los jubilados y jubiladas, ya sea como cursantes, como gestores de filiales en sus comunidades e, incluso, como profesores, a medida que han ido egresando como estudiantes de la cátedra. Las cátedras constituyen un reto para las ciencias de la educación, que han de garantizar un adecuado proceso educativo y de aprendizaje en esa edad, y fundamentar tanto el diseño como el desarrollo de los planes y programas de educación que sitúen a las personas mayores a la altura de estos tiempos, y que, desde el punto de vista cultural, logren activar en ellos los recursos necesarios en su desarrollo intelectual y emocional que les permitan conocer mejor el mundo donde viven y comprender los problemas del mundo contemporáneo, sus cambios, sus desafíos, tanto en lo social como en lo tecnológico. 1 RED CUBANA DE GERONTOLOGÍA Y GERIATRÍA. Cátedras Universitarias del Adulto Mayor. Antecedentes. Recuperado [s.f.] de: http://www.sld.cu/sitios/gericuba/buscar.php?id=7125&iduser=4&id_topic=17 Número 2 Año 1, Marzo 2009 6 Significa también un reto para los educadores de adultos mayores, los geroeducadores — como los denominó la Dra. Milagros Román—, responsables ante la sociedad de la calidad de los servicios educativos, comprender el desarrollo que acompaña al proceso de envejecimiento y la vejez en su diversidad. Erradamente, se tiende en ocasiones a tratar al adulto mayor como un enfermo, es decir, como un individuo en involución, por las pérdidas o trastornos del sistema sensorio-motriz, o como un niño y no como una persona adulta que se encuentra en proceso de elaboración de cambios y de surgimiento de nuevas formaciones, esto es, como sujeto en desarrollo. A veces se olvida que, en la ontogénesis, cada etapa de la vida aporta a la siguiente determinadas adquisiciones biopsicosociales; por ejemplo, se puede recordar algunas de las principales neoformaciones por edades:  Edad temprana: conciencia de sí.  Preescolar: esfera volitiva-emocional.  Escolar: cualidades morales.  Adolescente: desarrollo de la autoconciencia.  Juvenil: concepción científica del mundo.  Adulto medio o maduro: autoconciencia crítica o reflexiva.  Adulto mayor: autotrascendencia. En la adultez media o edad de la madurez se manifiesta la autoconciencia reflexiva, una autentica formación de la identidad y el autoconocimiento; es una etapa de aceptaciones y cambios. Por ello, en el adulto, envejecer significa no solo perder la capacidad reproductiva y cambiar físicamente sino también ganar en recursos psicológicos. Se dice que en la madurez somos capaces de conocer más que en todos los años vividos anteriormente. En la adultez mayor o vejez aparece como básica la autotrascendencia. De ahí que la comunicación con los mayores es fundamental para el desarrollo psicológico de los mismos, para el logro de sus potencialidades. También se destaca la importancia de la vivencia como experiencia subjetiva plena donde se da la unidad de lo externo y lo interno; de lo afectivo y lo cognitivo; de lo consciente y lo inconsciente; de lo pasado y lo Número 2 Año 1, Marzo 2009 7 presente, vínculo actual del sujeto con su realidad, con la realidad pasada que él actualiza con la problemática de la identidad del sujeto y su resistencia a lo nuevo. De importancia para el desempeño de la actividad pedagógica con adultos mayores, se puede señalar, desde la psicología, algunas ideas acerca de la vejez: • Aceptar el enfoque de la psicología del desarrollo, y no solo el de la psicología clínica o de la salud. • Apreciarla no como una etapa de involución, o de simple revisión de metas pasadas. Es una continuidad del desarrollo anterior, y una edad en la que continúa el desarrollo motivacional y la adquisición de nuevos motivos. • Como hemos sido antes, en cuanto personas, a lo largo de la vida, así somos o seremos después los viejos o las viejas. • Si bien existen regularidades, tales como neoformaciones psicológicas, impacto de la jubilación, abuelidad, viudez, entre otras, que permiten caracterizar la edad, también debe considerarse que es la etapa de la vida donde se alcanza el mayor grado de individuación. Es la etapa donde más individuo se es; por tanto, hay que tener en cuenta los intereses de cada persona en cualquier proyecto de atención a las personas mayores. Por otro lado, partiendo de las características de la adultez mayor, su desarrollo psicológico, social, familiar, laboral, entre otros, la literatura consultada sugiere que los geroeducadores consideren, además de los aspectos anteriores, algunos derivados de la andragogía (ciencia de la educación de adultos), al diseñar y ejecutar la actividad pedagógica en las cátedras universitarias de adultos mayores. En correspondencia con el objetivo de este trabajo, se señala como los más importantes los siguientes: • Diferenciar los modelos pedagógicos y andragógicos. • Partir de las necesidades de qué aprender en esta edad: ¿qué se quiere aprender?, ¿cuáles son las historias personales de los cursantes, sus vivencias? y ¿cómo quiere aprender? • Considerar la relación horizontal participativa adulto-adulto, y no maestro- alumno. Ambos son portadores de saberes, de cultura. Número 2 Año 1, Marzo 2009 8 • El docente, como educador, conduciendo la educación a través de la instrucción y haciendo fácil (facilitando) el aprendizaje, y el participante como corresponsable de su aprendizaje. • Desarrollar la actividad pedagógica enfatizando el proceso de orientación en la situación de aprendizaje. • Garantizar la interacción entre los participantes o estudiantes. • Abordar el proceso evaluativo como autoevaluación o evaluación conjunta y en pequeños grupos. A los aspectos antes expuestos —cuyo dominio por los docentes es esencial para su adecuado desempeño— se añaden aquellos previstos en las normas de funcionamiento y que singularizan la actividad pedagógica de las cátedras cubanas. Entre ellos se mencionan los que a continuación se destacan: — Es una convocatoria de matrícula a instituciones de educación, y no a instituciones de salud. Se parte del criterio de educación a personas mayores sanas, es decir, sin deterioro cognitivo. Es el adulto mayor visto como estudiante, y no como paciente. — El objetivo fundamental de la actividad pedagógica es convertirse en un «otro» que potencie el desarrollo. No importa el nivel educacional que posea el adulto mayor, de lo que se trata es de propiciar el desarrollo de cada individuo. Por esta razón, es tan importante partir de las vivencias y experiencias y no basarse en sistemas de competitividad. Debido a ello, no otorga una calificación en puntuaciones: lo que se evalúa es cómo se logra que se convierta en escenario de despliegue de potencialidades emocionales e intelectuales. — Se trabaja el grupo de estudiantes mayores con actividades participativas, cuyo nivel de información se complementa con las intervenciones de sus miembros, y donde se considera la importancia de la inteligencia cristalizada, basada en la experiencia de vida. — Para conformar el diseño curricular en cada curso escolar se realiza un estudio- diagnóstico de necesidades de estudios con personas mayores, colegiado con el programa del curso básico. Dicho programa es de carácter modular en temáticas básicas como Módulo Propedéutico, Introducción, Desarrollo Humano, Educación para la Salud, Número 2 Año 1, Marzo 2009 9 Cultura Contemporánea, Seguridad y Servicio Social, y Utilización Eficiente del Tiempo Libre. Pero se busca precisar las temáticas de mayor demanda. — Al constituir un sistema de conocimientos de carácter flexible, cada curso escolar cuenta con algunas diferencias, según las solicitudes de los grupos cursantes. — Los estudios cursados cuentan con una duración de un año académico y son fundamentalmente de carácter presencial, una vez a la semana, aunque ya se ha introducido variantes de educación a distancia. — Es una educación totalmente gratuita. A ella acceden todos los adultos mayores sin límite de edad, sin diferencias de sexo, religión, estatus social o nivel de escolaridad. — Al final de sus estudios presentan un trabajo de curso como ejercicio previo a la entrega de un diploma. Este trabajo de curso constituye un trabajo que refleje lo aprendido a través del curso, el cual puede ser de carácter práctico o científico, por lo que habrá un amplio espectro de resultados en correspondencia con la diversidad de historias personales de los integrantes de nuestros grupos. — Al terminar el curso básico, según el interés de los alumnos, pueden matricularse en cursos de continuidad que las cátedras y filiales organizan para satisfacer a las demandas hechas por los egresados. Se puede planificar cursos cortos, conferencias, talleres y otras modalidades. — El proceso evaluativo se aborda como autoevaluación por permitir la independencia, creatividad y autosuficiencia; la coevaluación conjunta o en pequeños grupos es de importancia secundaria para propiciar que los estudiantes mayores se responsabilicen de su propio aprendizaje. — La motivación es decisiva para la permanencia de los adultos mayores en las CUAM; cualquier elemento desmotivador (ausencia del profesor, por solo mencionar un ejemplo) favorece el abandono. Número 2 Año 1, Marzo 2009 10 La práctica —criterio de la verdad— ha puesto al descubierto, con cierta frecuencia, el desconocimiento por los docentes que trabajan con adultos mayores de algunos aspectos hasta aquí señalados. En Cuba, la formación de los profesionales de las cátedras universitarias de adultos mayores se expresa de forma empírica, experiencial; en el orden teórico, ha sido aún poco trabajada. En general, el personal con formación pedagógica para este programa extensionista es deficitario, y entre los criterios para su designación como docentes han primado: ― La formación pedagógica (profesionales experimentados de otras educaciones). ― La voluntariedad (su deseo de contribuir a la educación de los adultos mayores). ― Los conocimientos profesionales en distintas ramas del saber (dominio de los campos de la actividad humana incluidos en los programas diseñados para los adultos mayores) En la Isla de la Juventud, mediante el uso de métodos y técnicas de investigación, entre ellos la observación participante y las entrevistas, etc., se pudo apreciar el interés y deseo de hacer docentes, a pesar de la escasa y casi nula bibliografía sobre el tema y de las carencias identificadas en cuanto al conocimiento de esta etapa de la vida y sobre las particularidades de la educación de adultos mayores. En general, se reflejan como elementos desfavorecedores de la actividad pedagógica en las CUAM: ― La no diferenciación del modelo didáctico gerontagógico con otros modelos de enseñanza. ― Pobre atención a la diversidad cultural. ― Ideas y actitudes negativas referidas a la vejez, que subyacen en la ejecución de la actividad. ― Se centra el proceso más en las posibilidades del docente que en las potencialidades del geronte como estudiante mayor. ― No se aprecia al adulto mayor en su autodesarrollo. ― Poca preparación para asumir funciones y tareas como educadores de adultos mayores. La complejidad de la actividad pedagógica, el sentido de responsabilidad, el amor y la solidaridad humana, el deseo de hacer y hacerlo bien han llevado a las docentes a buscar Número 2 Año 1, Marzo 2009 11 los elementos que le son necesarios para educar a través de la instrucción y para hacerlo cada día mejor; ha propiciado, además, el diseño y desarrollo de variadas modalidades de capacitación (intercambios, talleres, cursos, etc.) a diferentes niveles —nacionales, provinciales, municipales y locales—, en función del perfeccionamiento de su labor. Aun cuando, con la voluntad y el esfuerzo en la autopreparación realizado por los docentes, se ha logrado mantener la actividad pedagógica con la calidad requerida, mediante el análisis documental se pudo constatar que, entre las funciones de la CUAM precisadas en los documentos normativos elaborados por el Grupo Nacional de Atención a las Cátedras Universitarias de Adultos Mayores (CUAM), creado en el año 2002, algunas ameritan un conocimiento más profundo y más especializado, tales como: 1. Estudio del carácter multidisciplinario del proceso de envejecimiento poblacional y sus repercusiones. 2. Asesorar a los municipios desde el punto de vista docente-metodológico y científico-investigativo. 3. Elaborar orientaciones y material bibliográfico que coadyuven a la calidad del desarrollo del programa de estudios. 4. Asesorar trabajos de curso, de diploma u otros de estudiantes del pregrado universitario. 5. Ofrecer capacitación en temas gerontológicos y de educación de adultos mayores a los miembros de la CUAM, filiales, así como a otras instituciones que lo soliciten a nivel nacional o internacional. Al profundizar en estas situaciones, la investigación-acción (entrevistas, visitas, la observación participante), entre otros, mostró cómo son nuestros docentes (profesionales atentos, sensibles, estudiosos) y permitió esbozar cómo debe ser un educador de adultos mayores a partir de las demandas de la sociedad. Sistematizando las experiencias de docentes y funcionarios vinculados a la educación y atención en esta etapa del curso de la vida, es posible esbozar algunas cualidades del educador de adultos mayores, expuestas en seminarios nacionales, eventos internacionales, y teniendo en cuenta lo expresado en el 2003 por la Unesco en el Proyecto Regional de Educación; según se explicita en este, para que la educación Número 2 Año 1, Marzo 2009 12 contribuya al desarrollo, es preciso que considere las distintas dimensiones del ser humano que están estrechamente relacionadas entre sí: los aspectos afectivos y emocionales, las relaciones interpersonales, las capacidades de inserción y actuación social, el desarrollo cognoscitivo, y el desarrollo ético y estético. A partir de considerar que —como señala el Dr. Antonio Blanco— la educación como actividad organizada es una función profesional altamente especializada y profesionalizada, que incluye a muchas personas, cada una de las cuales ejerce una tarea específica que requiere de conocimientos y habilidades bien determinadas, muy diferentes de un nivel de enseñanza a otro, y teniendo como presupuesto que la educación orientada al desarrollo de adultos mayores ha de sustentarse en la educabilidad del ser humano durante toda la vida con las especificidades propias de cada etapa, también es posible delinear algunas de las características del geroeducador. Por otra parte, tomando además como brújula los fundamentos rectores de las políticas sociales adoptados en 1982 en la Asamblea Mundial sobre Envejecimiento para añadir vida a los años: independencia, participación, cuidado, dignidad y desarrollo personal, así como las singularidades de las cátedras, estimamos acertado señalar como características que deben poseer los educadores de adultos mayores las siguientes: Como persona: ― Amar la profesión magisterial y a sus estudiantes. ― Oír y respetar los puntos de vista de los adultos mayores. Estimar siempre las ideas y preguntas de los demás. ― Ser abierto, sincero, honesto en sus planteamientos, y promover que los demás digan lo que sienten. ― Ser amable y optimista, mantener una actitud amistosa y de apoyo, ser respetuoso y evitar ser crítico y sarcástico con los demás. ― Hablar despacio y en un tono de voz agradable, mirando siempre a su interlocutor. Número 2 Año 1, Marzo 2009 13 ― Ser flexibles y creativos. ― Tener buenas relaciones con las personas. ― Ser discreto y paciente. ― Sensible ante los problemas que se le planteen. Como profesionales: ― Poseer conocimientos y habilidades que les permitan distinguir la actividad pedagógica con adultos mayores, y propiciar la aparición de vivencias gratificantes que estimulen la reflexión y la transformación de los otros y de sí mismos. ― Conocer las características biopsicosociales de los adultos mayores; cómo piensan y sienten por su determinación en cómo actúan. ― Saber manejar el grupo de gerontes y las situaciones dilemáticas que se pudieran crear entre ellos. ― Atender a la diversidad y propiciar el diálogo y la discusión en una relación de respeto, de comprensión y confianza, manteniendo un liderazgo democrático. ― Tomar en consideración el acervo cultural de los adultos mayores, su experiencia, para apoyarlos en el descubrimiento de nuevos espacios y estimularlos en la solución de sus propios problemas, en la autotransformación favorable — parafraseando a la Dra. Milagros Román—, de sus vidas. ― Sostener con los estudiantes mayores, y entre ellos, una comunicación dialógica, horizontal, de iguales, pues todos son portadores de saberes, de cultura, en general diferentes en cuanto al volumen y cualidad. ― No comentar con otros aquellas confidencias que como profesional le fueron reveladas. Número 2 Año 1, Marzo 2009 14 ― Dar cumplimiento a las funciones investigativa, docente-metodológica y de orientación educativa, y a las tareas que de ellas se deriven, contextualizadas y en correspondencia con lo general, lo particular y lo singular de la educación de adultos mayores y de sus protagonistas. En relación con lo anterior, es evidente que, en los planes actuales y perspectivas de capacitación y preparación de los educadores de adultos mayores, aún se debe continuar profundizando en temas como las características, funciones y tareas de los educadores de adultos mayores, en las características del estudiante mayor y del grupo de gerontes, en las peculiaridades psicopedagógicas, didácticas e higiénicas del proceso educativo en la vejez, dada la complejidad y multidimensionalidad (dimensión humana, técnica y político-social) de dicho proceso. Conclusiones En general, se puede afirmar que la educación de adultos mayores en Cuba está transitando favorablemente por un proceso de construcción teórica, con las dificultades propias de este proceso, con el respaldo de las políticas sociales de un sistema sociopolítico-económico que, desde el año 1959, ha asumido como su responsabilidad mayor propiciar el desarrollo pleno de todas las cualidades del ser humano. Para el éxito de la labor educativa con adultos mayores, un aspecto cada vez más importante será la profundización de los educadores en el estudio de los sistemas de actividad y comunicación, también en los cambios biopsicosociales que acompañan al envejecimiento, de las neoformaciones, como lo es la autotrascendencia, o la necesidad de quedarse en los que le rodean, y que constituye una necesidad que no aparece en las etapas anteriores del ciclo vital. Constituyen garantes del avance progresivo en el perfeccionamiento de la actividad pedagógica con adultos mayores la calidad humana de los educadores cubanos, el compromiso social que han contraído y su constante interés por el autodesarrollo profesional y humano, lo que ha de propiciar una reorganización paulatina de los recursos materiales y humanos, en función de un despliegue mayor de sus funciones como educadores. Número 2 Año 1, Marzo 2009 15 Bibliografía ÁLVAREZ PÉREZ, Myriam. La ancianidad. 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